lunes, 30 de julio de 2012

La emoción en el toreo (El secreto de José Tomás)

Por Luis Miguel López-Rojas

Nota de LRI: A raíz de la crónica de Clarito, publicada en este blog, sobre la corrida de Badajoz,  ese gran aficionado que es Luis Miguel López-Rojas matiza y puntualiza sobre un tema candente planteado en esa crónica: La emoción del toreo ¿La pone el toro o el torero? La respuesta (brillante) nos desvela la duda y sentencia el tema. Lo leemos.

 

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La verdad y emoción del toreo. José Tomás entrando a matar por derecho. El gran torero “se atraca” de toro.

 

Al hilo de una crónica

Precisa y preciosa la crónica, con la que nos deleitó “Clarito”, sobre la tarde vivida en Badajoz. Sensibilidad a flor de piel. Ecos de una gran TARDE DE TOROS (con mayúsculas aunque les pese a algunos, sobre todo de los que no tuvieron el privilegio de asistir).

Independientemente de la crónica, hay un punto que me ha llamado poderosamente la atención y que puede levantar algunas controversias. Cito textualmente:

Volviendo a la frase de marras (“Nada tiene importancia si no hay toro”) he de decir que yo, por el contrario, cada vez estoy más convencido que la importancia de la fiesta y la emoción verdadera la pone el torero no el toro

Apuntala dicha afirmación con los ejemplos del toro de la época de Manolete en contraposición con el de la época de Bombita-Machaquito y la emoción provocada en el público.

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La estocada de la tarde. Escultura de Mariano Benlliure que representa la muerte del toro Barbero de Miura tras una gran estocada de Machaquito. Las estocadas del torero de Córdoba salvaron muchas tardes la atonía que imperaba en esos años, a pesar de lidiarse entonces (puente entre la época de Guerrita y la de Joselito y Belmonte) uno de los toros de mayor tamaño y presencia (mejorando lo presente) de toda la historia del toreo

Si a esto le unimos otra cita que aparece en la entrevista publicada la semana pasada, en el semanario taurino 6toros6, podemos tener un coctel un tanto explosivo.

Justo Hernández, ganadero de Garcigrande, expone su teoría sobre el tipo de toro que busca y hace propia la frase del torero mejicano Raúl García

El toreo empieza cuando se para el toro”.

 

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El novillero Miguel Cuartero citando muy de largo a un novillo en Zaragoza el 26 de mayo de 2012 (Foto del blog “Del Campo al Chiquero”).

Alude a que el galope del toro, en muchas ocasiones, por las inercias, enmascara su verdadero fondo (bravura o mansedumbre). Cuando galopa, el torero “se limita” (resalto entrecomillado por la dificultades implícitas) a ver pasar o conducir la embestida. Cuando esas inercias desaparecen (se para), es el torero el encargado de enganchar, “tirar” de él, y extraer todos los matices (si es capaz), mediante el moldeo de su embestida. Será ésta, la que nos muestre (según el ganadero), la verdadera condición del toro.

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El toro se ha parado. El torero Perera, en este caso, acorta las distancias (Fotografía de José L. Díaz publicada en el blog “Banderillas Negras”)

¿Emoción puesta por el torero?…, ¿Esperar que un toro se pare para que sea el torero el que extraiga su fondo de bravura?….

Parece que ambas frases vienen a destruir los cimientos más firmes de la afición “torista” donde es, el toro, el protagonista principal y el que marca la importancia de lo acontecido en el ruedo (“Nada tiene importancia si no hay toro”).

Dos posiciones totalmente contrapuestas y que los defensores de cada una de ellas, no sin “sus razones”, creen irreconciliables. Las llamaremos emoción-toro (toristas) y emoción-torero (toreristas).

 

Conciliando posturas

Tratando de conciliar ambas y de descifrar los argumentos utilizados por las dos posiciones, tengo mi propia teoría en la percepción que unos y otros tienen de la tauromaquia y de la emoción. Para ello recurriré a la ciencia.

Puede que la explicación la tengamos en la estructura del cerebro humano y las partes en las que, según los expertos en la materia, se divide la inteligencia humana -mira por donde sale éste ahora, pensarán muchos-. Bueno, no se adelanten y déjenme que me explique.

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La estructura cerebral. Las distintas capacidades se controlan desde distintas áreas cerebrales.

Dicen que la inteligencia humana se divide en tres partes: Inteligencia reptilínea (la de los instintos: supervivencia, hambre, sed, frío, calor…), inteligencia emocional (emociones: alegría, tristeza, miedo, belleza…) e inteligencia racional (donde impera la razón y que nos distingue de los animales).

