martes, 31 de marzo de 2015

Mi “otra” fiesta

Por Jose Morente

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Fandiño. Una cita con la historia

La corrida del Domingo de Ramos.

Corridas como la del domingo ponen a prueba la mesura, prudencia, conocimiento y capacidad de ponderación de quien se atreve públicamente a opinar.

No es la crítica taurina, sea profesional o diletante, un oficio fácil pues, de entrada, exige una mente clara y limpia de prejuicios lo que, por desgracia, no suele abundar.

La crítica antigua seguía un modelo sencillo. El esquema pasaba por relatar primero, toro por toro, la corrida de forma casi estadística, con una mínima y sucinta descripción de la tarde y añadiendo para finalizar, pero en un apartado claramente diferenciado, la reflexión global y de detalle con la valoración de todo lo que de importancia hubiese acaecido.

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Portada del Toreo con la reseña de la corrida del 29 de marzo de 1883 (Cada número se publicaba al día siguiente de la corrida): Para empezar, nada de opiniones, apreciaciones, consideraciones o matizaciones sino un Cuadro resumen con los datos numéricos (objetivos) de la tarde.

Pero la información, que se procuraba lo más objetiva posible (tantas varas, tantos pares de banderillas, el número de muletazos, el de estocadas o el de intentos, señalando además sus características), iba por delante con objeto que el lector pudiese formar su propio criterio de lo que había dado de sí la corrida. Luego, el crítico podía dar su opinión personal y (necesariamente) subjetiva, de forma libre.

Desde hace muchos años, ese sencillo y práctico esquema se ha roto. La información se mezcla con la opinión que, muchas veces se antepone a aquella, lo que crea batiburrillo y confusión entre los lectores.

2015-03-30 El Mundo Cronica

Hoy la información empieza desde el título con la apreciación personal del crítico. Titular de la crónica de Zabala para el Mundo.

Queda distorsionada también la crítica actual, a veces, por las convicciones y banderías del cronista, que no sólo se intercalan entre la información sino que, a veces, la sustituyen. No se informa sino que se opina. En ocasiones, la crítica y el análisis derivan hacia la proclama cuando no al panfleto.

Como no podemos ni queremos dejar de hablar de esta corrida, vamos a intentar seguir el esquema clásico. Para que nos sirva de guión y para intentar evitar el error en el que tantos, quizás sin desearlo, caen. Empecemos pues por el relato de la corrida. Por lo que pasó en una plaza llena hasta la bandera.

Lo que pasó en el ruedo.

Sobre lo que pasó en el ruedo, hay bastante que contar aunque poco en realidad de verdadero interés. La corrida fue mala sin paliativos, tanto por el juego de los toros como por la escasa capacidad de respuesta del torero.

La decepción, enorme, estuvo a la altura de las enormes expectativas creadas. Pero en los toros, siempre se ve algo..

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Reseña de los toros de la encerrona

Por ejemplo, la nobleza de algunos de los toros. En concreto, el de Pablo Romero (a mí no me gusta llamar de otro modo a los toros de esta ganadería) que aunque se cayó en demasía, muy falto de fuerzas, fue un toro muy dócil y noble.

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Siempre el más bonito: El Pablo Romero (Fotografía de la web de la Empresa de las Ventas)

Tampoco le sobraron las fuerzas al toro de Adolfo, pero este tuvo una “clase extraordinaria con 15 muletazos por fuera a cámara lenta para llevárselo de la mano al Retiro de bueno y noble que era” (Paco Carmona dixit). Hubo muletazos buenos pero no surgió esa faena que hubiéramos deseado. A la altura del toro.

El tercero fue un Cebada bajito y con mucho sentido, con mirada torva y comportamiento innoble, siempre a la defensiva, que puso en apuros al torero pese a que le picaron a modo. Creo que ahí se le encogió el ánimo a Fandiño.

Pero donde el público se percató que la corrida no iba a ir ya para arriba fue en la muleta del cuarto toro, el de José Escolar. El único toro que se justificó en varas y, por tanto, el único que justificó ese “concurso encubierto” de ganaderías que formaba parte también del guión secreto de la corrida.

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El Escolar en varas (Fotografía de la web Pureza y emoción)

El de Escolar hizo una preciosa pelea en varas, arrancando con un galope suave y muy elegante al cite de Israel de Pedro que agarró el puyazo en todo lo alto, manejando muy bien caballo y palo. Se llevó la ovación de la tarde. Luego el toro se puso complicado y Fandiño se desfondó literalmente.

No obstante, faltaban aún por salir dos toros: El de Victorino que siempre es caballo ganador y el de Palha, uno de los que más había gustado a los aficionados antes de la corrida junto al Pablo Romero y del que se pensaba o decía que más podía embestir. Quedaba un rayito de esperanza.

El de Victorino embistió (los victorinos siempre lo hacen para bien o para mal) con el morro por los suelos, humillando mucho aunque me dio la sensación de que iba quedándose cada vez más corto (¿tobillero?). No pudimos comprobarlo pues se lesionó de una pata y ahí se acabó su lidia. En su lugar salió otro Adolfo de nombre Malagueño. Sin ser un barrabás, era demasiada tela a esas alturas de la tarde.

El de Palha fue lo contrario del primero. Si aquel fue el más guapo, este fue el más feo. Si aquel estaba escaso de fuerzas, a este le sobraron. Si aquel fue noble y dócil, este opositaba a marrajo. Le pegaron mucho en el caballo como le habían pegado al Cebada. Ni se enteró.

