lunes, 29 de febrero de 2016

Siempre se ha dicho lo mismo (I) Voto en contra

Por Jose Morente
Curro Cúchares. Uno de los toreros más criticados por los aficionados intransigentes de su época. Cúchares era un torero imaginativo y creativo, en el que predominaba el conocimiento de las reses sobre el de las suertes. Esa capacidad de adaptación a las condiciones de los toros era entendida por esos aficionados como falta de pureza: Sin embargo, al margen de las críticas, Cúchares fue un referente del toreo de su época y su herencia fecunda y fértil (Fotografía: J. Laurent)
En la fiesta de los toros, llama la atención, en todas las épocas, la recurrente crítica de algunos aficionados al toreo de sus contemporáneos y la también recurrente nostalgia por el toreo y los toreros de épocas pasadas.

De hecho, si nos adentramos en las Hemerotecas leeremos las mismas críticas hechas casi con las mismas palabras a lo largo de toda la Historia del Toreo.

Algunos justifican esa tendencia en la existencia de un, según ellos, fraude estructural en la Fiesta. La Fiesta sería corrupta por naturaleza (naturaleza humana, por supuesto) y la obligación del buen aficionado sería la de denunciar sin desmayo esas corruptelas.

Si los artículos (de ayer y de ahora) fuesen denuncia de fraudes, estaría de acuerdo. Me parece bien que se denuncie el afeitado o la lidia de utreros en corridas de toros. 

El problema es que lo que se denuncia (ayer y hoy), no es lo denunciable sino "la forma de torear". Los denunciantes siempre dan por hecho que el toreo que a ellos les gusta es el más puro, el más correcto y el que más verdad encierra. Y que el toreo que no les gusta ni es puro, ni verdadero, ni correcto. Se creen (y se han creído siempre) en posesión de la verdad absoluta.

Creo que ese planteamiento (creerse en posesión de la verdad absoluta) es esencialmente erróneo. En mi opinión, era un error hace 100 años y lo sigue siendo hoy. Y creo que ese error se debe a ese tradicionalismo recalcitrante que impregna la mentalidad de algunos aficionados. A su resistencia y su miedo a las innovaciones. Los cambios nunca les satisfacen y, por tanto, añoran lo antiguo que se propone como modelo de perfección. Sin percatarse que lo que hoy es antiguo fue moderno y, por eso, criticado y mucho, en su día. 

Es una falta de perspectiva histórica que va unida a la carencia de conocimientos técnicos reales (pues conocimientos teóricos en el toreo siempre han sobrado)

El artículo que viene a continuación lo escribió Sánchez de Neira en 1891 y se publicó en el número de la Lidia del 20 de abril de ese año


O sea, que según Sánchez de Neira:

1. La fiesta nacional era una farsa en 1891 (igualito que hoy)

2. La culpa la tienen los públicos, los ganaderos y los toreros (no el articulista, claro. Ni los aficionados puristas. Esos, no tienen ninguna culpa, por supuesto)

3. El arte va desapareciendo y camina por una mala senda (¿Será la senda del destoreo?)

4. Los que deben impedir que degenere no lo hacen (¿Se referirá Neira premonitoriamente a José Tomás quien, según algunos aficionados actuales, no se echa el toreo a sus espaldas?)

5. Hay toreros de cualidades excepcionales que practican un toreo equivocado pues piensan que el toreo es una cuestión de jugueteo y no una lucha con una fiera (Está claro que Neira se refiere a las figuras actuales y al toreo actual ¿O no?)

6.Lo peor es que esos toreros acuden a rastreros procedimientos técnicos (Otra vez se alude al destoreo. Posiblemente se refiera al toreo en redondo, hecho al hilo y con la pierna retrasada y sin cargar la suerte ¡La caraba!)

7. La muestra de lo mal que está la Fiesta: La temporada pasada en Madrid (Aquí sin comentarios)

Tiene mérito ¡Llevan más de cien años diciendo lo mismo y no se aburren! 