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La inteligencia reptilínea es la propia de los reptiles

Son las dos últimas, la que intervienen en la percepción de la emoción del toreo. También, siempre según los expertos en la materia, queda demostrado que la inteligencia emocional ocupa un mayor espacio en nuestro cerebro y nos supone mucho menor esfuerzo su utilización que la inteligencia racional. Concretamente, los antiguos griegos ya se dieron cuento de esto. Y ahora éste mezcla a los griegos con el toreo. ¿Adónde nos quiere llevar? Mal camino llevamos… Tengan paciencia.

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La inteligencia emocional es la que tiene más peso (la que ocupa mayor espacio en el cerebro)

Les pondré el ejemplo utilizado por Aristóteles que nos puede dar algo de luz. Decía algo así como que enfadarse (inteligencia emocional), es muy fácil. Todo el mundo lo puede hacer sin ningún tipo de dificultad. Pero “enfadarse en el momento justo, con la persona adecuada y en la proporción exacta (inteligencia racional), es mucho más difícil. Incluso muchos no lo pueden hacer, ni responder a esa pregunta en un momento de acaloramiento. Ya vamos llegando…

 

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Aristóteles

En la tauromaquia, el TORO, representaría o estaría mucho más cerca de la inteligencia emocional. La emoción que provoca, es mucho más fácil de percibir. La emoción es sinónimo en este caso de un vocablo muy utilizado: TRANSMISIÓN. La transmisión viene muy marcada por el miedo que provoca el toro (por trapío y condición) y sobre todo diría que, por la velocidad de la embestida. Resumiendo la amenaza para la integridad física del que se pone delante. Sensación de que “yo no sería capaz de hacerlo”.

Este tipo de emoción, es independiente del torero que tiene delante (mejor o peor). Si el torero es bueno, además tendremos otras emociones que nos provoca el triunfo, la superación de las adversidades. Pero si el torero es malo, también somos capaces de sentir esa emoción del toro. Por tanto, es como el “enfado” de Aristóteles. Al utilizar de forma preponderante la inteligencia emocional es más fácil y cómoda de percibir para la mayor parte del público. Todo el mundo lo entiende. Todo el mundo es capaz de “enfadarse”.

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La emoción del toro. Impresionante embestida de un toro de Moreno Silva lidiado en la feria de Céret de este año (Fotografía del blog Terres Taurines)

Cuando la emoción del toro decrece (de inicio, por su presencia, o a lo largo de la lidia por la pérdida de velocidad), entra en juego la emoción que es capaz de generar el toreo. Navegamos al otro extremo. Emoción-torero. Aquí entra más en juego la inteligencia racional (el “enfadarse en el momento justo, con la persona adecuada y en la proporción exacta”). Es mucho más difícil de percibir. Su utilización nos supone un mayor esfuerzo. Incluso algunos la niegan (“Nada tiene importancia si no hay toro”).

Sólo está al alcance de los elegidos y depende de dos partes. La principal, el torero. Hay toreros que son capaces de generarla o mostrarla en mayor proporción que el resto (Manolete-José Tomás por poner dos de los máximos exponentes). Y la otra, el público-aficionados que la tienen que percibir.

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La emoción del toreo la pone el torero. En la foto, Perera en Badajoz en un quite por gaoneras.

Al requerir mayor esfuerzo para su conocimiento, entendimiento y percepción, no todos los asistentes son capaces de detectarla. Es más, yo afirmaría que depende sobre todo de si los espectadores se han puesto delante de un toro o no. Justo Hernández además de ganadero es aficionado práctico, lo mismo que le ocurría a Juan Pedro Domecq. A través del toreo intentan descifrar o llegar a la bravura. Por eso creo que es el título del libro “Del toreo a la bravura” de este último. Esto explicaría sus conceptos de bravura que en ocasiones, difieren mucho del concepto de los defensores del torismo extremo. ¿Coincidirá que “Clarito” también es aficionado práctico? Sólo él, quién quiera que sea, si lo tiene a bien, lo desvelará. Lo que podría reforzar o debilitar mi teoría.

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Juan Pedro Domecq toreando en el campo (Fotografía de Cano)

En Badajoz, pudimos tener la justificación a la afirmación de “Clarito” “la emoción verdadera la pone el torero no el toro” en unión con la teoría de Justo Hernández (“cuando se para el toro, surge el toreo), en un hecho. La inmensa serie al natural de José Tomás en el epílogo de la faena realizada al quinto de la tarde.

 

 

Nadie lo esperaba. Con un toro parado, agarrado al piso, sin “excesiva” presencia (importancia del toro que dicen los toristas), donde la inteligencia emocional tiene poco a lo que agarrarse (emoción-toro). No obstante, el toro escondía un tesoro oculto, que el de Galapagar, por su concepto, por su temple, por pasar esa “raya”, por invadir ese terreno, por su magia…, o cómo lo queramos definir, fue capaz de extraer.

