martes, 19 de febrero de 2013

Tauroteca (II) ¿Conocimiento de las reses o de las suertes?

Por Jose Morente

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Cúchares y el Chiclanero disputando matar el primer toro de la tarde (Lámina de la Lidia del 10 de mayo de 1886). Hoy, por el contrario, todos quisieran un telonero por delante.

Hace casi dos años (¡dos años ya!) publicábamos en una de las primeras entradas del blog una reflexión sobre las dos principales líneas del toreo: Aquella que propugna la primacía del conocimiento de las reses frente a la que defiende que lo importante es, por contra, el conocimiento de las suertes.

Fue ese el principal tema de debate de la controversia (En toros, a las controversias se les llama competencias cuando se dirimen en los ruedos) que sostuvieron, mediados el XIX, el Chiclanero y el Cúchares y sobre la que hablábamos en la entrada citada. 

No voy a volver sobre aquella disputa histórica (de vigencia plena en la actualidad) sino que me limitaré a insertar, en nuestra modesta Tauroteca, unas viejas imágenes filmadas que ilustran muy bien esos añejos y eternos conceptos.

 

Joselito el Gallo. Conocimiento de las reses

Si se considera que lo más importante, para el torero, es conocer y entender el comportamiento del toro, parece inevitable disponer o exigir en el diestro un amplío repertorio de pases con los que resolver las cambiantes condiciones de aquellas.

Por eso, los toreros de esta escuela, defensores de la importancia del conocimiento de las reses (Como Costillares, Paquiro, Guerrita o Joselito el Gallo) han sido toreros largos y capaces de adaptar su toreo al toro, eligiendo de entre aquel repertorio la suerte que más se acomodaba a cada momento. Y, sobre todo, ejecutando esas suertes no de un modo sistemáticamente igual sino  (y esto es lo importante) en la forma y con los matices que cada toro demandase.

1914-07-03 Madrid Larga cordobesa a Barrabas (3º)

Joselito con Barrabás, en una larga cordobesa de remate de uno de los quites de los muchos que dio la tarde de los 7 toros de Martínez (Fotografía del archivo particular de la familia Sánchez-Mejías Herrero publicada en facebook recientemente)

 

Juan Belmonte. Conocimiento de las suertes

Pero el toreo no es sólo técnica sino que también es o puede ser arte. Por eso, algunos toreros han preferido sacrificar la eficacia de las suertes a su plasticidad.

En esta línea del toreo, la de los toreros que priman el conocimiento de las suertes sobre el de las reses (Pepe-Hillo, El Chiclanero, Belmonte), la forma de ejecutarlas prevalece sobre la finalidad dominadora pues lo importante –para estos toreros- es la expresión personal que ponen en su toreo.

En este concepto del toreo, que busca la perfección en la ejecución de las suertes, que se imponen y no se adaptan a las condiciones de las reses, estas derivan por lo general hacia un único modo de realizarse. Las suertes pierden así los matices de los que antes hablábamos, se acaban convirtiendo en canon y sólo se admiten como variaciones las derivadas del acento personal que cada torero pueda poner en su ejecución.

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Todo el sentimiento y expresión personal del toreo de Juan Belmonte en esta excepcional verónica. Las manos van muy altas para lo que se estila hoy pero el toreo de Juan luce también a gran altura.

 

Tauroteca. Joselito y Belmonte frente a frente.

Lo mejor es ver estas cosas en la práctica. Por ello, vamos ejemplificar estos dos conceptos antagónicos del toreo trayendo a nuestra Tauroteca dos ejemplos de dos grandísimos toreros. Cada uno de ellos, referente máximo de su forma de torear. Se trata nada más y nada menos que de Joselito el Gallo y Juan Belmonte frente a frente.

Y lo de frente a frente tiene, en este caso un carácter nada simbólico y es que, en la segunda de las películas, vamos a ver a Juan Belmonte en una tarde en la que toreaba mano a mano con Joselito en Sevilla. De hecho veremos a José fugazmente al pie de la imagen junto a la barrera mientras Juan recibe al toro. Luego el de Gelves se bebe un vaso de agua que le facilita -probablemente- Jaime Quirós y se dirige a intervenir en un quite que, por desgracia, no se filmó o no nos ha llegado.

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Sevilla. Mientras Belmonte recibe de capa a su toro, Joselito se refresca junto a la barrera.

Pero vayamos al grano.

 

Torea Joselito

En la primera parte, podemos ver a Joselito la tarde de los siete toros de Martínez. Le vemos recibir al quinto toro (Nevadito, negro zaino, bizco del izquierdo) con su habitual eficacia. Tres verónicas, un farol, una navarra y un recorte. Luego le vemos en un quite a su picador Pinto, rematado con una espectacular larga doble, donde no sólo es de reseñar la gracia capotera de José sino su capacidad lidiadora pues el toro queda perfectamente colocado en suerte para la siguiente vara.

Un inciso terminológico. Aunque nos pueda sorprender hoy, Paco media Luna en el Toreo llamaba navarra al lance que Joselito daba después del farol. Un lance que no tiene nada que ver con la suerte que hoy conocemos con este nombre sino con la descrita en las Tauromaquias clásicas. Se trata pues de la verdadera navarra. Quede hecha la precisión sobre un lance al que dedicaremos una próxima entrada.

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Joselito ejecuta una navarra. Nada que ver con el lance que hoy conocemos con este nombre. En la navarra antigua (la descrita en las viejas tauromaquias), el giro se da en sentido contrario al del viaje del toro, como vemos que hace el diestro de Gelves. En la actual, es justamente al revés.