(Desde luego constancia no les falta a algunos... y paciencia a los demás, tampoco)

sábado, 27 de febrero de 2016

Cantar el toreo

Por Luis Miguel López-Rojas

Un grupo de facebook "Quedada para el 21 en Vistalegre"  organizado por Rocío Pedroso y Paco Carmona (... ¡Y quedamos!)
El pasado domingo, 21 de febrero de 2016, vivimos en el Palacio Vistalegre una tarde memorable. Tarde en la que volvían a la vida torera, dos héroes. David Mora, dos años después de esa brutal cogida en la puerta de chiqueros del coso venteño. Que a punto estuvo de quitarle la vida. Salvada ésta. Las secuelas en su pierna que casi se convirtieron en irreversibles e irrecuperable para el toreo. Y Saúl Jiménez Fortes, que compartía cartel con David en aquella ocasión y que un año después, en apenas seis meses, sufrió dos cogidas en el cuello, que le tuvieron a milímetros de la muerte. 

Pero ambos, después una dura travesía en el desierto, volvían a la vida para volver a jugársela. Una tarde en la que se concentraron muchos de los valores que encierra el toreo. El toreo es valor, es sacrificio, afán de superación, respeto, humildad, solidaridad, compromiso, entrega absoluta… pero sobre todo es vida. El toreo es la vida misma. 

Se acumularon una cantidad de emociones indescriptibles. Sólo los que estuvimos allí sabemos lo que vivimos y lo que sentimos. Incluso presenciamos el milagro de la bravura. Con un toro con una forma de embestir grandiosa. Una pena que no se le pudiera perdonar la vida para que todo lo vivido hubiera trascendido más allá de los muros de Vistalegre. Enviar a la sociedad este mensaje de vida. 

Muchas veces, la mayoría, los aficionados tratamos de empequeñecer el toreo. Destacar lo negativo. Seguro estoy que si se hubiera perdonado la vida a ese toro, se hubiera abierto todo un debate de las razones que cada uno tendría para no haber concedido tal privilegio. Del mismo modo que buscamos de las actuaciones de los toreros, lo que no se adecua a lo que cada aficionado entiende como interpretación “única y verdadera del toreo”. Ser negativo y poner todo lo que encierra este mundo bajo sospecha, se considera sinónimo de buen aficionado. Nada más lejos de la realidad. Pero el problema no es la consideración de buen o mal aficionado, sino la imagen que transmitimos a los que nos ven desde fuera.

Por la evolución de los tiempos, la tauromaquia ha ido perdiendo cada vez más repercusión social. Hoy en día, es una gran desconocida. Relegada al olvido en los medios de comunicación generalistas. Muchas veces de forma interesada. Se encuentra tan debilitada, que todos los contrarios a ella han encontrado un caldo de cultivo ideal para atacarla. Lo que hace escasas décadas parecía impensable, hoy es una amenaza tangible y real. Si además, para aquellos que viven en la neutralidad, o en el desconocimiento,  los que se supone somos aficionados, que nos gusta y la amamos, les transmitimos una imagen tan negativa, tan nefasta, flaco favor estamos haciendo.

Por eso es tan importante difundir y cantar tardes como la del domingo en Vistalegre. Cantar el toreo y su grandeza. Que se conozcan historias como las de David y Saúl.

Todo somos conscientes que es un mundo imperfecto, y también por eso nos gusta. 

Algo muy grande debe ser para ser capaz de juntar a un grupo tan diverso y lejano de personas a cuya cita acudimos. Nueve malagueños, capitaneados por el alma de este blog (gracias Morente), que recorren media España en furgoneta, eso sí, furgoneta de toreros, conducida por chófer de toreros. ¡Ole! De Madrid, de Arganda, de Toledo, de Jerez de la Frontera… de otros países, amigos franceses (Jack Coursier y su encantadora esposa), italianos (Nicola con el grupo del Club Taurino Italiano presidido por Paolo)… más de veinte personas que compartimos mesa y mantel, sin importar edad, sexo, nacionalidad, ideología, religión…sólo un nexo de unión. Nuestro amor a este rito ancestral.  Y un objetivo, devolver a estos dos héroes en forma de apoyo, cariño y admiración, una ínfima parte de tan alto tributo que les ha tocado pagar. Hoy triunfa la vida y el toreo.

En Vistalegre. Venidos de todas partes.
Mención especial para Paco Carmona, convocante, alma y motor de esta reunión, de esta "quedada". Ser torero es una filosofía de vida, una forma de vivir. Has sido, eres y serás torero toda tu vida. Capaz de transmitir con la pasión del que ama. De descifrarnos los códigos del toreo. Con una capacidad pedagógica fuera de lo normal. Dentro del grupo tan diverso, capaz de entrar en conversación con todos y cada uno de los allí presentes. Encontrando siempre la distancia y altura adecuada. Presenciar una corrida a tu lado es encontrar la Piedra Rosseta del toreo, sobre todo para mí, que en cuestiones técnicas, tan rápido pierdo las manos… Gracias Paco, tu amistad es un regalo.