Tirar de él para llevar su embestida… al infinito. “Clarito” y Justo Hernández deben conocer la dificultad de la ejecución, que encierra los más grandes secretos de la tauromaquia (inteligencia racional). Para ellos es la ESENCIA del toreo, lo que buscan fundamentalmente, lo que les llena (“emoción verdadera” que dice Clarito”). Sólo al alcance de los más grandes. José Tomás, fue capaz de invertir el orden de la utilización de la inteligencia, para que las emociones fluyeran (llegar a través de la inteligencia racional a la inteligencia emocional). Y la emoción volvió a inundar a toda la plaza (a pesar del desconocimiento de gran parte de los recursos utilizados para la consecución del objetivo).

Nos dijo, miren señores, les muestro el secreto que escondía el toro. El secreto de mi tauromaquia. Para lo entendidos (tauromaquia racional) y descodificado en emociones para los que no lo son (tauromaquia emocional). El secreto de José Tomás. El milagro del toreo.

Puede que mi teoría nada tenga que ver con la realidad, pero con ella, también intento justificar otras afirmaciones:

 

  • “La figura del torero marca la diferencia con el toro medio”. Con el toro bueno (la emoción mayoritariamente la pone el toro), todos están o pueden estar más o menos bien. Con el malo (también la emoción la pone el toro), ninguno, salvo raras excepciones y ocasiones, está bien. Pero con el toro medio (donde la emoción la debe poner en su mayor parte el torero), las grandes figuras marcan la diferencia (Manolete- José Tomás). Aunque algunos renieguen de su importancia por el toro, o les pueda “aburrir”. Cuanto mejor es el aficionado, más matices encuentra. Y si además es aficionado práctico, incluso la percepción y “lo que buscan” cuando asisten a una corrida, es muy diferente al resto de los espectadores. Seguramente intenten saciar sus ansias de conocimiento y descubrir los secretos del toreo.

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Con el toro medio solo las figuras están –habitualmente- bien. José Tomás en Badajoz (Foto de Ismael Rodríguez)

  • Según afirma Pepe Alameda en su libro “Al hilo del toreo(Colección la Tauromaquia Espasa-Calpe, Madrid). Los toreros más populares son los más arriesgados. Estaría justificado puesto que las emociones que generan son mucho más fáciles de percibir por el gran público (preponderancia de la utilización de la inteligencia emocional). Este hecho se repite con frecuencia en la historia. Animadversión del público hacia Guerrita, gran dominador (“no me voy, me echan”) y preferencias por “El Espartero” (de mucho menor entidad taurina que el Califa de Córdoba, pero más arriesgado). Entre Joselito “El Gallo” y Belmonte (lo que generaba gran contrariedad en el de Gelves). Con todas las deficiencias taurinas que condensaba el trianero, ¿qué hacía para encandilar de esa forma a los públicos?, ¿qué justificaba que Joselito, aplicando toda su cátedra, en raras ocasiones conseguía ese efecto?, ¿cuál era el secreto? Quizás la clave hay que buscarlas fuera de la tauromaquia y se encuentren en la propia estructura del cerebro humano: inteligencia emocional/racional. ¿Le podría pasar esto mismo al Juli, en nuestros días?

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El Juli en Badajoz. Fotografía del blog de Domingo Cáceres.  No tiene sentido que un torero que apela a la inteligencia racional encandile antes al público en general que a los aficionados. Lo que viene a corroborar otro aserto de Pepe Alameda y es el de que los públicos no se equivocan y yerran menos en sus apreciaciones que quienes nos tenemos por aficionados.

Para finalizar, no quiero que se malinterprete mi teoría, con la defensa de la ausencia de trapío, o la falta de emoción del toro. Nada más lejos de la realidad. Es más, personalmente si me piden que elija sólo una para que la fiesta perdure, teniendo en cuenta la afición actual, me decantaría por la emoción del toro (mucho más fácil de percibir para el gran público que predomina hoy en día).

1913-04-25 (p. 28 PyP) Madrid Toro Coronela (5 caballos)

La emoción del toro siempre ha sido la más fácil de apreciar. En la imagen, Coronelo de Benjumea (lidiado por Vicente pastor en la corrida de la Prensa del año 13). Mató 5 caballos pegándose al brazuelo derecho de su víctima como se ve en la foto publicada en Palmas y Pitos. 

El propósito de mi exposición es que ambas posiciones no sean excluyentes (“Nada tiene importancia si no hay toro”/ “La emoción verdadera la pone el torero no el toro”). Para ello, es fundamental su identificación (emoción toro/emoción torero), su conocimiento y la justificación científica del grado de dificultad que entraña la percepción de ambas. Tan válida es la una, como la otra. Y si se saben combinar ambas... tenemos delante un buen aficionado.