A Fandiño, le costó salir de tablas en todos los toros, no sólo en los lances de recibo sino incluso en la muleta. Algo que no se justificaba en tarde sin viento. Mal asunto esa falta de ánimo y de recursos en tarde de tanto compromiso.

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Fandiño se desfondó a partir del cuarto toro. La dureza del toreo es parte también de su grandeza.

Y ahora, ya podemos empezar con las apreciaciones.

El planteamiento de la corrida

La corrida la componen toro, torero y público. Sobre los toros ya hemos señalado el matiz de cuasi-concurso que traía la tarde. Maticemos el comentario.

Valorada como concurso, el simbólico premio debe considerarse, en puridad, desierto pues aunque vimos muchos matices y un toro bravo en el caballo, no hubo ningún toro completo, de bravura sostenida que justificase siquiera su inclusión en ese cartel. Fue corrida torista en los carteles pero no en la plaza salvo que entendamos que eso que vimos es el torismo. Si se hubiese tratado de una tarde cualquiera diría que la corrida tuvo cierto interés y variedad pero al entrar en competencia, el resultado no puede menos que calificarse como un absoluto fiasco ganadero.

Por parte del torero, lo importante es que su encerrona fue un éxito total de convocatoria. Cuestión distinta es el acierto en la elección del ganado (¡Esos veedores!) pero, discutible o no, y aunque ahora muchos hacen cábalas (a toro pasado) de que hubiera pasado si llegan a venir otros hierros, lo cierto es que en la elección de los que se vinieron (de esos y no otros) radicó gran parte del éxito dé asistencia.

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Con otros hierros la asistencia no hubiera sido la misma. Hubo un llenazo absoluto (Cartel y foto del paseíllo de la web de las Ventas)

Puestas así las cosas, hay que reconocer que el trago para Fandiño era de órdago y muy amargo pues, mientras nosotros felices y contentos preparábamos nuestro hatillo, comprábamos boletos y billetes y nos citábamos con nuestros amigos de Madrid y de fuera de Madrid para echar un gran día de toros, sólo Dios sabe lo que el torero debía estar pasando. Un verdadero quinario por lo arriesgado de su heroica apuesta pues no es moco de pavo encerrarse con los “pavos” anunciados. Conviene no olvidarlo.

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Que el público acuda en masa a determinadas corridas es normal. Los acontecimientos mediáticos tienen mucho tirón. Pero que el tirón lo tenga la primera corrida del año en la plaza de Madrid, en pleno mes de marzo, sin figuras en el cartel y con ganaderías de las “duras” no sólo no es lo habitual sino que debería poner a cavilar a más de un empresario.

Resulta evidente que la plaza esta vez no se llenó de “público que pasaba por allí” sino de verdaderos “aficionados”. Muchos de ellos muy jóvenes (dato importante) y en su mayoría toristas si es que las etiquetas tienen algún sentido. Fue la gran jornada del torismo.

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Mucho aficionado joven -entre la grey torista y no torista- venidos de todas partes (En la foto, tres buenos aficionados de Huesca). El toreo goza hoy, pese a lo que se dice, de buena salud y mucho futuro gracias a ellos.

La actitud del público en la plaza (los habituales más los adscritos venidos de todas partes) fue de dulce. Para mí, la que debería tener todas las tardes. Sin interferir en la lidia y respetando a toros y toreros. Al final se protestó el resultado es lógico pero sin acritud alguna. Se palpaba el respeto.

El respeto que merecía Fandiño y el respeto que merecen todos los que se visten de luces y todos los ganaderos que vienen a esta plaza. Un respeto que Madrid, siempre cicatera, sólo concede a quien le pete. La bula de la que tanto hablaba Vidal la disfrutaron ayer toros y torero.

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Sólo al final hubo protestas. Las lógicas aunque yo, personalmente, no hubiera sido capaz de pitarle. Pero durante la tarde el público estuvo expectante y respetuoso con el torero (Fotografía del Cultoro)

 

A que fuimos a Madrid

No conozco los motivos de los demás pero nosotros fuimos a Madrid para ver triunfar a Fandiño y fuimos también por el interés en ver el buen juego que podían dar los toros en competencia. Por desgracia, no hubo ni lo uno ni lo otro. Ni triunfó Fandiño ni dieron juego los toros.

Pero no pasa nada. De tardes malas está repleta la historia del toreo. Y aunque esta tarde fue muy mala, la ruina fue relativa, no total.

Fue relativa para Fandiño pues al de Orduña ya le llegarán (espero que pronto) otras oportunidades de reivindicarse y triunfar. Fue relativa para las ganaderías que lidiaron en Madrid el domingo pues son ya harto conocidas y están perfectamente definidas y catalogadas por los aficionados. Uno y otras no pierden demasiado o, mejor dicho, ni pierden ni ganan nada que no hayan perdido o ganado de antemano. Los espectadores tampoco perdemos tanto pues Madrid tiene las entradas muy baratas y ,sobre todo, pasamos un muy buen día hablando de toros que es lo que nos gusta.

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Es hora de “buscar la próxima batalla”. Para Fandiño, la guerra no está perdida ni mucho menos (Mini-comunicado del diestro en las redes sociales)

Una corrida con trasfondo

La encerrona presentaba además un curioso trasfondo. Debajo de lo evidente (la arriesgada apuesta de un torero de encerrarse en Madrid con 6 toros de ganaderías “duras”) subyacía otra curiosa e interesada lectura. La realizada por algunos aficionados para quienes esta corrida se presentaba como ejemplo modélico de “otra” fiesta posible. La fiesta del toro-toro y del torero héroe.