Esto es lo que vivo.  Esto es para mí este mundo grandioso. Tan grande como la inmensidad el mar. Me marcho feliz a casa.  Con una imagen y un sonido. Un sombrero cordobés arrojado al albero, a los pies de dos toreros que vuelven a la vida… y el sonido de las olas, las olas del mar… del mar del toreo.

Por esto yo canto al toreo, y lo grito al mundo…

Hasta pronto, amigos.

Luis Miguel López Rojas.


Un sombrero cordobés (el del gran aficionado malagueño Juan Manuel Pozo Torres) que acabaría volando hacia el albero, en perfecta parábola, a los pies de dos toreros que vuelven a la vida (Fotografía: L.M. Sierra)

jueves, 25 de febrero de 2016

Bienvenida a dos toreros

Por el Divino Calvo (Fotografías: L.M. Sierra)



Domingo, 21 de febrero de 2016. La madrileña Vistalegre vuelve a abrir sus puertas. Los carteles anuncian la Feria de Invierno, pero hoy es primavera. Primavera para dos hombres. Primavera para dos toreros. Vuelve a lucir el sol en sus vidas, después de tantos días oscuros, de dolor, de dudas, de miedos, de sacrificios, de incertidumbres, de sufrimientos… Heridas que se cierran a la par que se abre el portón de cuadrillas. Hoy quedan atrás como cicatrices del alma Vuelven dos héroes. DAVID MORA y SAÚL JIMÉNEZ FORTES. Han vuelto a la vida, para libremente, volver a jugársela. Para ellos, vivir sin torear, no es vivir. La grandeza del toreo. 

Jamás asistí a festejo alguno que el mismo momento de romper el paseíllo supusiera un triunfo. Triunfo grande. Triunfo de ley. Plaza en pie. Paseíllo ansiado. Paseíllo tantas veces puesto en dudas, como veces fue soñado. Corazones que se estremecen y emociones que afloran. MORA Y FORTES vuelven a sentir esa ovación atronadora, que les arropa, les anima, les empuja y ayuda a espantar sus miedos. A medida que avanzan, sus pasos cada vez más firmes, y la ovación más grande. Y se sienten TOREROS. Ovación que sólo cesa en el momento de cambiar la seda por el percal, para volver a rugir en el momento en el que, montera en mano, ambos saludan desde el tercio.  Todos, absolutamente todos, incluidas las cuadrillas que desmonteradas también aplauden. Imagen imborrable. De público a toreros. De toreros a toreros. Emociones a flor de piel ¡BIENVENIDOS DE NUEVO! ¡TRIUNFO CONSUMADO!

Corrida de Parladé, correctamente presentada y con muchos matices. Sobresaliendo el quinto. EXTRAORDINARIO

No sé podía haber elegido David Mora, mejor toro para reaparecer. Serio por delante, vareado y un poquito alto. Buen recibo a la verónica, ganando pasos, para rematar en los medios con chicuelina, media y revolera. Gran comienzo capotero que le sirvió para soltar nervios y muñecas. Galleo para poner en suerte en varas y quite por verónicas. Brindis al cielo y al público. Inicio por estatuarios. Su cuerpo, ciprés que espanta dudas pasadas. Dos series por el pitón derecho. La inactividad reflejada en brusquedad en el toque, pasa factura. Pero en el remate de la segunda tanta, cambio de mano por el lado izquierdo que se convierte circular, lento, eterno. El toro se desliza tras su muleta, y descubre su secreto al torero. Muleta a la mano izquierda para ahora sí, que los naturales surjan largos y profundos. Embestida fija y clara, con el único defecto de no ser muy humilladora. Toro ideal para su vuelta. Faena que rompe. Dos series que llegan al público y al torero. Encendida la mecha, vuelta al pitón derecho. Esta vez la serie redonda y profunda. Por  momentos se abandona, figura desmayada y mirada al tendido. Cierre a pies juntos. Espadazo y pañuelos al viento, para descerrajar la puerta grande en la primera intentona. Torero y público en feliz reencuentro.