Y, en segundo lugar, la larga doble de remate que Paco Media-Luna denominó (quizás con menor fortuna) “larga afarolada por bajo” probablemente por no saber que nombre ponerle. La denominación utilizada por el revistero del Toreo no parece correcta pues el farol y los afarolados se ejecutan por definición por encima de la cabeza. En cualquier caso, una preciosidad de lance.

Larga doble

Joselito remataba su quite con una exquisita larga doble de la que aquí vemos su inicio.

Pero, atentos, que tocan a banderillas. Joselito cita desde el tercio e intenta cerrar al toro que lo ignora ostensiblemente. Cuando el burel le vuelve, por segunda vez, la cara, José, a la vista de eso, le cambia los terrenos y se dirige a la querencia de un caballo muerto. Allí (¡que sabiduría la de este torero!) el toro se le arranca con presteza y la suerte se consuma con la facilidad y lucimiento propias en él.

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José cita a banderillas. Nevadito no se da por enterado.

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…Pero en la querencia de un caballo muerto, ya no dará problemas.

Torea Juan Belmonte

La segunda parte corresponde a los lances de recibo y un quite de Juan Belmonte en Sevilla alternando como hemos dicho con Joselito. Es probable que se trate de uno de los mano a mano del año 15 en los que tanto destacaron ambos, aunque no lo podemos asegurar.

Juan recibe a su toro (un toro muy bien presentado y gordo) en el capote, con su peculiar estilo parado y magnífico. También intercala un farol entre las verónicas y de propina (¡Vaya propina!) no una sino dos de sus famosas medias verónicas. Impresionantes en verdad los lances de recibo del trianero.

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Impresionante media verónica de Juan Belmonte. Aquí por partida doble.

La primera vara es brutal pues el toro (un buen mozo) derriba con estrépito y, tras el leve puyazo delantero, viene el quite de Belmonte que es sensacional.

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El toro empujando con mucha fuerza va derribar estrepitosamente a caballo y jinete.

Otro farol y otra media verónica marca de la casa pero –y aquí la diferencia con Joselito- el toro sale suelto hacia las tablas (quizás por un peón inoportunamente colocado)  mientras Juan (despreocupado de la res) marcha jacarandoso hacia la barrera recogiendo los merecidísimos aplausos dirigidos a su fenomenal estética (que no a su diligencia lidiadora). Está claro que los tiempos estaban ya cambiando.

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Una curiosa escena. Belmonte remata su quite con una sensacional media verónica marca de la casa pero el toro, en su salida, hace por un peón mal colocado que se defiende tirando el capote. Mientras tanto Juan, al margen de todo ello, se dirige muy ufano a recoger los aplausos (merecidos) del publico. Al toro habrá que volver a llevarlo ante el caballo. La estética prima ya sobre la eficacia. Nuevos tiempos…

 

Lo vemos.

 

Conclusiones.

El toreo no es (no puede ser) monolítico ni uniforme. Durante toda la historia del toreo las disputas entre aficionados sobre que modos debían primar han sido recurrentes y lógicas. Y es que no existe (ni puede existir) una respuesta única como muchos pretenden hacernos creer. Y tampoco existe (ni puede existir) una única forma válida de torear.

Una de las cosas que más sorprende del discurso del sector más radical de la afición actual (un discurso cada vez más radical y cada vez menos actual) es quizás, precisamente, la contradicción que supone pedir, por un lado, variedad de encastes y comportamientos de las reses (petición que se manifiesta en una desaforada inquina –ya casi patológica- contra todo lo que huela a Domecq) y, por otra en cambio, exigir que se toree siempre de una única y determinada manera (La manera supuestamente “ortodoxa” de la muleta adelantada, la “pata ‘alante” y el remate detrás de la cadera) a esos mismos y diversos toros.

A ver quien explica esto.

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Exigir que se practique el mismo tipo de toreo actual a todos los toros como se exige ahora es absurdo. En la foto de Arjona para Aplausos, Diego Urdiales cogido por un Victorino muy complicado en la Feria de Bilbao del pasado año. El riojano estuvo sensacional ese día.

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Postdata: La película que hoy se incluye en nuestra peculiar Tauroteca se preparó expresamente (junto con otras muchas imágenes más tanto cinematográficas como fotográficas) para la charla que dimos en Antequera el pasado viernes día 15 de febrero, con motivo de la presentación oficial de la Asociación de aficionados prácticos taurinos de esa ciudad. A ellos, encabezados por su Presidente, José Ignacio Manzanares, a mi buen amigo Daniel Herrera, también miembro de la Asociación,  y al Alcalde del simpático municipio malagueño, Manuel Barón, que nos honró con su presencia, como suele decirse y en este caso de verdad, mi total agradecimiento que hago extensivo a todos los asistentes al acto.

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Una conferencia sobre Joselito y Belmonte en un marco incomparable (y tampoco es tópico), la Sala Antequerana de la Biblioteca San Zoilo de Antequera. Y una magnífica compañía, Manuel Barón y José Ignacio Manzanares.

martes, 12 de febrero de 2013

Ampliando nuestra pequeña biblioteca taurina (II) El toro en el campo

Por Jose Morente

Un toro de F. Palha en el campo (foto Laurent Larrieu)

Un toro de Fernando Palha, de hechuras decimonónicas, en el campo (Fotografía de Laurent Larrieu publicada en la bitácora de jaquetón)

 

El toro en el campo

En junio del año pasado, una lectora del blog me consultaba sobre libros, folletos, ponencias, que se refirieran a estos dos temas:

1.- Nutrición del ganado bravo,
2.-Selección de reproductores, haciendo hincapié en el manejo práctico de los métodos.