Un modelo que no se sostiene. Pero no porque la corrida resultase un absoluto fiasco (ya hemos dicho que eso es irrelevante) sino porque esos planteamientos radicalizados y tan excluyentes no resisten el más mínimo análisis objetivo.

Una cosa es proponer mejoras, reformas o ajustes razonables (¡Bienvenidos sean!) y otra negar una realidad que es el resultado de un proceso histórico complejo y costoso; negarla además tan sólo porque uno es incapaz de entenderla y valorarla.

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El toreo actual (incluso en sus peores tardes) es demasiado complejo como para simplificarlo y demasiado rico como para obligarnos a renunciar a todos sus mejores matices.

La “otra” fiesta (Por qué vamos a los toros)

La formulación de una fiesta alternativa y verdadera (la “otra” fiesta) frente a la fiesta actual, que se denuncia como falsa y mentirosa, es probablemente una falacia.

Es posible que exista “otra” Fiesta, pero no creo que sea esa que nos quieren vender o, mejor dicho, imponer. Esa “otra” fiesta, mi fiesta, es la fiesta de quienes vinimos a Madrid a apoyar a un valiente como Fandiño en su arriesgada y heroica apuesta (sólo anunciarse en ese cartel era ya una heroicidad) pero sin banderas ni ideologías ni ideólogos. Es la fiesta de quienes también estaremos en Málaga, el Sábado de Gloria, disfrutando con Morante, Juli, Perera y Talavante, ante toros de Jandilla y Daniel Ruiz, pero sin claveles ni gin-tonics sino atentos al mejor toreo posible.

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La heroicidad estaba en la misma apuesta. Sólo el hecho de anunciarse con esa corrida merece el reconocimiento y la gratitud de los aficionados (Fotografía de la web de la empresa de las Ventas)

Es la fiesta de quienes gozamos con el excelente toreo de muleta que hoy se estila resultado de un lento y complejo proceso de depuración histórica. Pero es también la fiesta de aquellos que nos interesamos y apasionamos con los restantes tercios de la lidia, con la lidia total, herencia y testimonio de un pasado al que no queremos renunciar pero al que tampoco queremos volver.

Es la fiesta de aquellos a los que nos enamora y seduce la enclasada embestida en la muleta de un toro bravo y noble  y es la fiesta de quienes también nos emocionamos y levantamos de nuestros asientos ante la fuerte arrancada  de un toro fiero y bravo contra el caballo del picador.

Es una fiesta, mi fiesta, que no pretende restar sino sumar. Que no pretende excluir sino integrar. Integrar a todos.

(Pensándolo bien, creo que ese sería el verdadero y más legítimo integrismo)

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De Madrid a Málaga. Las dos fiestas que integran mi “otra” fiesta.

sábado, 28 de marzo de 2015

Relatividad de un toro de Adolfo

Por Jose Morente

Einstein Teoria de la relatividad (III)

La Teoría de la Relatividad  fue formulada por Albert Einstein a principios del pasado siglo (1905 y 1915). Años después encontraría su aplicación al Planeta de los Toros con la publicación por Luís Fernández Salcedo en 1948 de su libro “Tres ensayos de Relatividad Taurina”. Sin embargo, todavía hoy y pese al tiempo transcurrido y a la innata complejidad del toreo, se siguen manejando, en este mundillo, demasiadas verdades absolutas, demasiados dogmas y demasiados tópicos.

 

En 1974, Don Luis Fernández Salcedo publicaba en el Ruedo un sustancioso articulo (como todos los suyos) al que titulaba “La verdad relativa del retrato de un toro”.

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El encabezamiento del artículo de Fernández Salcedo en el Ruedo del día 29 de enero de 1974.

Planteaba don Luís en su artículo –creo que por última vez en su trayectoria como escritor- un tema que había sido recurrente a lo largo de toda su obra: La relatividad en el toreo. En este caso, centrado en el tamaño del toro y en la imposibilidad de juzgar sobre su trapío a partir de una simple fotografía.

Como prueba, aportaba dos curiosas fotos de un mismo toro: El Gamito, de los Herederos de Don Vicente Martínez, o sea de la ganadería familiar. Un toro que había sido premiado en la Corrida Concurso celebrada en Madrid en 1911, aquella en que la que, por vez primera, se valoraba la bravura del toro en todos los tercios.

En la primera imagen (muy famosa y difundida) del toro Gamito, don Luís explicaba que, por estar hecha la foto desde arriba, el toro aparentaba una edad de cuatro años y un peso de sólo 25 arrobas.

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Sin embargo, en la segunda imagen, el toro ya representaba los cinco años y las 30 arrobas que, en realidad y según nuestro admirado autor, tenía.

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Aunque don Luís siempre decía que de muestra bastaba un botón, en este caso creyó oportuno “coser dos” por lo que, en el artículo citado, incluía también otras dos fotos de otro toro de su misma ganadería familiar. Esta vez el elegido se llamaba “Baratillo” y había sido lidiado por Villalta en San Sebastián.

En la primera de las dos fotos, Baratillo parece un cuatreño. Quizás porque Baldomero (el fotógrafo) lo ha captado en movimiento y con la cabeza levantada.

1974-01-29 (p. ER) Relatividad Baratillo A

En la segunda por el contrario y aunque hecha en el mismo encerradero y sólo momentos después de la anterior, el toro aparenta según decía Fernández Salcedo en el Ruedo, los 6 años y 7 yerbas que tenía.