Primer toro y dos orejas ¡Benditas orejas!


No tuvo la misma suerte en el sorteo, Saúl Jiménez Fortes con el colorado enlotado para su reaparición. Bastito y acapachado de cuerna. Su debilidad en los cuartos traseros y un quite por chicuelinas tras el cambio de tercio, lo condenó a volver a los corrales. Corrió turno el malagueño. Salió por chiqueros el que debía hacer tercero. Bajo y acorde con la categoría de la plaza y de la ocasión. Ajustadísimo quite por chicuelinas para entrar la tarde. Al igual que Mora, brindis al público, que tanto cariño le mostró. Inicio por alto a pies juntos. El mismo valor, el mismo concepto, la misma pureza, el mismo compromiso con el toreo del Fortes de siempre. 

Buenos primeros muletazos de las series. Pero en ese intento de Saúl por buscar el toreo que apague el fuego de lleva su alma, alarga en exceso las series. Somete al burel a una exigencia que su bravura no aguanta. Protestas del toro a partir del tercero, que restan rotundidad a los finales. Acorta distancias para encontrar esos terrenos tan comprometidos, donde el malagueño, tan cómodo se encuentra. Remata de su primera obra con manoletinas. El fallo a espadas y con el descabello deja el premio a una ovación.

Colorado el tercero, segundo de Mora. Destaca quite por chicuelinas, con gracia y garbo. Grandioso segundo tercio. Ángel Otero y José María Tejero con los palos. Iván García en la brega. Capotazos medidos, uno extraordinario que arranca ese “bieeeenn” de los aficionados. Vistalegre se viste de Maestranza. Iván, sabemos que tu plata, es oro. ¡Suerte en tu nueva andadura! Público en pie y los tres montera en mano. Brindis a todos los médicos que han hecho posible este milagro y que hoy, casi veintiún meses después, Mora vuelva a pisar un ruedo. Toro con muchas teclas que tocar, exigente y desagradecido. Aunque su labor no pudo llegar con fuerza al tendido, si le sirvió para comprobar que está preparado para resolver problemas y retos mayores. Llenar el depósito de su confianza. Estocada desprendida y ovación desde el tercio.

Toda la belleza del tercio de banderillas
Bizco de pitones el cuarto. Brindis sin palabras de Fortes a su padre. Sólo con una mirada que se cruza, hijo y padre, torero y familia, saben lo que han pasado y todo lo que se quieren decir. La condición del toro y dos desarmes impiden que la faena coja vuelo. Nuevo cierre por manoletinas con los pitones sacando hilos de los alamares. Estocada defectuosa y saludos en el tercio para recibir la ovación.



Lo de no hay quinto malo, una vez más, se volvió a cumplir. Y en esta ocasión, fue bueno, muy bueno... EXTRAORDINARIO. Precioso de hechuras, con cuello y descolgado. Hizo honor a su nombre “Cantaclaro”. Lo “cantó” pronto. Embistió “claro”. Lo recibió por verónicas Mora, en un capote que si ya era uno de sus fuertes ha adquirido un nuevo poso, una cadencia y una torería superior. Buen puyazo en todo lo alto de Israel de Pedro, y el toro empujando como los bravos. Con fijeza, colocada su cabeza muy abajo en el caballo. Generosidad para invitar en quites al sobresaliente Chapurra, que correspondió a la invitación con uno por verónicas con mucho sabor. Tan jaleado por el público, que Mora decidió dar réplica… por el mismo palo. Un ramillete de seis o siete verónicas, recreándose en la embestida y buscando en cada una, la excelencia. Y para rematar la media que abrocha una tarde cumbre con el capote. Todos pensamos que esas embestidas, podrían pasar factura al “Cantaclaro”, que no andaba sobrado de boyantía.

Brindis a Tejero, su apoderado, aquel que en todo este tiempo de incertidumbre jamás le abandonó. También Compartido Casas que se incorpora en esta nueva etapa. 