Aquellos que presumen de grandes aficionados y no reconocen la emoción del torero, puede que todavía no se hayan dado cuenta que les faltan conocimientos taurinos (seguramente a nivel práctico), que les impiden que su inteligencia racional actué y se desarrolle. No cierren la puerta. No se refugien en frases manidas que han convertido en doctrina. En la comodidad del “no pensar”.

Y para aquellos que sólo tienen ojos para los toreros y desentrañar los misterios racionales del torero, sepan que incluso los más grandes toreros de la historia en los que predomina la razón, reduciendo la emoción del toro (Guerrita/Joselito), han tenido serias dificultades para llegar al gran público (la emoción racional llega a muy pocos). Hagamos caso a Aristóteles: “la virtud está en el término medio de las cosas”.

No obstante, llegados a este punto, rectifico lo de mi propósito… si tengo que ser sincero, el verdadero propósito de mi teoría donde mezclo toros, toreros, aficionados, ciencia, psiquiatría, filosofía, griegos… de una forma un tanto desordenada, no es otro que… hablar de toros.

1913-04-28 (p. PyP) Toreros en la Puerta de Hierro

Hablar de toros, siempre ha sido lo más importante. En la foto (publicada en Palmas y Pitos hace 100 años) podemos contemplar una tertulia de toreros a la puerta del Gran Café

 

 

Nota: Selección de fotografías y comentarios a pie de imágenes de Jose Morente.

miércoles, 25 de julio de 2012

Introducción a la geometría taurina (I) Los dos teoremas de Ortega

Dedicado a Mario Carrión, geómetra del toreo teórico y práctico

 

Ortega y Ortega 02

Dos geómetras del toreo en clase práctica. Torean al alimón, Ortega G. y Ortega D.

Que el toreo es geometría se suele decir mucho pero lo que ya no está tan claro es cual es la rama de la geometría que mejor lo representa: ¿la geometría euclidiana, la analítica, la descriptiva? ¿O quizás, la moderna geometría fractal o la aún más moderna geometría dinámica?

000491968 geometria descriptiva

No parece que la compleja geometría descriptiva sea la que mejor represente el toreo.

Uno de los primeros que reparó en esto, en que el toreo es geometría, creo que fue José Ortega y Gasset quien explicó, en su libro la Caza y los Toros, recuperando unos versos de Zorrilla, que el torero es la vertical y el toro la horizontal y que en el tiempo que tarda el toro en recuperar su posición está el secreto y la posibilidad del torear.

71229_1 Mecanica clasica

La introducción del factor tiempo (clave en el toreo) nos lleva de la geometría euclidiana  a la geometría dinámica o a la mecánica clásica

Vamos a ir nosotros un poco más lejos, de lo que lo hizo Ortega y Gasset, pero no mucho. Lo suficiente para ver si conseguimos fijar un par de conceptos básicos sobre los que creo que hay demasiada confusión porque cuando a los aficionados se nos mete una idea entre ceja y ceja (ya se llame pico, toque o cargar la suerte) ¡amigo!, entonces no hay nada ni nadie capaz de sacarnos de nuestras creencias ¡Bueno fuera!

 

Un modelo teórico: Una faena tipo

Vamos a hablar sólo del toreo de muleta y de cosas muy elementales y vamos a plantear una posible faena estándar o faena tipo que nos servirá de modelo. Sería la siguiente:

El torero parte de las tablas y lleva al toro a los medios (al centro del ruedo). Una vez allí, le da unos cuantos pases y finalmente regresa para matar al toro al abrigo de las tablas.

O sea que nuestra teórica faena tipo tendría tres fases:

Fases de la faena

La primera y la tercera consisten en llevar al toro de un punto a otro de la plaza (de las tablas a los medios o de los medios a las tablas que tanto monta. La fase segunda consiste en torear en los medios consiguiendo que el toro gire alrededor del diestro.

Resulta evidente (a mí me lo resulta) que lo adecuado en una fase no puede ser lo adecuado en otra. Dicho de otra forma, el mecanismo técnico empleado por el torero para desplazar al toro, para hacerlo ir de tablas a los medios (o al revés) avanzando en línea recta (fases 1 y 3), no puede ser la misma técnica que se debe utilizar cuando se encuentra el torero quieto y hace girar al toro en su derredor (fases 2).

No puede ser la misma técnica y, desde luego, no lo es.