No tengo demasiado información sobre el primero de esos temas (nutrición del ganado de lidia) pues me interesa más –lógicamente- como aficionado el comportamiento del toro en la plaza que las cuestiones más propiamente ganaderas. En ese sentido, sin embargo, lo relacionado con la elección de sementales siempre ha atraído la curiosidad de los aficionados.

 

Libros sobre el ganado bravo

Sin perjuicio que se pudieran localizar textos más detallados,  incluyo a continuación una pequeña relación de los libros que, sobre esos temas conozco y he leído.

1. El Cossío (El tomo I de la edición principal. La de los 12 tomos grandes).

Habla del toro en el campo y de las leyes de Mendel aplicadas a la reproducción. También algo de nutrición y sanidad.

2. “El toro bravo” de Alvaro Domecq (Colección la Tauromaquia nº 2 Espasa Calpe, Madrid 1985). Es un trabajo magnífico sobre todo lo relacionado con el toro en el campo. Trata por extenso los temas que le interesaban a nuestra lectora (aproximadamente unas 472 págs..)

El toro bravo 1985 Alvaro Domecq

El toro bravo de Don Álvaro Domecq y Díez (1985)

 

3. Es también muy interesante el artículo "Cría y selección del toro de lidia en la actualidad", también de Álvaro Domecq en el Tomo XI del Cossio (1992) . Es ampliación y actualización (unas 300 pág.) del libro “El toro bravo”.

4. Más moderno. "Del toreo a la bravura" de Juan Pedro Domecq (Alianza Editorial , 2009). Este libro del genial ganadero jerezano, es fácil de encontrar y además hace poco se ha publicado una edición barata de bolsillo. Trata sobre todo el tema de la selección en función del tipo de toro buscado por el ganadero, por lo que habla bastante de temas de toreo y de los conceptos relacionados con la bravura como la casta, la fiereza, la nobleza o la toreabilidad. Pero también dedica atención a la utilización de métodos informáticos en la selección del ganado. (Juan Pedro ya hizo algún apartado o anexo en el artículo de su tío Álvaro publicado en el Cossío, que acabamos de citar).

Del toro a la bravura JP Domecq Solís 001

Del toreo a la bravura de Juan Pedro Domecq (2009)

5. Los primeros tratados clásicos sobre el tema. Ramón Barga, Benito Madariaga, etc. Hoy creo que (salvo reediciones que no conozco) son difíciles de encontrar (hay que buscarlos en librerías de viejo).

Historia y bravura del toro de lidia

Historia y bravura del toro de lidia de Cesáreo Sanz Egaña (Colección Austral de Espasa Calpe, Madrid, 1ª ed.,

6. El más clásico. "La vida privada del toro" de Luis Fernandez Salcedo (Editorial Mon. 1955). Existe reedición reciente (Los libros de Salcedo los ha reeditado Egartorre estos últimos años).

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Portada (más bien feílla como todas las de esta editorial) de la edición (3ª ya) de Egartorre. El caso es que el libro se sigue reeditando y está al alcance de los aficionados actuales lo que es de agradecer pues las tiradas de los libros de don Luis eran, por decisión del autor, muy cortas. 

7. Otro clásico sobre reproductores. El “Diano” tambien de Salcedo (De este estoy seguro que existe edición reciente pues tengo la de Egartorre). Es un libro excepcional pues trata sobre la vida y descendencia de un semental mítico, el Diano de Martínez, un toro de encaste ibarreño legítimo y, por tanto, (algo que no gusta hoy a muchos aficionados) fino y terciado hasta la exageración.

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Portada de la 1ª edición de “Diano” de Luis Fernández Salcedo (Este ejemplar del que reproducimos la portada es del Catálogo de Librería Rodríguez. Hay reedición moderna de Egartorre)

Por cierto de Salcedo hay que leerlo todo (todo lo que se pueda) pues habla del toro en el campo con una gracia y una amenidad enormes. O sea que son especial y altamente recomendables todos sus libros: En primer lugar, “Los Cuentos del Viejo Mayoral” y luego, “Charlas taurinas”, “Media docena de rollos taurinos”, “Mientras abren el toril”, “27 acuarelas taurinas”, etc, etc. Especialmente interesante es “Verdad y mentira de las Corridas de Concurso” que se editó en su día por la Unión de Bibliófilos Taurinos que tan magnífica labor viene haciendo desde su fundación por rescatar textos antiguos.

El toro bravo Luis Fernandez Salcedo

Otro libro de Don Luis, “El toro bravo

8. Más actuales, hay que destacar los libros de dos veterinario José Luis Prieto Garrido y Adolfo Rodríguez Montesinos que (cada uno por su lado) están sacando cosas muy interesantes sobre el toro pero que, en general se refieren más a los temas de bravura y encastes, que a los temas del campo.

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El toro bravo en el campo de José Luis Prieto Garrido (Editorial Almuzara).

Espero que los lectores (especialmente los lectores ganaderos) aporten algún libro más que pudiera sernos de interés a todos. No obstante, de intención, hemos dejado fuera de esta relación los libros que hablan de la historia del toro de lidia y los que hablan de su genealogía, así como aquellos otros que tratan sobre sus características fenotípicas y los diferentes encastes. Capítulo aparte merecen también los -muy escasos- que tratan del comportamiento del toro en la plaza.

