sábado, 16 de enero de 2016

Cuaderno de notas flamenco (IV) La era de Mairena

Antonio Mairena: Una fórmula infalible: Muchas horas de estudio, mucha memoria, mucha sabiduría y mucha invención (Fotografía facilitada por Luis Soler)
En una ocasión preguntaron a dos grandes cantaores que era para ellos el cante. "El sentimiento" dijo el Caracol; "la afición", fue la respuesta de Mairena.

Mairena fue un gran profesional porque fue un gran aficionado; un hombre que vivía en el cante y para el cante y para el que la técnica y los recursos eran tan importantes como el "instrumento" que Dios le dio. La voz de Mairena, un tanto nasal a veces y metálica, aleación de metales nobles, subía sin dificultad a las estrellas,

Aquella noche cordobesa [la del homenaje a Pastora, en 1961, en el patio del Convento de la Merced] la plenitud del arte se llamó Mairena. Cada uno de sus cantes fue una lección.

Se piensa del gitano que es un ser alocado y genialoide que cuando está inspirado arma el alboroto sin que sepa él mismo cómo ni por qué. No fue el caso de Mairena como no lo fue, según cuentan quienes lo vieron, el de Joselito el Gallo.

Joselito el Gallo tampoco responde -igual que Antonio Mairena- al cliché del gitano alocado y genialoide. Por el contrario, los dos fueron grandiosos profesionales. Posiblemente, los más grandes en sus respectivos oficios. La clave de ambos: su rigor profesional, su conocimiento enciclopédico, su dominio de la técnica y su enorme afición.
El alboroto de Mairena tenía un como y un por qué y su inspiración se apoyaba en un sólido soporte técnico. Detrás de aquella facilidad y de aquel gusto había muchas horas de estudio y de ejercicio: mucha memoria, mucha sabiduría y mucha invención.


Aquilino Duque"La era de Mairena" (1ª ed., Sevilla, La Carbonería, 1995. Págs. 39-40)


Una lectura imprescindible como todas las de Aquilino Duque.

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