domingo, 9 de marzo de 2014

La dificultad del primer muletazo de la tanda

Por Jose Morente

El Juli 02 (Paco Carmona)

En el primer muletazo de la tanda, cruzarse al pitón contrario adelantando la pierna de salida es un recurso válido (Fotografía facilitada por Paco Carmona de un inmenso natural del Juli)

El Juli 01 (Paco Carmona)

Sin embargo, en los siguientes muletazos, la embestida se debe vaciar hacia dentro, colocándose el torero más al hilo y retrasando la pierna de salida para poder ligar los pases(Fotografía del Juli facilitada por Paco Carmona). 

 

El nivel de precisión y complejidad técnica al que ha llegado el toreo actual hace que, el de épocas pasadas aunque magnífico, nos resulte a veces demasiado sencillo, demasiado simplificado, en sus movimientos.

Por esa misma evolución, hoy día no se sostienen ya las lecturas esquemáticas que del toreo antiguo hacían (y hacen) los aficionados y los tratadistas.

Aquella obsesión, por ejemplo, que tenía el crítico Gregorio Corrochano para que las faenas de muleta se hiciesen ligadas de principio a fin y sin interrupciones (obsesión que dio lugar a un capítulo completo de su libro ¿Qué es torear?), podía tener sentido cuando la faena de muleta se componía de 10, 15 ò 30 muletazos pero no cuando esta fase de la lidia se ha convertido en el momento culminante del toreo de nuestros días y, guste o no, piedra de toque de la calidad y categoría de toros y toreros.

Estadistica (1917-05-04 p. 05 ET)

Cuadro estadístico publicado en el Toreo del día 5 de la corrida celebrada el 4 de mayo de 1917. La faena de Joselito a Tabacoso, de la que hablamos largo y tendido en otro post de este blog, duró 3 minutos y se compuso de 14 pases de muleta. Cualquier parecido con la actualidad es mera coincidencia.

La faena de muleta actual se estructura hoy (y no sólo hoy sino desde hace bastantes años) a partir de series independientes de tandas de muletazos con los consecuentes descansos entre serie y serie. Descansos cuyo objeto es dar tiempo a que el toro recargue el depósito de su bravura o, dicho de otro modo, que “ordene su instinto mental” (en afortunada frase del diestro Manolo Martínez). 

Algo que Corrochano no llegó nunca a entender.

Que es torear p. 217 Il. Andres Martinez de Leon 001

Los paseos entre tandas cumplen un papel primordial en la faena moderna como tan bien han entendido los toreros (Imagen de Andrés Martínez de León que ilustra el capítulo titulado “De como debe ligarse el toreo” del libro ¿Qué es torear?-Introducción a la tauromaquia de Joselito de Gregorio Corrochano. Una tauromaquia válida en algunos aspectos pero que no sirve para entender el toreo moderno ni para comprender sus “porqués” )

 

Otra simplificación, consecuencia de la anterior, en la que también han caído los aficionados y tratadistas tradicionales (y también los no tan tradicionales) ha sido la de suponer que torear se resume, sencillamente, en ir sumando un buen muletazo tras otro.

Ese planteamiento numérico es el que subyace en el criterio de ese aficionado de tendido (al que yo llamo irónicamente “aficionado contador”) que se solaza en calificar y cuantificar muletazos. Es un aficionado al que podemos identificar por su frase favorita, que es esa de:

¡No es para tanto! ¡De cinco, uno!

Queriendo indicar que, de los cinco muletazos de esa tanda, sólo uno ha merecido realmente la pena; sin comprender que, para alcanzar la excelencia en ese muletazo excepcional,  es probable que hayan sido necesarios los otros cuatro.

Suponer que una faena se construye mediante la sucesión de muletazos sueltos, ejecutados unos detrás de otros, es como suponer que para construir una pared de ladrillos basta simplemente colocar un ladrillo detrás de otro. Lo que aunque cierto, no encierra toda la verdad.

 

Esta teoría de la faena entendida como suma de muletazos (que yo llamaría la “teoría de la pared de ladrillo”) ha sido sostenida incluso por autores de reconocido prestigio los cuales, para explicar como se debe torear, se han contentado con describir un pase aislado (generalmente, el primer pase de la tanda) suponiendo que contado o explicado el primer pase, quedaban explicados todos los demás.