Aunque hablaremos sobre todos ellos más adelante, si que me parece oportuno recordar lo que dice don Álvaro Domecq en su libro “el Toro Bravo” sobre la cuestión del comportamiento del toro en la plaza.

De la web Noticias sorprendentes. Un toro saltando al tendido en Tafalla

Lo que decía Don Álvaro

Don Álvaro Domecq, aparte de magnífico rejoneador, fue un ganadero sin igual y capaz, mezclando diferentes componentes, de crear un encaste singular, el del toro de Torrestrella. Encaste cuyos ejemplares están dotados de una belleza y bravura distinta.

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Las magníficas hechuras de un Torrestrella para Madrid (Foto de Juan Pelegrín)

Hoy día en que los conceptos sobre lo que debe ser un toro y sobre cual es su comportamiento ideal están tan desquiciados y cuando –a veces- se jalea como bravura lo que no es sino fiereza más o menos cobarde, no está de más revisar estos viejos textos de un gran ganadero que sabía de verdad lo que se traía entre manos.

En el capítulo 41 de su libro “El toro bravo”, titulado “Resumen de lo dicho”, el ganadero jerezano nos recuerda el proceso de evolución de la bravura del toro desde la búsqueda de la dureza en su embestida a los caballos que, al ir sin petos, propiciaban un espectáculo sangriento y cruel hasta su depuración posterior donde se busca (y se consigue gracias a la selección) un animal que sea más bravo.

“Del toro se ha seleccionado la codicia, y la tiene; se le seleccionó la bravura, y ahí está, pese a que, al no conocer el concepto bravura, de antemano nos parece que hoy el toro está bajando, según dicen los entendidos o los que escriben de su raza”.

Añade Don Álvaro, con fina ironía:

“Circula la opinión de que el ganadero ha querido bajar la casta  para hacer toros más comerciales. Esta es una idea que conviene aclarar y sólo los ganaderos pueden explicarla. Yo, que escribo estas líneas, y lo soy, voy a tratar el tema sin saber si el lector podrá comprenderme”

 

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Explanada de las Ventas en día de corrida. Los aficionados llegan a la plaza (Foto de www.skyscrapercity.com)

Empieza la lección magistral.

“Antes el toreo era tratar de dominar al toro indomable –que no es igual que bravo-  que se arrancaba muchas veces, inesperadamente, que se volvía seguido, que mantenía su fuerza porque no se picaba bien o, mejor dicho, a placer; el toro no se entregaba como hoy.

El toro daba emoción en la suerte de varas, no precisamente por su bravura máxima, sino por su movilidad y acierto en derribar caballos. Entonces la suerte de varas era emocionante, magistral, llena de arte (…) pero en estas condiciones el toro se picaba deficientemente, por lo general, y se hacía dueño del ruedo. Había emoción, divertimento ante el peligro. Tenía emoción también la suerte de banderillas por la falta de fijeza del toro, y su movilidad, porque no estaba suficientemente picado”.

1896-06-01 (p. Pan y Toros) agujetas entrando a picar

La suerte de varas era emocionante… “El puyazo era como una picadura de abeja o algo más” según Don Álvaro Domecq (Fotografía de Pan y Toros. El picador Agujetas citando al toro en Madrid. Mayo de 1896)

“Después, en la muleta, una pura batalla, surgía la emoción del torero valiente, que a base de pases de castigo, conseguía fijar, parar al toro, y de vez en cuando, darle un muletazo (…) El concepto del toreo se basaba en la emoción y en el peligro. Era una fiesta más dura como la vida de entonces, que hacía que el público reclamara y exigiera esa dureza, esa sensación de fuerza y de peligro, que tenían sus propias vidas con las incomodidades y dificultades de la época”.

Lo que vino después ya lo conocemos aunque a veces no seamos capaces de entenderlo:

“A través del tiempo la emoción fue perdiendo algo de su inmenso valor, porque junto a ella apareció el arte del toreo, que no es igual que la fuerza y valentía, y aparecieron en la fiesta dos conceptos distintos que podemos llamar para distinguirlos, arte y quietud”

 

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Y después apareció el arte… (Rafael el Gallo en un remate con el capote a una mano)

 

“Empezaron a surgir toreros que tenían gran parte de las dos cosas, y otros que sólo tenían una de las dos, y se dividieron los públicos. Unos con los toreros del arte; otros con los del valor, y todos con los dos a un tiempo. Pero hacía falta el toro que lo permitiera, y en la selección se le dio importancia al toro que embestía al torero”.  

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Hay toreros valientes y toreros artistas. Y que no se me olvide, toreros técnicos. Estas cualidades no son –como opinan algunos- jerarquizables ni pueden pensarse subordinadas unas a las otras (En la foto, del blog de Rafael Cabrera “Recortes y galleos”,  Puerta, Camino y el Viti triunfando en Madrid. El rigorismo de los públicos actuales hace imposible que hoy se produzcan triunfos similares).

Y remata el ganadero de Jerez:

“Resultado de esto fue que se excluyera el toro de bravura defensiva y se valorara al toro de embestida fija y codiciosa, porque sus condiciones eran más aceptadas por la mayoría del público.

El de embestida defensiva era, naturalmente, más vigoroso y fuerte, entre otras cosas, porque al no dejarse dominar, dominaba él y eso traía emoción a la fiesta.