1944-07-30 Barcelona D Ortega una de sus grandes faenas 002

No es lo mismo andar con el toro que torear permaneciendo quieto en un punto del ruedo. En la foto, Domingo Ortega en magnífico pase por alto de inicio de faena andándole al toro

 

El toreo de pitón a pitón (fases 1 y 3)

Como se trata de llevar al toro de un punto a otro de la plaza, el torero tendrá que ir avanzando, dando pasos hacia adelante y dando pases alternativamente por un pitón y luego por el otro (toreo de pitón a pitón). El torero avanza en línea más o menos recta mientras que el toro hace un recorrido en zig-zag (los famosos “ochos”)

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Domingo Ortega torea de pitón a pitón. Torea en ochos.

En ese avance al pitón contrario entre pase y pase, el torero podrá mover la pierna de salida en el momento del cite, antes del cite o (lo que sería el súmmum) una vez arrancado el toro.

El caso es ganarle terreno al toro. Se trata de desplazar el toro hacia afuera y, por tanto, cargar la suerte se convierte en característica distintiva de este modo de torear (entendiendo cargar la suerte, en su sentido impropio, como avanzar la pierna de salida).

A este principio lo llamaremos Teorema de Ortega D (Domingo, no Gasset) que es de fundamental y casi obligado cumplimiento en estas fases 1 y 3. Lo enunciamos así:

“El torero le gana terreno al toro desplazándose al pitón contrario entre pase y pase, cargando la suerte”.

s.f. DOMINGO ORTEGA  FOTOS  IX

En esta entrada llamamos cargar la suerte a como se entiende vulgar y erróneamente este concepto hoy día. O sea, avanzar la pierna de salida. No es técnicamente correcta esa acepción. Cargar la suerte es cargar el peso en la pierna de salida (se avance ésta o no). En la foto, Domingo Ortega aplicando su teorema, cargando  la suerte o sea, cargando el peso del cuerpo en la pierna de salida  que avanza para desplazar el toro hacia afuera lejos del cuerpo del torero.

En las fases 1 y 3 (toreo de pitón a pitón), se avanza la pierna de salida bien para dominar al toro (Fase 1) bien para adornarse o ahormar su cabeza preparando la estocada (Fase 3).

Fernando el Gallo recortando al toro (Laurent)

Fernando el Gallo recortando al toro. Esta fotografía de Laurent, muy difundida pero rara vez se reproduce entera, permite ver como el toreo antiguo (casi siempre de pitón a pitón) utilizaba (y no sólo en el tercio de varas o banderillas como ocurre hoy día) todo el ruedo para desarrollarse. Hoy, la teoría de los terrenos (en boga entonces) ha perdido consistencia pues se torea (con la muleta) en un espacio mucho más reducido y acotado.

 

El toreo en redondo (Fase 2)

Por el contrario, en la fase 2, se trata de mantener el torero su posición. Avanzar no sólo sería contradictorio sino que constituye una ventaja inaceptable pues la trayectoria del toro debe ser hacia adentro no hacia afuera (toreo de reunión, no de expulsión).

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En el toreo en redondo, la pierna no avanza sino que se retrasa ligeramente para llevar el toro hacia dentro, hacia detrás del cuerpo del torero. En la foto, espléndido muletazo de Paco Camino.

En esta fase, la aplicación del Teorema de Ortega D (Domingo, no Gasset) no tendría ninguna coherencia técnica. Lo normal, lo correcto y lo adecuado será aplicar el que llamaremos Teorema de Ortega G (Gasset, no Domingo) y que ya hemos citado:

El torero es la vertical y el toro la horizontal

Portada La caza y los toros Ortega Austral 001

Portada del libro de Ortega y GassetLa caza y los toros” en edición de Espasa Calpe, Madrid, 1962.

Hay matices, pues mantener la posición (torear en redondo) es mucho más complicado que desplazar al toro hacia afuera (torear de pitón a pitón). En efecto, si el toro aprieta el torero debe realizar movimientos intermedios entre pase y pase para ajustar o corregir su situación. Que dichos movimientos sean los mínimos, es lo deseable. Pero lo ideal es mantener la posición.

En el siglo XIX, se consideraba lo más perfecto hacerlo con el compás cerrado y muy erguido el torero (Eso ha sido lo más clásico). Además, mientras más pases seguidos se daban, más se valoraba al torero.

1912-07-15 (Nuevo Mundo) Limeño y Gallito Foto Jose muleta

El cite clásico. El cuerpo erguido y los pies juntos. Joselito de novillero (15/07/1912)

Historia del toreo de Bedoya Estocada

En la Historia del toreo de Bedoya (1850), la posición de los pies juntos se presuponía como ideal hasta para la estocada recibiendo (En la imagen reproducción de la lámina 4ª “Pedro Romero. Famoso matador de toros”)

No obstante, en esa posición alargar el trazo del muletazo no es fácil. Para aumentar el mando hay que abrir más el compás (como puntualizara Amós Salvador). En ese caso, para girar el cuerpo una de las dos piernas debe mantener la posición. Joselito el Gallo, por ejemplo, mantenía fija la pierna de salida (la izquierda en el pase natural) igual que años después han hecho algunos toreros de nuestros días.