La cosa, sin embargo, tiene más enjundia de la que parece  pues olvidaban esos autores que no es lo mismo dar un pase que dar dos y que, en la forma de engarzarlos, está el meollo del toreo pues al finalizar un pase hay que resolver el problema de como ligarlo y colocarse para el siguiente. Problema que ni intuían ni planteaban esos autores

1971-07-18 Antonio Bienvenida perdiendo pasos

Otra falacia muy común es que enmendar al rematar (perder los pasos) sería consecuencia de la mala colocación y del mal toreo, olvidando que muchas veces, no siempre, dicha circunstancia se produce por la cortísima embestida del toro. Pero esto (las cambiantes condiciones de las reses) no existe para algunos aficionados… cuando se trata de determinados toreros que no son de su gusto. (En la imagen, Antonio Bienvenida en el Puerto de Santa María el 18 de julio de 1971, le pierde los pasos a un astado de Núñez Hermanos pero “sin romper la conjunción del torero con el toro” como, con acierto, recalcaba el crítico de ABC)

 

Pero sobre todo, olvidaban –y eso es lo más grave- que de esos dos pases, el primero (el que nos describen en sus textos) es siempre diferente del segundo y de los que le siguen, por lo que no puede tomarse como modelo.

Sin entrar en más detalles, me parece interesante resaltar que igual que las faenas hay que “construirlas”, algo parecido ocurre con cada una de las series que las componen. Las tandas de muletazos tienen que ordenarse y estructurarse y, siguiendo el esquema clásico, deben tener su planteamiento (primer muletazo), su nudo (resto de muletazos de la serie) y su desenlace (pase de remate).

 

Paco Ojeda Pase de Pecho

El remate de la tanda tiene que ser un verdadero remate. Un pase de cierre. Como este pase de pecho de Paco Ojeda, uno de los mejores intérpretes del toreo cambiado que aquí ejecuta precisamente el pase más emblemático de este tipo de toreo con absoluta coherencia y perfección (cruzado y con la pierna adelantada)

Tanda que no se remata con un muletazo “ad hoc” es una tanda a la que  le falta algo por muy buenos que hayan sido los muletazos anteriores. Bondad que, generalmente, estará vinculada al acierto con el que se haya planteado ese primer muletazo. Un muletazo crucial y diferente y del que va a depender, en gran medida, el éxito de la serie.

Veamos con más detalle, este importantísimo primer muletazo y la problemática que plantea.

Camino (Aplausos)

El primer muletazo de la tanda tiene que ser un muletazo diferente tanto desde el punto de vista técnico como, sobre todo, desde el punto de vista expresivo, algo que hace aquí muy bien el maestro Paco Camino (Fotografía de Aplausos),

 

El primer muletazo “is diferent”

Como hemos dicho, el primer muletazo de la serie es (o debe ser)diferente a los demás.

La cosa tiene lógica, no sólo por diferenciar o marcar visualmente el inicio de la serie (igual que se diferencia su remate dando un pase distinto que, generalmente, suele ser un pase de pecho) sino sobre todo por una cuestión de orden técnico: La necesidad de asegurar ese primer muletazo ante una embestida (la primera) que todavía no se controla con precisión.

En efecto, cuando se inicia cada faena o incluso cuando se inicia cada tanda, el torero no sabe exactamente como se le va a arrancar el toro, como va a embestir a la muleta. No sabe si vendrá con la cara colocada, si traerá tendencia a abrirse o si, al contrario, se vencerá hacia el cuerpo.

Necesita por ello adoptar –en ese primer muletazo- las pertinentes medidas de tipo defensivo que le permitan garantizar un adecuado control sobre esa primera embestida.

Vamos a comentar las dos principales soluciones que se han propuesto para resolver el problema de este primer muletazo.

 

Primera solución: Cruzarse al pitón contrario 

La solución más tradicional para resolver el primer muletazo de una tanda es la de cruzarse al pitón contrario. Cruzarse (echar al toro hacia afuera) es un recurso, pero un recurso totalmente válido para poder vaciar una embestida incierta.

Esa es la solución que propone Enrique Ponce (y que recogíamos en la anterior entrada de este post) para el primer muletazo de la serie pero no para los siguientes. Decía el torero de Chiva que. en el primer muletazo de la tanda, el torero tiene que estar cruzado con el toro, cosa que, según el, es físicamente imposible, en los siguientes, si se quieren ligar los pases.