Pero como había que dominar al toro, se inventó la forma de conseguirlo con la protección del caballo y el peto. Con estos dos elementos se dominó al toro defensivo y al mismo tiempo se abusó del toro que se entregaba.

Aquel se defendía, pero embestía tan sólo a ratos; el de bravura entregada, embestía casi siempre y en su entrega mermaban su poder y su fuerza

No es habitual, en este blog, transcribir párrafos tan extensos de otros autores. Sin embargo, anda tan errático el discurso del aficionado de tendido y café sobre el tema de la bravura que merecía la pena dejar a Don Álvaro que se explayara explicando estos conceptos tan claros y tan sencillos pero que, quizás por ello, por claros y sencillos, cada vez van siendo más olvidados y resultan a la postre desconocidos, sobre todo por las nuevas generaciones de aficionados a los que, estas verdades, hoy no se las cuenta nadie.

¡Chapeau, ganadero! 

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   La emoción del peligro. Cuando no había petos, hasta el toro más manso se crecía en el ruedo ( Una caída-El matador al quite. Postal de Marcel Delboy)

martes, 5 de febrero de 2013

La normativa taurina (I) Un escándalo horrible

Por Jose Morente

1886-05-10 La Nueva Lidia Una bronca mayuscula (2)

Una bronca mayúscula (Detalle de una ilustración de Alaminos para la Nueva Lidia  del 10 de mayo de 1886). Las protestas en las plazas de Toros fueron muy frecuentes en épocas pasadas, especialmente en el siglo XIX y principios del XX. Siguen siéndolo hoy pero sin la virulencia de antaño.

Una joven lectora de este blog, Irene Tamayo,  sugería no hace mucho que dedicásemos alguna entrada a ejemplificar algunos de los matices menos conocidos de la normativa taurina. Proponía además que ello se hiciese mediante anécdotas y hechos que se salgan un poco -o mucho- del día a día habitual de una corrida de toros” para darle mayor amenidad a un tema, de por sí, bastante árido.

Recogiendo el guante, vamos a comentar –en esta y en próximas entradas- algunos aspectos de los reglamentos taurinos, vigentes y pasados, pero antes, vamos a reflexionar un poco (no mucho) sobre el tema de la reglamentación de la Fiesta y sobre su supuesta necesidad.

 

¿Es necesario reglamentar el orden técnico de la Fiesta? 

Los Reglamentos taurinos se han venido justificando históricamente en razones de seguridad y orden público. Por otra parte, la necesidad de garantizar los derechos del consumidor parece también exigir la previsión de un régimen disciplinario y sancionador que evite el fraude.

1909-06-17 (Los Toros) espectadores en el ruedo

Protesta de espectadores en el ruedo de la Plaza Vieja de Madrid. el domingo 13 de junio de 1909. La presencia de los espectadores en el ruedo durante el desarrollo del espectáculo (algo habitual en épocas pasadas) suponía una alteración del orden público y un problema de seguridad (pues la protesta se producía las más de las veces durante la lidia del toro) como ocurrió ese día.

Cuestión distinta es la conveniencia de incluir en los reglamentos la regulación de los aspectos técnicos del espectáculo. Sin embargo, el orden de lidia y su desarrollo han sido objeto de extensa y detallada normativa en todas las épocas.

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En la Tauromaquia de Montes (1836), se trataban tanto los temas técnicos, propios de una tratado taurino, como los de orden público y de seguridad, propios de una ordenanza (estos últimos incluidos en el epígrafe final “Reforma del espectáculo”), Es muy probable que sea esa mezcolanza la causa de que las reglamentaciones taurinas incluyan, desde entonces, cuestiones que atañen al mero desarrollo de la lidia.

La inclusión de las cuestiones relativas al desarrollo interno del espectáculo dentro de los reglamentos taurinos implica que estas puedan ser objeto de fiscalización y, en su caso, de sanción administrativa, lo que plantea algunas dudas.

1887-05-30 Un aviso al picador (Lám.)

Un aviso al picador. Lámina de la Lidia del 30 de mayo de 1887. Hay cuestiones del desarrollo del espectáculo que sólo pueden controlarse desde fuera del redondel. Sin embargo, es cuestionable que dicho control deba corresponder a la autoridad gubernativa y más aún que los incumplimientos deban ser objeto de sanción administrativa

Ese mismo número de la Lidia incluía un artículo de Federico Mínguez, titulado “Bronca a los toreros”, donde, con motivo de un disturbio acaecido en Madrid unos días antes de la publicación de la revista (concretamente el anterior 7 de mayo), recriminaba duramente a los espectadores que siempre “tienen en la boca el reglamento” pero que “no dejan de pedir cosas contrarias a él” y que, en todo caso, perturban una corrida que “tienen derecho a ver con tranquilidad los que gozan y la saborean como espectáculo que les halaga y satisface”. El escritor terminaba protestando enérgicamente contra los que de tal modo obraban. Protesta que suscribimos pues no parece razonable que, por el parecer (como mínimo discutible) de un número minoritario de espectadores se altere y moleste al resto mayoritario de la plaza. Algo que deberían plantearse quienes protagonizan habitualmente esas protestas.

Un detalle curioso: El cesto que un vendedor de naranjas ha dejado momentáneamente en el suelo del callejón.

Independientemente de estas consideraciones generales, lo cierto es que la regulación actual de la Fiesta de los Toros en las distintas Comunidades Autónomas conjuga cuestiones de policía del espectáculo (orden público y seguridad) con cuestiones de orden técnico. Una curioso situación que diferencia al toreo y lo singulariza respecto al resto de espectáculos y que, por el momento, nadie parece cuestionar.