1915-10-04 La Lidia portada Joselito Natural

Portada de la Lidia del día 04/10/1915 reproduciendo uno de los cuatro naturales ligados que dio Joselito (quien gustaba del toreo en redondo) en Madrid el 26 de septiembre del año 15 y que tanto revuelo armaron. En ese mismo número se incluía la crónica (de la que reproducimos un párrafo) de la corrida del domingo 3 de octubre, donde se indica como el diestro de Gelves mantenía fija la pierna de salida al final del pase natural.

La lidia (1915-10-04) texto

Sin embargo, los toreros actuales –en vuelta de rosca- mantienen fija la pierna de entrada (la derecha en el natural por la izquierda) y desplazan hacia atrás (al grandón toro de nuestros días hay que dejarle sitio para que no arrolle) la pierna de salida, en ajuste reducido al mínimo y consiguiendo en muchas ocasiones no tener que reponer (moverse) entre pase y pase.

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En las primeras imágenes se comprueba que el torero (José Tomás) ha mantenido fija la pierna de entrada y retrasado la pierna de salida, la del lado del muletazo (en este caso, la derecha por tratarse de un pase con la derecha) para alargar el trazo de este detrás de la cadera hasta lo indecible. Si sólo mostráramos las imágenes 4 y 5 (o la 1) parecería que el torero ha cargada la suerte en el sentido impropio en el que se entiende hoy ese término. El análisis del toreo a partir de la fotografía exige extremar el rigor y la honestidad para no propiciar el engaño.

En la fase 2 se torea en redondo, manteniendo el torero su posición como eje del recorrido del toro alrededor suyo. Perder los pasos es recurso, a veces necesario, pero lo ideal es mantener fija una pierna (ya sea la de salida o la contraria).

 

Más matices. Sobre el tipo de toro

Estos dos tipos de toreo o dos formas de torear no sólo son aplicables geométricamente y en relación a los terrenos de la plaza sino, como recordaba y precisaba Fernando Cámara en anterior entrada del blog, están en función del tipo de toro y del carácter ofensivo o defensivo de su embestida.

En efecto, el toro fiero y de poder exige el toreo de pitón a pitón, defensivo y arcaico, donde el torero debe tomar necesariamente todas las ventajas o recursos que fuesen precisos: Cruzarse al pitón contrario, echar la pierna adelante y tocar con la muleta hacia afuera.

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El toro fiero y de poder como era, por definición, el toro antiguo (la definición era, en ese caso, la falta de castigo en varas) exige un toreo dominador de pitón a pitón, sobre las piernas y cargando la suerte. Ese toreo con ese tipo de toro encierra un enorme mérito.

Por el contrario, con el toro noble y bravo, lo más correcto es el toreo en redondo sin perder la posición pues este tipo de toro permite el toreo estático y sin ventajas.

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El toro noble y bravo, por definición el toro moderno (la definición en este caso, es la selección ganadera) admite el toreo en redondo, estático y sin ventajas. Ese toreo con ese tipo de toro encierra un enorme mérito.

En el primero caso, la emoción la pone el toro. En el segundo, la capacidad de aguante del torero.

 

Conclusiones.

El Teorema de Ortega D es aplicable y exigible sólo cuando debe desplazarse al toro, cuando hay que llevarlo de un lado a otro de la plaza. Esto es, cuando se torea de pitón a pitón, en cuyo caso ganar el pitón contrario (cargar la suerte en sentido impropio) es casi imprescindible.

Cuando se torea en redondo (que, a fin de cuentas, es el toreo fetén) ese axioma no es, en general, aplicable salvo en caso de necesidad (Hay toros a los que si no se les ataca -avanzando hacia ellos- no repetirían). En el toreo en redondo, tiene máxima aplicación por el contrario, el otro teorema, el Teorema de Ortega G, debiendo mantener el torero su posición sin enmienda o con la mínima enmienda posible.

 

Una hipótesis refutada

Por todo ello, considerar y sostener que, cuando no se avanza la pierna de salida (lo que se confunde con cargar la suerte), se destorea (palabra no sólo fea sino equívoca y puede que insultante) es, en mi opinión, un error conceptual que revela un preocupante desconocimiento de los mecanismos técnicos intrínsecos del buen toreo.

Dicho de otra forma y para que no quepa la menor duda, suponer que, los toreros que aplican el Teorema de Ortega G, destorean y que, por el contrario, los que practican el Teorema de Ortega D, lo hacen con máxima pureza, es erróneo.