Curiosamente cuando don Luís incluyó esa misma foto en otro libro suyo (“El toro bravo” publicado unos cuantos años antes) le atribuía al toro sólo cinco años de edad. Otro ejemplo de relatividad taurina, aunque este de índole literaria.

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Addenda fandiñista

Aunque, podríamos traer a colación muchos otros ejemplos para corroborar las tesis relativistas de Salcedo que compartimos plenamente, me ha parecido interesante traer a estas páginas al toro Malagueño de Adolfo Martín que, si el tiempo no lo impide (que parece que no lo impedirá), será el toro de esa ganadería que lidiará Iván Fandiño en su encerrona de mañana, Domingo de Ramos, en la plaza de las Ventas, en valiente y arriesgada apuesta.

El caso es que Malagueño, nº 14, viene a Madrid sustituyendo a otro toro de la misma ganadería inutilizado en el campo, Bordador, nº 80, un clásico cornipaso de Adolfo.

Este es Bordador, nº 80

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Dicho sea… “de paso”, conviene aclarar que,personalmente, no me gustan para nada esas encornudas tan abiertas, vueltas y feotas pues parecen más adecuadas para otras épocas cuando los toros se criaban para destripar caballos. No obstante, aceptémoslas en aras a la variedad de fenotipos.

El toro sustituto, Malagueño, es también bastante cornalón pero mejor puesto de cuerna. Le vemos aquí, en el campo, en una fotografía que ha sido publicada en el blog Pureza y Emoción.

Aquí está Malagueño, nº 14

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El toro de Adolfo posando en el campo, parado y con la cámara a su misma altura

Lo curioso y lo interesante, es que en la foto que se ha difundido por Internet del toro Malagueño en lo corrales, es esta otra. Un toro este que se parece como un huevo a una castaña al fotografiado en el campo.

Supuesta foto de Malagueño en los corrales. ¿Malagueño?

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El toro de Adolfo en el reconocimiento veterinario, la cámara algo más elevada y el toro iniciando una arrancada lo que, unido a su tono más claro de pelaje, hace que nos parezca otro ¿O lo es?

Para esa diferencia caben varias explicaciones. La primera, es que el toro enviado finalmente por Adolfo a las Ventas, no haya sido el Malagueño inicialmente seleccionado y fotografiado en el campo. Esta primera opción no es nada probable pues la Prensa informa que el toro que se lidiará es efectivamente, Malagueño. No otro.

2015-03-27 (p. EP) Los toros de la encerrona

Otra opción, es que realmente se trate de otro toro. Podría ser, por ejemplo, el sobrero de la misma ganadería preparado para esta corrida. En ese caso, se habría producido un error por parte de la empresa al colgar la foto en su web. Esta opción es la más probable.

Pero cabe también una tercera (aunque remota) posibilidad: Que se trate del mismo toro. En este caso (harto improbable pues varía hasta el tono del pelaje cárdeno), nos encontraríamos ante un ejemplo más de esa relatividad taurina que tanto encandilaba a Fernández Salcedo (y también a mí) y tendríamos, igual que ocurría con los toros de Martínez, Gamito y Baratillo, dos fotografías muy diferentes de un mismo toro.

La solución, la tendremos, en la plaza de las  Ventas, el Domingo de Ramos.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Cuaderno de notas (XLVI) Frascuelo o el valor

 

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Frascuelo citando a la estocada (Detalle de fotografía de Laurent)

El diestro de Churriana cultivaba su indomable valor por el valor mismo. Salvador Sánchez es inconcebible no sin valor (…), sino actuando sin hacer exhibición de él, porque él era la esencia de su toreo. Esencia tan capitosa y eficaz que arrastraba a los públicos tras ella.

El valor para los frascuelistas vino a ser de esta suerte, no un supuesto imprescindible en el toreo, sino el fin por excelencia; no un medio de torear sino el toreo mismo.

Claro es que a este confusionismo no podía conducir sino el que tuviera un gran instinto torero y Frascuelo lo tuvo, a más de ser quizás el matador mas tremendo y seguro que ha conocido la historia del toreo.

Su audacia ante los toros no tenía límite. Al final de su actuar taurino tenía el mismo temple en el mismo metal que cuando comenzara sus andanzas toreras.

Frascuelo desde el primer momento tuvo el recurso de su valor y mal dicho ha quedado esto, porque para el gran matador no se trataba de recurso sino de lo sustancial y central del toreo y, o al menos, si el sabia concebirlo de otro modo no sabía interpretarlo de otra manera.

De su paso por la fiesta queda, aparte el recuerdo de la emoción de sus faenas y de sus estocadas, el ejemplo moral del más noble elemento de la fiesta, el valor, sublimado y llevado a extremos que ni antes ni después ha conocido ejemplo.

José María de Cossío. El valor como fin del toreo (Fragmento del Capítulo “Disertación final de los toros”. Cossío. Tomo IV. 1ª ed., Madrid, Espasa Calpe S.A., 1964. Páginas 917-920)

martes, 24 de marzo de 2015

Fandiño a Madrid

Por Paco Carmona/Juan Antonio Polo

Cartel Fandiño

Un cartel que lo dice todo

Dice Paco Carmona​

Hace veinte años, Ivan salió de su Orduña natal con toda la ignorancia y una única ilusión, ser torero. Parecía casi cualquier cosa menos eso. Ahora en cambio, todos aquellos que quieran serlo, tienen que mirarse en él.

Sólo deseo que llene Madrid, que ayude algún toro y que su titánica lucha tenga recompensa.