 

Escándalo horrible en la undécima de abono

1909-06-14 El Imparcial (N.N.)

Entradilla de la reseña de la corrida del día 13 en el Imparcial del 14 de junio de 1909

La salida al ruedo del segundo toro, de la undécima corrida del abono madrileño de 1909 (el domingo 13 de junio), que correspondía a Antonio Boto Regaterín,  produjo un escándalo monumental.

Y es que los ánimos venían ya muy caldeados ese día. Primero, porque la ganadería que se estaba lidiando esa tarde no figuraba entre las del abono. Segundo, porque de los seis toros de Gregorio Campos finalmente anunciados, dos habían sido rechazados en el reconocimiento previo y sustituidos por un toro de Cortés y otro de Aleas y tercero porque ni el primero de la tarde ni el que acababa de salir al ruedo (Grajito, negro, chico y rabón) tenían un presencia mínimamente aceptable.

1909-03-25 Cartel de abono (El Enano) 01

Noticia de los toreros y las ganaderías que componían el cartel de abono de ese año (Publicada en el Enano el 25 de marzo). No figuraban ni Bombita (fue el año del Pleito de los Miuras) ni Machaquito ni Rafael el Gallo, máximas figuras del momento. Los toros de Gregorio Campos tampoco estaban anunciados. Aunque sí los de Don Vicente (D.V.) Martínez

1909-03-31 La Correspondencia  Mosquera cambiar el modo del cartel

Un detalle curioso es que, por aquellos años, se anunciaba la lista de toros y la de toreros que formaban el abono pero no se especificaban los carteles concretos. Era algo que venía casi obligado por las clausulas de los contratos de los toreros pero a lo que el empresario de Madrid quería poner remedio, como indicaba el propio Mosquera en una declaración al diario La Correspondencia de España, el 31 de mayo.

Para colmo el toro segundo, además de chico y feo, salió más manso que un mulo. Por eso, cuando el Presidente sacó el pañuelo rojo que ordenaba poner banderillas de fuego, se armó… la mundial.

1897-11-09 (p. Pan y Toros) Banderillas de fuego

Las banderillas de fuego (la fotografía es de la revista Pan y Toros de 1897) solían ser muy accidentadas y el tercio poco lucido normalmente aunque divertido (Al menos para los villamelones, que diría mi amigo Gastón Ramírez). La regla de un tercio accidentado se cumpliría ese día con Grajito, pues Bonifa tiró un par que no clavó, luego pusieron medio (o sea, un sólo palo) junto a la oreja que no explotó, luego otro que también se cayó y, por fin, medio más al cuarteo que, ese sí, por fin explotó. Lo que se dice un verdadero desastre.  

Mientras lo banderilleaban más mal que bien, la protesta iba creciendo y el público pedía a voz en grito que el toro fuese retirado a los corrales.

1909-06-13 (p. 14 ABC) Texto

La bronca contada en el ABC del día siguiente. Por cierto, ya han aparecido aquí las naranjas que antes nos dejamos en la cesta del callejón. Son las mismas que se vendían para refresco de los espectadores y que, en ocasiones como estas, se utilizaban como arma arrojadiza.

Algunos espectadores empezaron a echarse a la plaza e, incluso, los más osados intentaban torear al burel.

1909-06-17 (Los Toros) espectadores en el ruedo 01 Otro toreando

Los más osados intentaban torear al toro (Fotografía publicada en Los Toros del 17 de junio de 1909)

Y pasó lo que tenía que pasar. Que el toro cogió a un espectador…

1909-06-17 (Los Toros) espectadores en el ruedo 02 Cogida de otro espectador

Dramática cogida de uno de los espectadores que saltaron al ruedo (Los Toros del 17 de junio de 1909).

…Y luego a otro al que hirió aunque, por suerte, sin gravedad.

1909-06-17 (Los Toros) espectadores en el ruedo 03 Cogida de Jose Monge Gonzalez

Aparatosa cogida del espectador José Monge González que acabó en la enfermería con una herida en la región occipital y conmoción cerebral según el parte facultativo (Fotografía publicada también en Los Toros del 17 de junio)

El caso es que al Presidente, Don Francisco Fuertes, el tema se le había ido de las manos quizás porque fue incapaz –como decía Paco Media-Luna en el Toreo- de “hermanar el rigor del reglamento con las exigencias del público”. Al final, ante el desaguisado montado (“impropio de la Plaza de Madrid”, añade el citado revistero) claudicó y devolvió el toro al corral, saliendo en su lugar el sobrero que fue tan manso como el anterior por lo que tuvo que ser condenado igualmente al “tuesten”. El sobrero acabó sacando agua de la noria y Regaterín, que estuvo muy valiente y decidido con este toro por lo que oyó muchas palmas, se hartó de correr tras él.

Del resto de la corrida, solo se salvó el quinto cumpliendo el adagio popular. El sexto de Aleas, volvió a llevar fuego. En resumen que, aunque los toreros (Vicente Pastor y Manolete fueron los que acompañaron a Antonio Boto ese día) estuvieron por encima de las reses, la corrida fue mala sin paliativos.