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Un catedrático del toreo explicando su teoría. Domingo Ortega en traje de calle en el Festival de homenaje a Nicanor Villalta. El teorema de Ortega D ha sido muy difundido y divulgado pero lo que nadie cuenta es que Domingo Ortega toreaba siempre de pitón a pitón (como hacía también Juan Belmonte) y rarísima vez en redondo. Tampoco dice nadie que Ortega (que preconizaba la reglas de parar, templar, cargar y mandar) no paraba pues toreaba siempre andando a los toros. Curioso modo este de incumplir su propio precepto. Ortega fue un grandísimo torero pero omitir estos datos (clave en estos temas) es falsear las cosas y se presta a engaño.

Cada cual puede preferir lo que le guste. Es cierto. Pero nadie tiene derecho a acusar (como hacen algunos aficionados) de ventajistas a los toreros que no toman ventajas. A los que torean en redondo como mandan los cánones (los cánones del toreo en redondo, por supuesto).

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Resulta surrealista acusar de ventajistas a los toreros que menos ventajas han tomado toreando.

Corolario

Los aficionados geómetras que conocen y comprenden estos dos teoremas de Ortega (y estos dos modos de toreo) están preparados para disfrutar plenamente del toreo en toda su magnífica extensión.

Por el contrario, aquellos otros aficionados que sólo conocen, aceptan y admiten uno de estos dos teoremas (generalmente los partidarios del teorema de Ortega D) tienen limitado su campo de visión y sólo alcanzaran a entender la mitad de la historia del toreo.

Desde luego, difícilmente comprenderán y mucho menos llegarán a disfrutar y valorar, plena y cabalmente, las interesantes propuestas que están haciendo los toreros actuales…cuando torean en redondo.

 

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Manolete y Domingo Ortega en animada y simpática conversación en una habitación del Hotel Victoria en julio de 1944. Dos magníficas y espléndidas líneas del toreo frente a frente.

¿Por qué renunciar a una de ellas?

sábado, 21 de julio de 2012

La técnica hoy (IV) La lidia completa

Por Fernando Cámara

1916-06-01 (p. 06 TyT) Gallito Madrid rodillas

1 de junio de 1916. Joselito en Madrid con el toro Corchero de Graciliano Pérez tabernero (marcado con el número 15, negro, listón, bragado, pequeño y bien puesto de pitones según la revista El Toreo). Joselito que estuvo sensacional con este toro de Graciliano se dobla por bajo, dando el pecho al toro en ejemplo de lidia completa. Por cierto, que en el quinto, muy manso, se vivió una situación que Luis Fernández Salcedo incluyó en uno de sus Cuentos del Viejo Mayoral. Paco Madrid que alternaba con José le agarraba el pitón al toro, muy cerrado en tablas, para que Joselito pudiese entrar a matarlo. Recurso extremo de la vieja lidia.

 

Nota de LRI. Andamos empeñados desde este blog en convertir una corrida de toros al uso (cualquiera de ellas) en una corrida de toros con argumento. Una corrida con un guion diferente al habitual.

Para eso, y como experiencia, hemos propuesto la corrida de Guardiola que torearan en la Feria de Málaga este año, los diestros El Fundi, José Luis Moreno y Luis Bolívar.

Como queremos que la suerte de varas y la lidia sean los argumentos centrales de esa tarde, nada mejor que la opinión de ese gran torero y mejor profesor que es Fernando Cámara, para recordarnos algunos de esos conceptos lidiadores que cada vez tenemos más olvidados los aficionados.

La lidia toda, atada y previsora,
sabio ajedrez contra el funesto hado.

(Gerardo Diego. Elegía a Joselito. 1926)

 

El torero en movimiento

El movimiento de la lidia, soportado con un juego de piernas y movimientos danzantes, es decir, el realizado bajo las pautas de la estética y la plasticidad pero basado en los movimientos sobre el terreno, es el tipo de toreo que no aparece en los ruedos del momento.

1916-06-01 (p. 06 TyT) Gallito Madrid 2º Graciliano

La lidia que hoy no se ve, basada en movimientos sobre el terreno pero bajo pautas de estética y plasticidad. Joselito, ya en pie, en otro momento de su faena a Corchero, el día 1 de junio del 16 en Madrid. 

En mi opinión creo que no hay toreros preparados para este tipo de lidia ni público que comprenda y entienda donde está su mérito, pero no se imaginan ustedes como lo echamos de menos. Tan solo Morante ha sabido proponer algunas pinceladas en este sentido y no siempre ha sido perfectamente comprendido.

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Primeros compases de la faena de Morante en Bilbao a un toro de Núñez del Cuvillo el año pasado. Faena que provocó inicialmente la incomprensión del público que, sin embargo, acabaría entregado al torero. La fotografía es magnífica pues el fotógrafo  (que no es otro que nuestro buen amigo y mejor aficionado, Paolo Mosole) ha sabido elegir muy bien el momento del muletazo que mejor ejemplifica la propuesta del torero.