1971-06-21 Venezuela Antonio Bienvenida cruzando al pitón contrario

Lo clásico de verdad (lo que de verdad propugnaban las viejas tauromaquias) es citar enfrontilado con el toro, no cruzarse al pitón contrario como empezó a practicar sistemáticamente Juan Belmonte o como vemos hacer aquí, con mucho sabor y estilo eso sí,  a Antonio Bienvenida en Venezuela el 26 de junio de 1971.

No voy a entrar en el debate de si debe torearse cruzado o al hilo pues creo que es un debate superado hoy día. Y es que, pese a la existencia de algunos recalcitrantes, la mayoría de los aficionados actuales somos conscientes que el toreo en redondo exige la colocación del torero al hilo,  retrasando incluso (o, al menos, no avanzando) la pierna de salida, a partir del segundo muletazo de la serie.

Es importante señalar que ese planteamiento no es nada novedoso, sino que es el que ha sido asumido por la mayoría (si no por la totalidad) de los toreros desde los años 50-60.

Así han toreado los diestros considerados más puros y clásicos: cruzándose en el primer muletazo para, colocados más al hilo en los siguientes, poder ligar los pases.

 

Un magnífico ejemplo de lo que venimos diciendo, Antonio Chenel Antoñete en una tanda con la izquierda al famoso toro blanco (Atrevido de Osborne). Chenel cita (desde largo) en el primer muletazo, cruzado y avanzando la pierna de salida justo antes del momento del embroque (pero con tiempo suficiente para esquivar la embestida del toro). El cambio de trayectoria es tan brusco que el torero queda descolocado para el siguiente muletazo que será, en realidad, el primero de la tanda y donde por tanto el diestro madrileño vuelve a avanzar la pierna de salida (esta vez antes de la arrancada) para a partir de ahí (sin adelantar la pierna de salida) girar sobre los talones y quedar colocado al hilo, en paralelo a la embestida, lo que le permite rematar atrás y ligar con el siguiente pase. En resumen, cite cruzado en el primer pase de la serie (que aquí son dos) y colocación al hilo en los siguientes para poder ligar.

 

Antoñete toro blanco (maldad)

Y una maldad (aunque sin truco): Antoñete fuera de cacho

Si elegimos una imagen aislada (como hacen con tanta frecuencia los detractores de los toreros actuales) el resultado puede ser más que discutible. Y es que manipular, sacando las cosas de contexto, es lo más fácil del mundo. Distinto es explicar sin caer en la demagogia o sin apoyarse en falsos tópicos y aplicando a todos los toreros (nos gusten o no) el mismo rasero..

 

Vamos a recuperar un resumen de un interesante debate que se produjo en Canal+ comentando (entre otras) esta cuestión básica de la técnica del toreo.

Intervienen, además del moderador Manolo Molés, el crítico Juan Luis Benlloch, José Luis Lozano (Empresario, ganadero y aficionado, además de torero y hermano del que fue también torero Pablo Lozano llamado “la muleta de Castilla” por la pureza de su toreo) y los toreros y comentaristas del plus, Manuel Caballero y Antonio Chenel “Antoñete”.

Merece la pena oírles.

El coloquio es muy sustancioso porque estos toreros (incluido Chenel) sostienen lo siguiente:

Primero.- Que es necesario cruzarse sólo en el primer muletazo de la serie

Segundo.- Que, aunque aparente mayor riesgo para el torero, cruzarse es, en realidad, una ventaja para este.

Tercero.- Que, a partir del segundo muletazo de la serie, es necesario quedarse algo al hilo para poder ligar los pases (torear en redondo)

Cuarto.- Que si el toro se para, lo difícil y peligroso es mantener la posición y, sin enmendarse, tirar de él (“jalarlo” dice Manuel Lozano). Por el contrario, cruzarse -como piden los desorientados espectadores actuales- es, en esas circunstancias, un alivio para el torero.

Estas criterios o reglas no son de ahora, sino que responden al modus operandi habitual de los toreros, al menos desde la década de los cincuenta (y digan lo que digan algunos aficionados actuales)

No obstante, y pese a la validez de la regla, cruzarse en el primer muletazo, no es la única opción posible.