Un hombre que se viste por derecho y que torea por derecho, es un hombre digno de admiración y de respeto.

Pase lo que pase, el camino recorrido hasta hoy, es un ejemplo y una utopía para todos aquellos que creen en los sueños, aunque de momento cuando se miren en un espejo, no se vean reflejados en él.

Dice Juan Antonio Polo

Fandiño quiere dar un paso adelante. Quiere ser figura ("figura" es un término que no me gusta, lo que quiere Fandiño es situarse en primera línea) y ha optado por la línea más corta... que lógicamente es la más difícil. Diría que dificilísima.

Fandiño, aunque se ha guardado en la recámara los miuras de Sevilla, tiene ante sí una papeleta gordísima y se juega "casi todo" a un envite.

De ahí que nadie sea capaz de imaginar lo que tiene que estar pasando ese hombre y de ahí mis respetos... y mi admiración.

domingo, 22 de marzo de 2015

Lo digo en broma

Por Jose Morente

Los toros de G-DH en los corrales DGC

La corrida de Garcigrande/Domingo Hernández, una corrida pareja e igualada, con unas hechuras normales para cualquier época del toreo pero que hoy, en la moda del toro grandón y cornalón, ya nos parece a todos, terciada e incluso chica. Eso en los corrales porque, por la tarde, embistieron los seis(fotografía de David García Cotrina).

 

Comentando en facebook la gran tarde que se vivió en Valencia el pasado día de San José, gracias al buen comportamiento de los toros de Garcigrande/Domingo Hernández y a la calidad y empeño de los toreros (Finito, Juli y Perera), me replicaba un aficionado preguntándome con bastante ironía si eso que decía, lo decía ¿en serio o en broma?

Una pregunta inútil y que no necesita respuesta pues resulta evidente que a un “buen aficionado” una corrida como esa no puede gustarle un pelo.

A un buen aficionado no pueden gustarle la clase infinita ni la profundidad en la embestida del primer toro de la tarde. A un buen aficionado no puede gustarle tampoco la casta agresiva del quinto toro.

Al buen aficionado no pueden gustarle los toros que embisten (bravura) francos y por derechos (nobleza) como, en general y con matices, hicieron los seis. Al buen aficionado, está claro, que el toro bravo y noble no le puede valer.

A un buen aficionado no puede gustarle el toreo de muleta con la izquierda, por naturales, de Finito de Córdoba. Ese toreo “desde arriba”, componiendo la figura con singular prestancia, no puede gustarle.

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Toreo al natural de Finito de Córdoba (Cultoro)

Tampoco puede gustarle al buen aficionado, la precisión con la que maneja los engaños ese torero perfecto que se llama Miguel Ángel Perera.

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Toreo con la muleta en la derecha de Miguel Ángel Perera (Foto Cultoro)

Al buen aficionado, aún menos puede gustarle la capacidad técnica de Juli ni su intuitivo conocimiento de las reses, de todas las reses, eso que lo diferencia de los otros figurones del toreo de esta época. Tampoco su precisión y capacidad en la muleta puede interesar al buen aficionado.

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Toreo de muleta con la derecha del Juli (Fotografía de Alberto de Jesús para Mundotoro)

Y, desde luego, al aficionado, al buen aficionado, le debe dejar indiferente la apuesta de dos figuras (tres incluyendo a Talavante que lo hizo el día anterior y marcó el camino) que fueron capaces, en medio de un vendaval, de irse a los medios de la plaza con la muleta en la mano izquierda (¡en la izquierda!), para echar al aire (nunca mejor dicho) la carta del muletazo o la cornada. La del éxito o la del triunfo. Salió triunfo.

Por todo eso, porque al buen aficionado no le puede nunca gustar que embistan los toros y toreen los toreros y que una corrida acabe en triunfo, es por lo que todo esto que digo, lo digo en serio.

Perdón, quise decir… en broma.

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Juli y Perera, por este orden, saliendo en hombros (por supuesto ¡en broma!) de la plaza de Valencia (Foto de Alerto de Jesús para Mundotoro)

viernes, 20 de marzo de 2015

Gracias al viento

Por Jose Morente

 

El Juli (Foto Alberto de Jesús-Mundotoro)

 

Gracias al viento.

Y gracias a Talavante que, el día anterior y pese al viento, se atrevió a torear en los medios sin refugiarse en los papelillos.

Y gracias a los toros de Garcigrande/Domingo Hernández que, justo de presencia alguno e incluso anovillado alguno, embistieron por derecho, 6 de 6, como embestían las buenas corridas de los años 60 (aquellas que tenían un año menos pero que propiciaban unas tardes inolvidables).

Y gracias al buen hacer de Finito que dejó en Valencia, al toro de más clase, profundidad y recorrido, un ramillete de preciosos naturales.

Y gracias al valor y decisión del Juli que, dando la réplica a Talavante, también se fue a los medios, en su primer toro, cuando soplaba intenso el viento, para torear de verdad y que volvió a irse a los medios, en su segundo, para darse la réplica a si mismo y en medio de un tremendo vendaval, para torear con la casta y la rabia con la que sólo torean las figuras verdaderas a los toros bravos y encastados.

Y gracias a Perera que, para darle la réplica al Juli, salió de rodillas (otro alarde) en muletazos infinitos y, luego ya en pié, toreó con el valor y la precisión a los que nos tiene acostumbrados. 

….

Gracias al viento que, unido a la tremenda apuesta de dos toreros, convirtió en épica una tarde que, en otras circunstancias, no hubiera pasado de extraordinaria y que permitió vivir ayer lo que se vivió ayer en la plaza de toros de Valencia.