En la actualidad, el aficionado y el público están demandando inconscientemente una lidia a la que se añada una buena dosis de movimientos tradicionales del toreo a la antigua. El movimiento, al que me refiero, es el necesario para darle sentido a la lidia moderna: Adaptar al toro para el momento álgido de la faena donde el torero consigue la quietud y la ligazón.

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En los pasados Sanfermines, Javier Castaño obtuvo un incuestionable y rotundo éxito con Intruso de Miura. El público (quizás inconscientemente) empieza a demandar  una lidia distinta lo que está obteniendo adecuada respuesta por parte de los toreros más atentos a los requerimientos de los aficionados.

Hablaremos ahora de los dos tipos de movimientos que yo he querido realizar en mi época de profesional y que, en mi opinión, son válidos y necesarios para alcanzar el triunfo.

 

Primer tipo de movimientos.

El primer tipo de movimientos, es el que se realiza para dar recorrido y homogeneidad a la embestida, es decir, limar las asperezas defensivas que adoptan los toros e incitarlos al ataque con fijeza y rectitud a los engaños, intentando evitar el derrote defensivo.

Para conseguirlo, el movimiento tiene que contener principalmente connotaciones de huida (y que así sea percibido por el toro) y la muleta viajar a la altura adecuada a la visión del toro pero fuera del alcance de los derrotes con los pitones.

Camino con Traguito

Paco Camino en México con Traguito. El torero persigue al toro (manso) pero una vez en la muleta efectúa movimientos de huida para que este se encele.  Merece la pena revisar este video que ya insertamos en otra entrada del blog

Por tanto, al viaje de la muleta delante de la cara del toro debe acompañar un correcto juego de piernas, cintura y muñeca que no deje al descubierto el cuerpo.

Hay que ganar, a su vez, ligeramente el pitón contrario del toro, pero sin excesos que lo obliguen para que no adopte una actitud defensiva, sino que ponga de manifiesto su instinto dominador pensando que el enemigo esta huyendo y confíe su embestida a su propia hegemonía, obedeciendo a las leyes naturales de selección, establecidas en los animales salvajes, dentro de su propia manada.

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Hay que ganar el pitón contrario de forma moderada. Sin excesos (Morante en las Ventas)

Segundo tipo de movimientos

Una vez conseguido lo anterior, con el movimiento que propone el torero sobre los terrenos del toro, ante la cara y sobre los tercios de la plaza, hay que poner en práctica el movimiento artístico dentro del muletazo, una vez alcanzado un buen grado de estoicismo y, sobre todo, de estatismo durante la faena. En este momento, aparece la ligazón y se percibe el dominio total del torero ante el toro que también, de esta forma, durante la lidia, se ha sentido primero ganador y luego sometido.

El movimiento en esta fase de la faena hay que realizarlo con el traspaso de pesos de una pierna a la otra y con el giro del tronco por medio de la cintura del torero, acompañando en todo momento con el pecho la cara del toro, desde que se inicia el muletazo hasta que se acaba detrás del torero.

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José María Manzanares es uno de los toreros que más correctamente juego con el traspaso de pesos de una pierna a la otra lo que confiere una indudable estética a su figura, como se aprecia espléndidamente en esta otra sensacional fotografía de Paolo Mosole.

El movimiento de cintura, muñeca y piernas es imprescindible para quedar colocado siempre correctamente para el siguiente muletazo.

 

Hay dos tipos de movimientos

Conclusión: Hay dos tipos de movimientos, el de la lidia y los terrenos, y el que se imprime dentro del muletazo.

Por tanto, cuando un toro no llega a ser ofensivo en su embestida y se mantiene defensivo, no tiene sentido el estatismo, tomando protagonismo el movimiento lidiador.

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Cuando el toro se pone a la defensiva, cobra protagonismo el movimiento lidiador (Ejemplo del primer tipo de movimientos. Fernando Cámara en Madrid)

Cuando por el contrario el toro adopta una defensa ofensiva, atacante, cobra sentido el movimiento dentro del muletazo y el estatismo del torero.

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Cuando el toro es ofensivo aparece el estatismo del torero y el movimiento del propio muletazo (Ejemplo del segundo tipo de movimientos. Fernando Cámara en Madrid)

Esta es una definición de la lidia completa, pero sobre todo es la recuperación de la lidia por medio de movimientos estéticos, danzantes y sobre todo éticos, sin escatimar momentos de lucimiento durante toda la faena.

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Se reivindica aquí un concepto de la lidia basado en movimientos estéticos que no suponen renuncia al lucimiento del diestro ni merman su carga ética (El autor del artículo toreando en Madrid)

 

Selección de imágenes y comentarios a pie de foto: Jose Morente