 

Segunda solución: El método Martínez

La opción de controlar la primera arrancada buscando el pitón contrario, cruzándose con el toro, es válida pero no es la única posible y, además, como todo toreo que se basa o ayuda en las piernas, tiene menor calado que lo que se hace exclusivamente con los brazos.

El gran torero mexicano, Manolo Martínez criticaba la técnica del pitón contrario (como había hecho años antes Manolete) pues según él “echar la pierna de salida para adelante, obliga a enmendar” cuando precisamente lo que se busca en el toreo en redondo es “no tener que enmendar, sino darle a la serie una continuidad armónica que prolongue el juego del toro para que alcance su ritmo, sin estorbos o quiebros innecesarios que rompan su son”. Un atinado comentario sobre el que deberíamos reflexionar.

Martínez precisa, además, que esa acción de no adelantar la pierna, sino colocarla en la dirección del viaje natural del toro  para poder mandarlo hacia dentro y ligar los pases, es una mera “cuestión de mecánica. No tiene nada que ver con el peligro

Y es que el objetivo del toreo, que hacía Manolo Martínez y que es el mismo del toreo que hoy se hace, es el de “prolongar el encuentro en series de varios pases, donde hay que ir ajustando el empuje del toro constantemente” pues “no se trata de obtener un pase bonito, que apenas sirve para una foto, sino de ligar, de prolongar el control del toro, rematando sólo al final de la serie”.

Dos cosas importantes hay que retener de lo dicho por Manolo Martínez:

Primero.- Que no adelantar la pierna de salida en el toreo en redondo es una cuestión de mera física y que no tiene nada que ver con la ética (con el peligro) como sostienen algunos aficionados.

Segundo. Que el objeto del toreo actual (que no es sólo el de nuestros días sino que tiene ya más de medio siglo), no es conseguir una buena fotografía (ese podía ser el objeto del toreo en los inicios del siglo XX, en los albores de esa técnica artística) sino prolongar el dominio y el mando sobre el toro a lo largo de toda la tanda.

Llegados a este punto hay que preguntarse cual sería la manera de resolver el primer pase de la serie que tenía este diestro. Máxime cuando (como hemos visto en sus declaraciones y por coherencia técnica, estética y, esta vez sí, ética) Martínez no aceptaba adelantar la pierna de salida, en ningún caso.

Manolo Martínez propone (algo que estoy seguro que escandalizará también a muchos aficionados bien pensantes) la utilización del pico pero no como modo de alejar el toro del cuerpo sino como medio de:

Tocar al toro dándole en el primer pase, pequeños calambres al pitón, o más bien, al ojo contrario, de tal forma que cuando arranque no vacíe [su embestida] sobre el cuerpo del torero forzándole a mejorarse, sino que permita aguantar el empuje inicial y mandarlo al mismo tiempo, incitándolo a embestir torciendo un poco el cuello”

  Y añade el azteca:

“En el segundo pase, ya no es necesario ese toque y la muleta se inclinará al pitón contrario o al cercano, según su desplazamiento físico. La inclinación de la muleta marcará el ajuste necesario para obligarle a repetir la embestida sin que el torero tenga que recolocarse

Concluyente Martínez.

 

Vemos a Paco Camino en dos tandas al toro Traguito de Santo Domingo.

En la primera, con la izquierda, Camino se cruza mucho al pitón contrario, aunque también utiliza los pequeños toques (“calambres”) de los que hablaba Manolo Martínez, en ese primer cite.

En la segunda tanda, el torero ya más seguro por el mayor tamaño del engaño al citar con la derecha, no tiene que cruzarse sino que se limita a dar los toques, al ojo contrario, que comentaba por Manolo Martínez.

En ambos caso, y a partir del segundo muletazo, el mecanismo es idéntico y Paco se coloca al hilo, fuera del viaje natural del toro, sin adelantar la pierna y, por tanto, sin desviar la trayectoria del toro ni romper su ritmo de embestida. Y, eso sí, rematando siempre atrás para ligar cada muletazo con el siguiente.

Una lección magistral  de buen toreo por parte del “sabio de Camas”

  

Reflexionando

A la vista de lo comentado podemos sacar algunas conclusiones.

Primero, que no es cierto que el toreo actual suponga una ruptura radical de las normas o cánones tradicionales como sostienen algunos.