Los bravos, se vienen arriba, y las fuerzas brotan de su depósito de bravura. Inicio por abajo precioso, rodilla flexionada, y esa embestida que busca el infinito, pero a ras de suelo. Tanto se siente el torero, que en un muletazo deja de conducir la embestida, parón aguantado y remate. Huele a faena grande. Toro y torero a los medios. Distancia. Esa distancia de Antoñete y Rincón que tanto gusta en Madrid, que por eso estamos a sus puertas. Y en toro deseando embestir. Dos series con la derecha rotundas. Se rompe el torero. Sólo quedaba una duda, el pitón izquierdo. Y en el primer natural, se despeja la incógnita. El toro embestiste todavía mejor si cabe. Más largo, más humillado, más profundo…, ¡qué forma de embestir!, ¡qué forma de colocar la cara! Lo que vino después es difícil describir, porque no pertenece a este mundo, sólo al mundo de los sueños de David. Olvidarse del cuerpo. Ese cuerpo, que tanto le hizo sufrir. Y torear. Todos los momentos de amargura merecieron la pena, sólo por vivir este instante. Borracho de toreo, se marchó por la espada. Tan absorto, que quizás se olvidó del animal que le estaba haciendo feliz. Haberlo sacado nuevamente a los medios, seguramente hubiera resultado definitivo para un viaje de retorno a la vida, al campo. Pero cerrado en tablas, tan confiado, vino la voltereta. Por fortuna el pitón no caló. Cierre por manoletinas y escasas voces en el tendido solicitando el indulto. Tres pinchazos acabaron con un triunfo que hubiera sido de clamor. Una pena que un mensaje de vida no pudiera haber trascendido fuera de los muros del Palacio Vistalegre. Porque el toreo también es vida. Del hombre y en ocasiones del toro. La vuelta al ruedo, esta vez  solicitada por el público para “Cantaclaro” como mal menor, no fue atendida por el presidente. Y me mente se pregunta ¿qué le faltó a este toro para no merecer tal honor? Al final para las frías reseñas, todo quedará en vuelta al ruedo del Mora y ovación en el arrastre, pasto de olvido del que no estuvo allí.

Extraordinario muletazo a un toro extraordinario
Cerraba la tarde Saúl, con el sobrero que debió sustituir al primero. Del hierro de Juan Pedro, marcado con la V ducal de Veragua. El de peores hechuras. Alto, cuesta arriba, estrecho de sienes. Pronto mostró su escasez de fuerzas.  Definitivamente, Fortes no tuvo suerte en el sorteo. Capote a la espalda en los medios para un quite por gaoneras, firmes las plantas. Brindis a David Mora, que viene a enlazar con aquel brindis de San Isidro, en el que Fortes a través de la cámaras quiso homenajear a David. Yéndose a mismo lugar donde éste cayó. La misma tarde que al final resultaría también trágica para el malagueño. Todos y cada uno de los brindis de la tarde tuvieron su particular historia. Brindis que cierran páginas para abrir otras nuevas.

El valor. Capote a la espalda en los medios

A los medios y cartucho de “pescao” homenaje a Pepe Luis. Rebrincado y sin calidad el toro, sólo permitió al torero demostrar su firmeza. No se aburrió,  volvió a pisar el terreno y el sitio de siempre. Bernadinas de cierre y nuevo fallo a espadas. Suerte en la que Saúl debe mejorar. 

Se intuye en Fortes una lucha interior, una búsqueda de caminos para que brote ese concepto tan puro que lleva dentro. Porque Saúl es tan sincero, tan honesto, con el toro que tan duro le pegó, con el toreo, con la vida y consigo mismo, que ha emprendido un camino que no conoce atajos. Pero más pronto que tarde llegará. Las piezas encajarán y lo que hoy es desasosiego, mañana será armonía. Y emergerá ese torero grande que esconde su alma. Saúl ha vuelto. Sául ya está aquí.

Así termina una gran tarde que empezó con triunfo. Dos toreros, uno en hombros camino de la puerta grande y otro a pie, sobre su propio destino. DAVID MORA y SAÚL JIMÉNEZ FORTES, están de vuelta ¡BIENVENIDOS TOREROS!

El abrazo de dos toreros que nos puso un nudo en la garganta ¡Bienvenidos!



Texto: Divino Calvo
Fotografías: L.M. Sierra





martes, 23 de febrero de 2016

Cuaderno de notas (LXXII) Los que odian lo presente (o los detractores del toreo)

La búsqueda de nuevos caminos puede pasar, en ocasiones, por forzar las formas para aumentar el mando en detrimento de la estética. No siempre, ni necesariamente, el arte más puro va unido a la belleza. Bueno y bonito son conceptos que no necesariamente tienen que  ser coincidentes.
"Los aficionados viejos siembran de multitud de obstáculos el camino de la fiesta; y esos obstáculos son las intransigencias, que, generalmente, los distingue de todos.