 

Lo que decía el reglamento taurino de la época

Regía, en aquellos años, el Reglamento de 1880 (del que puede consultarse el ejemplar comentado por Leopoldo Vázquez y que está en la Biblioteca Digital de Castilla y León)

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A principios del siglo XX regía en Madrid el Reglamento de 1880 promulgado por el Conde de Heredia Spínola. La edición que hemos utilizado es la de 1891 comentada por Leopoldo Vázquez.

Sobre la cuestión que nos ocupa (devolución de toros y previsión de sobreros) el citado texto contenía una regulación similar en líneas generales a la del actual Reglamento nacional.

Así establecía la obligación de disponer de un sobrero que podía ser de distinta ganadería (El reglamento estatal actual exige dos en plazas de 1ª categoría). Si el toro se inutilizaba en el ruedo durante los dos primeros tercios de la lidia debía ser apuntillado o devuelto a los corrales, corriendo turno para los matadores. Por el contrario, si la inutilización hubiese tenido lugar en los chiqueros el toro se retiraba al corral y se sustituía por otro sin correr turno.

Lo más interesante ya que atañe al asunto que nos ocupa era lo regulado por el artículo 22 que establecía que si había que devolver algún toro por defecto físico la autoridad debería castigar severamente al Veterinario que, en el reconocimiento previo (obligatorio y que se celebraba 6 horas antes de la corrida. Ahora son dos, uno de ellos el día anterior a la misma), hubiese dado por bueno al toro,

Ese reconocimiento previo versaba sobre la sanidad de la res y su utilidad para la lidia. En los comentarios al reglamento, Leopoldo Vázquez enumeraba los defectos que obligaban a  considerar las reses no útiles para la lidia:

Cometarios al reglamento Leopoldo Vazquez

 

El fondo del asunto

En realidad, el público protestó a Grajito no por su mala presentación (que la tuvo) o por presentar algún defecto físico (que, al parecer,  no  tuvo) sino, sobre todo y como suele ocurrir, por su manifiesta mansedumbre, que es algo que a los aficionados nos cuesta entender pues estamos convencidos (y con razón) de que cada toro tiene su lidia.

Más difícil de comprender aún (sobre todo pasado el tiempo y sin haber presenciado los hechos) son las críticas que los revisteros y, en particular Paco Media-Luna, hacían al Presidente pues venían a dar la razón al público en sus protestas por la mansedumbre del toro.

Sea como fuere, el asunto se viene repitiendo, año tras año y corrida tras corrida, cada vez que sale un toro manso huido a la plaza pues provoca la rechifla del respetable, que pide inexorablemente su sustitución.

 

El año pasada en Málaga

Algo parecido ocurrió en Málaga el año pasado el día 2 de septiembre con un toro de la Quinta que correspondía a Curro Díaz.

dos-devoluciones-reglamentarias-malagueta (Paperblog)

Ana María Romero devolviendo un toro manso de la Quinta en la Malagueta el 2 de septiembre de 2012 (Fotografía de Pepe Pastor publicada en Paperblog donde se analizaban con bastante precisión el carácter reglamentario de esa devolución).

El toro muy manso fue muy protestado por el público. Pese a que el reglamento andaluz es tajante respecto a esta cuestión, y excluye expresamente este supuesto (Dice textualmente el texto andaluz en su artículo 62.6: “La mansedumbre de la res no será, en ningún caso, motivo suficiente para acordar su devolución a los corrales”), la Presidenta de la corrida decidió devolver el toro.

Dicha devolución se justificó en el Acta (según se dijo) por razones de orden público. En concreto, se aducía que la devolución se hizo para evitar el probable altercado que se hubiera producido en caso contrario, ya que el diestro -Curro Díaz- y su cuadrilla  se negaban ostensiblemente a lidiar la res. Por ello, se proponía además sancionar a los toreros.

Entre cumplir a rajatabla el reglamento o evitar una alteración del orden público, se optó por esto último.

Una solución bastante razonable aunque discutible, pues la supuesta alteración del orden público no pasa, en el fondo, de ser una mera hipótesis y es harto improbable (por no decir imposible) que se hubiese producido en la realidad, ya que el público de ahora no tiene, por suerte para todos, nada que ver con el público de antes.

Y desde luego, nada que ver con el público de la undécima corrida del abono madrileño del año 1909.

1909-06-13 (p. 17 El Toreo) Escandalo en Madrid

Un escándalo formidable. Madrid, 13 de junio de 1909 (Fotografía de El Toreo del día 17 de junio).

sábado, 2 de febrero de 2013

Joselito el Gallo (XII) ¿Está usted satisfecho?

Por Jose Morente

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La foto que “tuiteó” Ignacio Sanchez-Mejías (@isanchezmejias) el lunes pasado

Mis amigos Ignacio y José  Sánchez-Mejías Herrero, dos grandes aficionados de mucho abolengo,  vienen empeñados últimamente en rescatar del baúl familiar antañonas y magníficas fotografías de sus parientes Joselito el Gallo e Ignacio Sánchez-Mejías, algo que sus numerosísimos seguidores de facebook y twitter (como Antonio Pineda o yo mismo, por ejemplo) agradecemos infinitamente.

El lunes pasado, sin ir más lejos, Ignacio colgaba un curioso y sugerente “tuit” en la Red, con enlace a la foto que encabeza este post, y con un acertado comentario:

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Un interesante y sugerente “tuit” de Ignacio Sánchez-Mejías. 

La fotografía de marras, por la fuerza que transmite el toro, es realmente impactante tanto que llamaba inmediatamente la atención de varios aficionados (velocidad de las redes sociales) como el mismo Antonio Pineda quien señalaba que, por el hierro y por esa forma de embestir, estaba claro que se trataba de un Santa Coloma.