Gracias al viento.

jueves, 19 de marzo de 2015

Postales taurinas (XIV) La bravura inútil

Por Jose Morente

 

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Toro bravo en el campo (ABC)

Decía Gregorio Corrochano que el toro bravo lo era por mero instinto defensivo o sea, por miedo. En el fondo, una frase llamativa más de las que tanto gustaban al gran crítico de ABC.

Sin embargo, viendo la foto de este toro en el campo, nadie pensaría que el toro pueda ser un animal cobarde. Al contrario, si fijamos nuestra atención en su bella estampa, la sensación que nos transmite el toro en la dehesa es de seguridad y aplomo. Una seguridad y aplomo que son hijas de su poderío y fortaleza pero sobre todo, que son, tienen que ser, hijas de su valor, de su bravura.

Es el toro, además, el animal más noble de todos pues nunca embiste a traición. Otro dato más que añadir a su carácter. Un animal así, tan leal y tan noble, es evidente que no puede ser cobarde sino que tiene que ser bravo.

Bravura que es atávica e instintiva pero también, al mismo tiempo, cultural, o sea modelada por el ganadero generación tras generación, familia tras familia. Afinando el instinto y depurando la embestida.

Una bravura que, ahora en el campo y mientras llega el momento de manifestarse en la plaza, sólo podemos intuir o adivinar mirándole  a los ojos pues es, en los ojos del toro, en su mirada, donde se encuentra y esconde su bravura.

Una bravura, no obstante, todavía potencial y que, sin torero que la enfrente y domine, se nos antoja innecesaria y superflua. Una bravura inútil.

lunes, 16 de marzo de 2015

Postales taurinas (XIII) La belleza inútil

Por Jose Morente

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Antonio Ordoñez toreando a la verónica en el Coliseo de Roma. Puro arte del toreo más puro.

 

Piensan algunos aficionados que el arte del toreo se puede reducir a una mera cuestión cuantitativa. Que el mérito artístico de un lance o de una faena (como el de un cuadro o el de una poesía o el de una sinfonía) se deben medir por las dificultades vencidas. Piensan que solo es arte lo que se consigue mediante el esfuerzo.

En esta fotografía de Antonio Ordoñez toreando a la verónica, y creando arte, en el Coliseo romano, no hay esfuerzo aparente. Por no haber, ni siquiera hay un enemigo al que vencer. Pero, sin embargo, nadie puede negar o dudar que la foto recoge un momento vibrante, de plástica expresión. Un bello momento.

Y es que, en el toreo de salón y las pruebas cantan, se pueden alcanzar momentos de una belleza inusitada pese a la ausencia del toro que, aunque ausente, se adivina y presiente –se hace presente- gracias al gesto del torero.

En el toreo de arte, el toro no condiciona el toreo aunque sea siempre su premisa necesaria. Al contrario, en el toreo de arte, es el propio toreo, con su belleza inútil, el que determina, condiciona y, a la postre y en cierto modo, crea al toro.

domingo, 15 de marzo de 2015

El hilo del toreo (I) Morante en Castellón

Por Jose Morente

 

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Verónica eterna de Morante en Castellón. El día 13 de marzo. Un día antes de “la faena” de Valencia (Fotografía de Cultoro)

 

Aunque el toreo está en continúa reinvención para adaptarse  a las exigencias de los públicos y a las cambiantes condiciones de los toros que se lidian en cada época, existe un hilo invisible que recorre toda su historia de arriba abajo. Es el hilo del toreo del que hablaba ese gran conocedor que se llamó Pepe Alameda.

Un hilo que subyace debajo de formas, modas, épocas, tiempos y modos. Un hilo sutil e invisible, como la técnica de los toreros artistas, pero muy resistente. Tan resistente que nunca se rompe.

Es el hilo que une a Gallito con Chicuelo y a este con Manolete.

Es, también el hilo que parte de Juan Belmonte, pasa por el llorado Gitanillo de Triana y llega, en nuestros días, largo hilo, a Morante de la Puebla.

Un ejemplo de ese hilo son la verónica de la foto que encabeza esta entrada y la verónica de la foto que la cierra. La primera es de Morante de la Puebla, la segunda de Curro Puya.

Impresiona la belleza de ambos lances pero impresiona también la semejanza que existen entre ellos.

Para empezar, ambas verónicas simbolizan el mejor toreo de capa posible. En efecto, cuando se torea a la verónica, alternando pitones y ganando terreno, lo más apropiado es adelantar la pierna de salida, cargando la suerte. Sin desmerecer otras formas torear a la verónica, esa es lo más ortodoxa y, para mí, la más bella.

Así, cargando la suerte, lancean Morante y Puya. Con idéntica posición de las piernas (conviene fijarse en las puntas de las zapatillas y comparar).

Pero torear no es sólo cargar la suerte. Torear es mucho más que eso. Como esos torsos, en giro perfecto y acompasado. O como esos brazos de salida que aseguran el remate y la ligazón. Recogido y más alto el brazo derecho en la verónica de Morante. Más extendido y algo más bajo, el mismo brazo en la verónica de Curro Puya. Varía también la posición de la cabeza de las reses, más humillado y entregado el toro de hoy. Pequeñas diferencias dentro de grandes similitudes.

Existe un hilo invisible que va desde la verónica de Curro Puya hasta la verónica de Morante de la Puebla. Es el hilo del toreo eterno.

 

img_0009 Una veronica de Gitanillo de Triana

La verónica eterna de Curro Puya.