Al contrario, la forma de torear que hoy se sigue es, en esencia, la misma que describen Manolo Martínez o Enrique Ponce y es la misma que se viene haciendo en las plazas, cuando se torea en redondo, desde los años 50-60 hasta nuestros días, incluyendo a los toreros tenidos por más clásicos o puros.

Segundo, que el toreo en redondo se basa en la sucesión de tandas de pases seguidos y rematados, en los que es necesario colocarse algo al hilo del pitón (como recuerda Antoñete) para poder mandar en la embestida y ligar unos pases con otros. Esto es básico y fundamental.

Tercero, que el problema que plantea el primer pase de cada tanda es la incertidumbre de la embestida del toro en esa arrancada inicial.

Una incertidumbre que los toreros  han resuelto bien cruzándose al pitón contrario, como han hecho muchos diestros españoles, o bien, como propone Manolo Martínez y hacen muchos toreros actuales, tocando el ojo contrario con el pico de la muleta.

Cuarto, que ambas soluciones son válidas y constituyen recursos adecuados para el problema planteado por el primer muletazo de la tanda pero, personalmente y puestos en esa tesitura, me decanto por la “solución Martínez” no sólo por la coherencia estilística que supone utilizar un mismo planteamiento técnico en los diferentes pases de una serie sino porque, puestos a elegir, siempre será preferible el toreo de brazos que el toreo que se ayuda en el movimiento de las piernas. En cualquier caso, repito, las dos soluciones son válidas.

Quinto, que, sin embargo, algunos críticos y no pocos aficionados dogmáticos no sólo sostienen que la primera solución (cruzarse en el primer muletazo) es la única admisible sino que la extrapolan y la pretenden aplicable al resto de los muletazos de la serie lo que es un verdadero despropósito y contradice los cánones y la buena práctica del toreo en redondo.

Sexto, que los cánones de la tauromaquia son reglas derivadas de la experiencia sencillas y elementales, de sentido común, pero cuya elaboración ha supuesto muchos años y mucha dolor pues en el toreo los errores y los experimentos se pagan con sangre.

Por ello, no podemos ni debemos desvirtuarlos, malinterpretarlos o tergiversarlos (como se hace hoy día habitualmente), pues acabaremos (como ya sucede) sin entender lo que pasa en el ruedo.

Y, llegados a este punto, yo me pregunto ¿Porqué cuando no entendemos o discrepamos de lo que pasa en el ruedo, siempre pensamos que los equivocados son los demás (los toreros) y nunca que el error de apreciación (o el desconocimiento) puede ser nuestro?

 

Una clase adicional (anti-tópicos) del maestro Chenel

Imagen049 - copia

 

Otra foto sin truco: El maestro Chenel citando para el primer muletazo de una de las series que dio al toro blanco

Antoñete se coloca, en ese primer muletazo de una de las tandas, muy al hilo y sacando mucho la muleta para tocar, levemente, al ojo contrario, tal y como aconsejaba Manolo Martínez o sea, siguiendo el “método Martínez

Cita además con la pierna escondida (esa que tanto se critica a los toreros actuales). Una pierna izquierda que no moverá ni avanzará durante el muletazo.

 

 

 

 

Nota importante (22/03/2014):

Contestando a los comentarios del blog he reparado en que la publicación de esta entrada se llevó por delante la dedicatoria o entradilla de la misma donde aclaraba las razones de este artículo.

Aunque sea a toro pasado, tengo que señalar que llevo bastante tiempo buscando documentación, consultando a quien puede ilustrarme y reflexionando sobre la problemática que aquí se plantea pero no ha sido hasta leer un comentario de F. Romero (blog Taller de toros) a una anterior entrada cuando he reparado en el carácter tan importante que, para la estructura y composición de la tanda, supone ese primer muletazo.

Tenía que ser un arquitecto preocupado, lógicamente, por los problemas  de orden y composición quien diera la luz para ese tema. La perspectiva planteada por Felipe me ha permitido aclarar mis ideas y resolver no pocas de las dudas que tenía y, sobre todo, me ha permitido entender el acierto de los toreros cuando plantean ese inicio de tanda con un muletazo cargando la suerte con las piernas aunque luego sigan toreando en redondo ya sólo exclusivamente sobre los brazos.

Quede constancia.

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