Y al que se opone al desarrollo natural de un arte (aunque este arte sea el de la lidia), debe combatírsele, como se combate a un furibundo detractor. Dicen que el toreo es arte; pero al mismo tiempo con sus intransigencias, con sus inmutables doctrinas; con sus capciosos credos, acaban por negar lo que antes afirmaban sentenciosos (...)

Y no pretendan ustedes sacarles de un error o de una mala interpretación. Antes lograrán ustedes sacarles de sus casillas ¡y entonces!...

¡Cualquiera se atreve a decir, delante de uno de esos viejos, que no hay razón para que el acto de adelantar el pie contrario en los pases de muleta se considere una heroicidad, siendo, por el contrario, una ventajilla del torero!...

Para ellos no hay más arte que lo que el Curro, el Chiclanero, Pepete o Guillén dejaron sentado; el arte no debe admitir modificaciones, ni mixtificaciones, ni novedades necesarias por el gusto de la época o de las circunstancias especiales en que nos movemos; el arte debe ser siempre el mismo, único, invariable...

Que quieran o no quieran; que se desesperen o no, lo cierto es que todo lo existente cambia, y que lo que es capaz de progreso; ni puede detenerse ni puede retroceder a lo que fue en otros tiempos. Tal pretensión sería pueril.

Si la fiesta de los toros se dejase llevar de las direcciones o influencias de estos señores (lo que felizmente no sucederá), caminaría en un sensible y rápido descenso. El arte es arte, precisamente porque vive de la libertad, de la independencia, que necesita para vivir; porque no puede subsistir encerrado en viejos moldes, en círculos pequeños dentro de los que es posible moverse con desembarazo (Hache, Doctrinal Taurómaco)

Nosotros respetaríamos al verdadero amante de lo viejo, si existiera; pero los que conocemos constituyen un caso morboso; son enemigos del arte, de toda innovación. Y ese culto que rinden los aficionados amantes de lo viejo, es rancio, es negativo, , está cubierto de telarañas y carcomido por la polilla. Ese culto niega la libertad, de la que nacen los contrastes, las riquezas de líneas, los movimientos, lo pintoresco, aquello que emula al artista y que le hace apropiarse de lo que cree bueno.

En una palabra, los aficionados viejos son enemigos, son detractores del arte porque son excépticos (sic) y porque lo quieren someter a media docena de reglas, y acabarán con él, si no hubiera quien pensase que el arte puede tener infinitas formas y soluciones. Son inquisidores (...)

Los que van contra él, son los geómetras del toreo, los que quieren hacer de la lidia, un arte invariable, fijo, aherrojado con cuatro o cinco nociones que constituyen un sencillo abuso; y los que no progresan; los que aman lo caduco, no por su natural belleza, no por su valor intrínseco, sino los que lo aman, o dicen que lo aman, sólo por odiar lo presente.

Los que a todo ponen peros y con nada están conformes..."

Victorio de Anasagasti "El Doctor Anás", El secreto de Belmonte 
(1ª ed., Madrid: 1915. Páginas 14-21)

La figura"feísta" de Juan Belmonte (tensa, rota, crispada, encajada; no erguida, ni vertical, ni natural, ni relajada) fue objeto de duras críticas por parte de los aficionados puristas y clasicistas de su época (le llegaron a llamar "galápago"). Sin embargo, la estética que él inauguró, incomprendida en su tiempo, fue fuente de inspiración de grandes artistas y creó escuela en el toreo (Fotografía de una escultura de Belmonte, obra de Sebastián Miranda, publicada en Toros y Toreros en marzo de 1916).

sábado, 20 de febrero de 2016

Ampliando nuestra biblioteca taurina (VI) Flamenco y toros

Por Jose Morente



Aunque casi todo el mundo sostiene o acepta que el flamenco y los toros son dos actividades íntimamente relacionadas, resulta sorprendente comprobar que no son muchos los textos que se han escrito analizando y estudiando las relaciones entre ambas actividades artísticas y culturales.

Vamos a dar un repaso a algunos de los textos dedicados a esa temática.