De igual modo, uno de los más señeros blogeros toristas, @javiertorear de “Toro, torero y afición”, colgaba al momento un post con el escueto título de “Toro con poder” y la referencia a su procedencia. Aunque sin más comentarios, quizás considerando que una imagen vale más que mil palabras.

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La foto en la página de “Toro, torero y afición

Es cierto que la postura del toro es muy llamativa (como el futbolista que remata un córner, decía un anónimo comentarista de ese espléndido blog) pero detrás de la fotografía (de todas pero sobre todo de ésta en concreto) hay siempre más, mucho más. 

Para empezar un torero, también con mucho poderío, y por si fuera poco una curiosa y esclarecedora anécdota.

Vamos a contarla.

 Lugar, día y hora

Lo primero que hay que indicar es a que plaza y a qué corrida corresponde esa faena pues el nombre del torero (Joselito el Gallo) y la ganadería a la que pertenece el toro (Santa Coloma) ya nos la desvelaban Ignacio y Antonio en twitter.

La plaza, claramente identificable por el reconocible dibujo de la contrabarrera, es la plaza vieja de Madrid, la que estaba junto al Palacio de los Deportes. Y el día de la fotografía, el 3 de mayo de 1914, día de la corrida de Beneficencia de ese año.

1914-05-03 (p. SyS) madrid Santa Coloma (3º) Joselito natural 001

La fotografía de Joselito con Vidriero tal y como se publicó (convenientemente recortada) en el Sol y Sombra publicado el día 7 de mayo.

Junto a Joselito esa tarde toreaba su competidor Juan Belmonte. Era la segunda vez que ambos se veían las caras frente a la Cátedra madrileña (las dos acompañados por Rafael el Gallo). La primera había sido el día anterior (2 de mayo del 14). En esta además completaba el cartel, pues era corrida de ocho toros, el ex-Chico de la Blusa, Vicente Pastor.

1914-05-03  (p. 07 Nuevo Mundo) Madrid Santa Coloma V. Pastor Gaoneras (sic)

Vicente Pastor toreando de frente por detrás. En Nuevo Mundo (donde se publicó esta foto) se dice que torea por gaoneras. La explicación de estos cruces de denominaciones la dimos en su día en la correspondiente entrada de este blog

El toro de la foto salió en tercer lugar. Se llamaba Vidriero y era cárdeno bragao algo que, en la foto, es difícil de apreciar, no así su hierro que se ve claramente.

Vidriero

Joselito lo recibió con tres verónicas a compás abierto. El crítico del Toreo dice que le extraña que no se lo reprocharan como se lo reprochaban a Bombita, y es que –añado yo- lo “clasicote” entonces era torear a pies junto.

Una anécdota nada ejemplar

La anécdota (nada ejemplar pues no puede servir de ejemplo) la cuenta Paco Media Luna en el El Toreo”. Nos dice este revistero que cuando Joselito (de celeste y oro) se dirigía a la res para principiar la faena, un señor del público le gritó: ¡Con la izquierda!

Y sigue el críticp:

Gallito dijo que sí, y efectivamente, con la izquierda y demostrando su gran facilidad, dio tres naturales seguidos, volviéndose hacia el tendido en actitud de preguntar: ¿Está usted satisfecho?”

1914-05-03 (p. El Liberal) Madrid Santa Coloma Joselito R. Marin

Uno de los naturales que Joselito dio a Vidriero visto por la pluma de R. Marín (El Liberal)

Luego vino el resto de la faena. El toro aunque noble y bravo acometía con pujanza y la faena fue algo movida.  Eso sí le aplaudieron mucho pero sin alcanzar el éxito grande (según N.N. en “El Imparcial”, merecía más) quizás porque todavía revoloteaba en la mente de los espectadores la faena que había hecho el día antes a “Azuqueco” de Contreras. Pese a todo, ahí queda el gesto del torero en respuesta al impertinente espectador.

Lo ocurrido se parece mucho a lo que le pasó en Santander toreando un toro de Saltillo y que ya comentamos en este blog. En cualquier caso, y como he dicho es de desear que el ejemplo no cunda ni que los espectadores en el Tendido se aficionen a decirle a los toreros lo que tienen que hacer en el ruedo, pues no todos son como Gallito capaces de torear incluso al dictado del público.  Un público que, rara vez (y casi nunca cuando dan estos gritos), sabe realmente cuales son las reales condiciones del toro.

En Nimes vimos algo muy parecido. Vimos como a José Tomás, en sus primeros toros, algunos de esos espectadores “sabelotodo” le exigían, de forma harto insistente e inoportuna que toreara con la mano izquierda. Igual que se lo exigía a Joselito el Gallo, en Madrid, otro impertinente espectador, hace la friolera de cien años.

La respuesta de Tomás fue tan torera como fue la de Joselito: En su caso, salir a torear de muleta, al toro del indulto, sin auxilio de la “ayuda”. Así todos los pases de muleta fueron en realidad verdaderos pases naturales. Los dados con una mano y los dados con la otra.

Un verdadero natural con la mano derecha (Fotografia del blog El libro del arte)

Pero lo digo, y lo repito, no todos los toreros son como José Tomás ni como Joselito el Gallo.

 

1914-05-03 (p. SyS) madrid Santa Coloma (3º) Joselito banderilla 001

Uno de los magníficos pares de banderillas que Joselito puso a Vidriero (Fotografía de Sol y Sombra)