Postales taurinas (XII) El toreo es inmenso

Por Jose Morente

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Morante con la izquierda en su segundo toro. Eso es torear (fotografía de la web de la plaza de toros valenciana).

Goza y disfrutan los públicos con los toreros artistas, esos que desde el Lavi a Morante, pasando por Rafael el Gallo o Curro Romero se han movido en el filo de la navaja que separa el ridículo de lo sublime.

Ayer, Morante en Valencia pegó el petardo y pasó un miedo inmenso (“mucho miedo” dijo) en su primero, un complicado toro de Victoriano del Río.

Pero del éxito al fracaso (y viceversa) hay sólo un paso y, luego, en su segundo, cuarto de la tarde, de nombre “Cóndor”, número 59, tostado listón, de 491 kilos, con cuatro años y cuatro meses, de brava y bonancible embestida, un toro que se le entregó en la muleta, Morante hizo y dijo el toreo como sólo los artistas verdaderos y auténticos saben hacerlo y decirlo.

Pero en Valencia, en los dos primeros días y con dos más que interesantes y variadas corridas de Fuente Ymbro y Victoriano del Río, ha habido más, bastante más.

Así, a la magia de Morante, se le han unido el valor y la pureza, siempre auténticos, de Saúl Jímenez Fortes; el oficio y saber estar de Juan Bautista; el excelente y mecido toreo de capa de Daniel Luque y esa precisión extrema en el manejo de las telas del Juli, quien lleva un computador en la cabeza y que, para colmo, gasta bragueta.

No cabe encerrar el toreo en los estrechos márgenes de nuestras mentes siempre limitadas. Lo importante es que, todas esas emociones tan diferentes, son compatibles. Todas caben pues el toreo es inmenso.

Pero, eso sí, quede constancia, la guinda, la diferencia, la ha marcado el toreo eterno de Morante de la Puebla.

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La media de Morante (Fotografía de Cultoro)

jueves, 12 de marzo de 2015

La importancia de la técnica hoy (II) La situación actual

Por Jose Morente

2010 Bilbao Juli Ponce Manzanares

Un toro del Ventorrillo de desaforados pitones lidiado en Bilbao en agosto de 2010, en corrida de figuras (Diestros Ponce, Juli y Manzanares). No parece normal que esa arboladura se vea hoy día como normal.

Resumen de la anterior entrada

En la anterior entrada, repasábamos el cambio que se produjo en el toreo a partir de los años 70. La introducción del guarismo y la exigencia de un toro más grande y con más pitones, obligó a los toreros a depurar la técnica que se utilizaba con el toro de los años 60.

No fue tarea fácil sino un duro empeño que tuvo un coste demasiado alto en las muertes de Paquirri y Yiyo. Un exigente y duro proceso que no contó con el favor de la Prensa y que provocó como daños colaterales el aumento de tamaño del caballo y del peto y la desaparición de algunos encastes.  

 

El toro actual

El proceso que describíamos en la anterior entrada ha seguido de forma imparable. El toro es todavía más grande y de más edad. Los toreros se han visto obligados a depurar aún más su técnica. Sin embargo, parte de la prensa y bastantes aficionados no se han enterado todavía y juegan a la contra.

La exigencia de un toro más grande (visto sus negativos efectos) se disfraza hoy tras la palabra “trapío”. Ya no se pide (al menos de palabra) el toro grande  sino el toro con “trapío” (Una coartada como otro cualquiera). Pero la realidad, es que se protesta el toro terciado y vareado.

Por otra parte, la crisis ha abocado a los ganaderos a lidiar muchos ejemplares con 5 para 6 años (pues seis es el límite de edad legal del toro, pasado el cual ya no puede lidiarse en las plazas).

Reseña toros

La edad de los toros en una corrida del pasado San Isidro: La Beneficencia. Un toro a falta de tres mese para cumplir 6 años, dos cinqueños y tres cuatreños pero con las cinco yerbas cumplidas. Y eso con 2 figuras en los carteles, Juli y Talavante, y un aspirante a serlo, Fandiño.

Además, la mejora de la sanidad y el entrenamiento físico del toro en los correderos de las ganaderías, los tauródromos ya se han generalizado, ha propiciado que esté saliendo a las plazas un toro con mucha mayor fortaleza y resistencia físicas que el de hace 20 o 30 años.

Corredero adelaida rodriguez (blog digitalarturodelgado)

Toros entrenando en la finca de Adelaida Rodriguez (Fotografía del blog de Arturo Delgado)

En consecuencia, el toro que hoy se lidia es, por regla general, mucho más complicado de torear debido a su mayor sentido, edad, tamaño, peso, pitones, manoseo, resistencia y fuerza. Es un toro que tiene mucho más carbón que el de antes y, sobre todo, es un toro que no acaba nunca por entregarse totalmente lo que dificulta, cuando no imposibilita, el buen toreo.

El toro de hoy es un toro más complicado que el de antes por lo que hace más difícil que surjan esas faenas redondas que se hacían con tanta frecuencia y que tanto entusiasmaban a los aficionados de antaño.

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Impecable derechazo de Paco Camino a un toro de Pérez Angoso en Madrid, el día del 47 aniversario de la muerte de Gallito. Camino se entronizó en las Ventas con esta faena, según el crítico del Ruedo Don Antonio quien, al tiempo de elogiar el toreo del camero como el mejor ejemplo de clasicismo, aprovechaba la coyuntura para propinar un pequeño puyazo a los “ultras” (entonces se les llamaba así a los “integristas”) empeñados en imponer rígidas normas en el toreo, lo que aparte de restarle espontaneidad, suponía en su opinión despeñar a la Fiesta en la decadencia. Lo más importante es que la faena fue importante pese a los toros de Angoso que fueron “chicos, flojos y mansos”.