1. Anselmo González Climent. "Flamencología. Toros, cante y baile (1ª ed., Madrid: 1955)

En 1955, Anselmo González Climent, sanroqueño afincado en Argentina publicaba el libro que iba a servir para bautizar a la -entonces incipiente- nueva ciencia de la flamencología. Una ciencia necesaria (el flamenco es tan digno objeto de estudio como cualquier otra actividad cultural) como denostada y discutida, quizás por algunos de esos planteamientos radicales y erróneos que se produjeron en los primeros pasos de esta disciplina. 

Flamencología era, en realidad, la segunda edición -corregida y aumentada- de otro libro de Anselmo González Climent, publicado en 1953 y que también en su título hacía mención a las relaciones del flamenco con el toreo: "Andalucía en el toreo, el cante y la danza".

Y es que hablar de flamenco, hablar de cante o baile, sin hablar de toros, no parece posible.






2. Mario Penna. Los gitanos, el flamenco y los toros.  (2ª ed. Sevilla: Signatura ediciones, 2013) (1ª ed. italiana., Storia e storie del flamenco: 1968)

Si los dos primeros libros dedicados a toros y flamenco, fueron obra de un autor argentino, el tercero se debe a la pluma de un italiano. Lo que corrobora nuestra opinión de que, si en Italia hubiese toros, los italianos serían de seguro unos grandiosos aficionados (algunos ya lo son como se encargan de demostrar diariamente los entusiastas miembros del Club Taurino Italiano).

El libro de Mario Penna es, en realidad -lo delata su título original-, una historia del flamenco que, como es lógico, no se entiende sin hablar de los gitanos y del toreo. Por eso creo, que el título de la traducción al castellano es bastante acertado.

En cualquier caso, lo que merece la pena es el contenido. Y, en eso, la capacidad analítica del autor, sorprende y da que pensar. Un libro para saborearlo igual que se saborean las buenas faenas o se paladea el buen cante.

Poquito a poco. 



3. Toros y arte flamenco. Fernando Quiñones/José Blas Vega (en El Cossío. Tomo VII, 1ª ed., 1982)

En 1982, Fernando Quiñones y José Blas Vega, publicaron dentro del Tomo VII del Cossío (el dedicado a las artes), un enjundioso y completo estudio (unas 80 páginas) donde se analizaban las relaciones del toreo con el flamenco de forma exhaustiva.

Un listado, relativamente completo de flamencos taurinos y taurinos flamencos, precedido por una amplía reflexión sobre el nexo de unión entre el flamenco y los toros y rematado con un estudio sobre la influencia del toreo en el baile flamenco y en las letras del cante flamenco.

Un trabajo definitorio y casi definitivo sobre los vínculos entre flamenco y toros. 






4. Cante y toros-Un ensayo de aproximación. Alfredo Arrebola (1ª ed., Málaga: Universidad de Málaga, 1991)

Un pequeño librito que sirve de introducción al tema. Como su propio título indica, un pequeño ensayo, una aproximación al cante y al toreo elaborado a partir de una docena de artículos publicados inicialmente en el Diario malagueño "El Sol del Mediterráneo"




5. Revista "La Caña nº 2" (1992)

No es un libro sino un número extraordinario de la revista flamenca "La Caña". Un número que sólo por esa portada donde Manolo Caracol le "enseña" a torear a Paco Camino, ya merece la pena.

Pero hay mucho más: El árbol genealógico de los Gómez-Ortega (que luego dio lugar a un libro dedicado en exclusiva a esa saga familiar tan flamenca y tan torera); La historia, contada por Antoñete, de la grabación del disco de villancicos que hizo con Rafael Gitanillo y Curro Romero; Un pequeño vocabulario tauro-flamenco; Un trabajo sobre el cartel flamenco taurino y unas cuantas cosas más, todas de mucho interés.

Imprescindible.





6. Santísima Trinidad. Pablo García Mancha (1ª ed., Bodegas Ontanón: Logroño, 2010)

Lo último que se ha escrito de interés sobre toros y flamenco.... y, sobre, vinos. Un libro que ya comentamos en su día en nuestro blog. 

Publicado en 2010, este tri-ensayo del periodista logroñés Pablo G. Mancha es de obligada lectura. 

En toros, sus pasiones -amplías y acertadas- son José Tomás, Morante, Pablo Hermoso y su paisano, Diego Urdiales. En flamenco, sus dioses mayores son -también con criterio amplío y acertado- Paco de Lucía, Camarón, Chano, Carmen Linares,.. 