  1967-05-16 (p. 23 ER) Camino natural

Nota: Aunque parezca lo contrario es un derechazo como ha detectado Paco Carmona. La foto se montó invertida en el Ruedo.

1967-05-16 (p. 23 ER) P. Angoso toro en el caballo

Uno de los toros de Pérez Angoso en el caballo (Fotografías del Ruedo)

 

Una técnica más depurada y al alcance de todos

Para adaptarse a ese toro imposible, los toreros han tenido otra vez que “resetearse” y se han visto obligados a depurar y perfeccionar su técnica hasta extremos insospechados.

En esa búsqueda de nuevas soluciones técnicas, Internet ha prestado una gran ayuda. La difusión de imágenes (videos y fotos del toreo antiguo y moderno) unida a las explicaciones de los conceptos básicos del toreo realizadas por los diestros retirados, es algo positivo y muy novedoso.

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El acceso a películas del toreo reciente y pasado es una de las mejores características de Internet (Entradilla de un películas sobre el toreo de los 80 colgada en Vimeo por la empresa de las Ventas)

Conviene recordar que los toreros de antes eran, en general, muy celosos de sus recetas y verlos en las plazas la única opción que les quedaba a los chavales que aspiraban a ser toreros. Los toreros actuales (retirados o en activo) son más generosos con sus conocimientos que los maestros de antaño.

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Los toreros antiguos eran más celosos de sus conocimientos y les costaba transmitirlos a los más jóvenes salvo que mediaran relaciones familiares o profesionales entre ello. Y aún así… (En la foto Marcial Lalanda acompaña en el callejón a Pepe Luís Vázquez Garcés, en la época en la que el madrileño apoderaba al sevillano)

Las Escuelas Taurinas contribuyen a este perfeccionamiento, proporcionando a los noveles una esmerada preparación básica pues se les enseñan las claves del buen toreo. Del toreo real que se hace en las plazas, no de esa falacia de toreo que tienen en la cabeza los teóricos de la fiesta.

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La labor de las Escuelas Taurinas (como la de Málaga, ejemplar en muchos aspectos) es impagable. Hoy los toreros aprenden el oficio como lo aprenden médicos, economistas o abogados en sus respectivas Facultades. Algo que no resta personalidad al que la tiene.

La necesidad unida a una mayor información, junto con la gran capacidad de los toreros punteros de los últimos 30 años para desarrollar nuevas soluciones, ha permitido ese perfeccionamiento de la técnica del toreo que hemos apuntado.

 

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Una foto de José Tomás entrenando. Es un imagen que ya hemos traído antes a este blog y que volveremos a traer cuantas veces alga falta por la importancia simbólica que tiene y por ser muestra de la mejor técnica del cite en el toreo de muleta. La depuración de la técnica ha llevado a los toreros modernos a matizar colocaciones, trazos y movimientos hasta extremos insospechados hace sólo unas pocas décadas. Diestros como José Tomás, Morante, Perera y el Juli con un refinado conocimiento de las suertes y/o de las reses son los responsables de esa eclosión. 

Un proceso  que el aficionado percibe pero que no aprecia ni valora quizás porque nunca se le ha dado a la técnica la importancia y el mérito que realmente encierra.

 

La postura del aficionado

Al aficionado  (y creo que siempre ha sido así) lo que le encandila de verdad son los toreros que se sitúan en el filo de la navaja. Ya sea la navaja del riesgo o la navaja del arte.

Los aficionados gustan y se emocionan con la épica de los diestros arriesgados y valerosos que apuestan por la cornada o la gloria. Y también gustan y se emocionan con la estética de los toreros artistas, esos que pueden pasar del ridículo a lo sublime en una misma tarde.

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La mayoría de los aficionados se emocionan con los alardes de valor de los toreros valientes. En la imagen, el  diestro Iván Fandiño es cogido por un toro de Parladé al que entró a matar sin muleta en San Isidro del pasado año 2014 (Fotografía de Javier Barbancho para el diario El Mundo)

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También encandila a los buenos aficionados (y mucho) el toreo de los toreros de arte. Aquellos que saben “decir” el toreo como nadie. En la foto, media verónica de Curro Romero, un mito para muchos. En todo caso, y en frase feliz de Gregorio Corrochano, “un estilista de mucho estilo”.

Por el contrario, la seguridad que transmiten los toreros técnicos no acaba de convencer al aficionado. Y es que “tanta” técnica nos sobrepasa y puede llegar incluso a molestarnos. Según algunos aficionados, la técnica debería ser “invisible” pues, cuando resulta demasiado evidente, suponen que le resta emoción al toreo.

Lo curioso es que parece que siempre se ha pensado lo mismoGuerrita es el mejor ejemplo.

Lo veremos en la próxima entrega.

img_0028 Rafael Guerra Guerrita (Lám.) - copia

Rafael Guerra Guerrita, quizás el torero más técnico de la historia y a quien se deben importantes innovaciones (que hoy perduran) en el modo de torear. Sin embargo su dominio de la técnica y sobre los toros acabó por penalizarle y le granjeó la repulsa de los públicos por lo que tuvo que anticipar su retirada de los ruedos: ¡Yo no me voy. Me echan! Dicen que dijo (Detalle de una lámina de la Lidia publicada en el número del 11 de mayo de 1885)

(Continuará…)