En vinos, la Rioja, por supuesto.

Como se trata de un texto de periodista (que recopila artículos de prensa e incluye fragmentos de entrevistas), el estilo es ameno y directo, sin merma de jondura, por lo que se lee de un tirón y se queda uno con ganas de más.

Como ocurre con el buen cante, el buen toreo y el buen vino.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Cuaderno de notas flamenco (V) Opiniones sobre Pepe Marchena

Pepe Marchena. El gachonsito de la voz de miel, según Pastora.



"En el Niño de Marchena se marca la cumbre indiscutible del cante"
La Argentinita


"De los de ahora, Pepe Marchena, el más completo de todos y el que conoce más que nadie los cantes flamenco en todos los estilos"
Ramón Montoya


"Marchena era un ruiseñor cuando cantaba poemas. Lo quieran o no quieran reconocer, como él no ha habido ninguno"
El Pali


"Cuando Dios creó el cielo tiró la sal y toda le cayó al Niño de Marchena, porque sólo andando tiene más arte que todo el mundo"
Tomás Pavón


¡Como canta este ángel caído del cielo!
Manuel Torre


"Marchena, Faraón del cante, merecería ser gitano"
Carmen Amaya



(Opiniones sobre Marchena recogidas en el libro de Eugenio Cobo "Vida y cante del Niño de Marchena".1ª ed. Córdoba: Virgilio Márquez editor, 1990)


martes, 16 de febrero de 2016

Torear en el filo de la navaja

Por Jose Morente

Saúl Jimenez Fortes. Siempre al límite

Si un mínimo de valor es necesario en todo el que baja al ruedo, hay que ser muy, pero que muy valiente, para destacar precisamente en esa faceta del toreo.

Y aunque a los toreros de esta cuerda les han achacado siempre que hayan puesto el valor, la demostración de valor, el alarde de valor, como fin último de su toreo, yo no comparto esa opinión pues creo que hay en ellos algo mucho más importante que demostrarnos "cuantos pelos tienen en el pecho", como ya le recriminara Hemingway a Ignacio Sanchez-Mejías.

Explorar los límites de nuestras capacidades y de nuestros miedos. No ceder nunca. No tomarse ninguna ventaja, ni ningún respiro. Exponer el cuerpo y la vida hasta más allá de lo razonable. No por nada sino por pura entrega. Por un inquebrantable compromiso con nosotros mismos y con nuestros principios.

Ese creo que es el ideario de los diestros de esta cuerda, un ideario incomprensible y ajeno  a los cómodos parámetros éticos de nuestra sociedad y que solo al enunciarlo, ya asusta. Pero aquí estamos hablando de moral. No de buenísimo ni moralina. Quizás sea necesario releer a Nietzsche para entender de verdad y cabalmente a estos toreros.

Es un ejercicio de análisis que creo necesario e imprescindible. No podemos despachar de un plumazo y con la simplista etiqueta del valor y sólo el valor la impresionante y dramática trayectoria de diestros del calado del negro Frascuelo, del llorado Maoliyo el Espartero, del poliédrico Ignacio Sánchez-Mejías, del simpático Diego Puerta o de nuestro contemporáneo y estoico Saúl Jiménez Fortes.

Torear así, asumiendo el riesgo, todos los riesgos, para explorar los límites de la quietud, de la entrega y del abandono, no es nada fácil. No es nada fácil torear como si no se tuviera cuerpo o como si el cuerpo no importara. El cuerpo existe y las cornadas duelen. Dolor físico y dolor moral. 

Renunciar, de forma consciente, a la  seguridad (relativa, todo hay que decirlo) que proporciona la técnica o renunciar a la comunicación directa con el público que permite el arte, es muy difícil, como difícil es andar por la vida sin muletillas ni apoyaduras y sin otras armas que nuestras propias convicciones.

Ir por la vida y por la plaza con la verdad desnuda por delante, es duro.

Muy duro.

El Espartero encarna posiblemente al arquetipo de los toreros de esta cuerda de valientes. Le cogieron casi todos los toros que toreó /algunos varias veces). Su respuesta displicente ha pasado a la historia: "Más cornás da el hambre"

domingo, 14 de febrero de 2016

Cuaderno de notas (LXXI) A Rafael de Paula


Rafael de Paula


A Rafael de Paula

Cuando pones tu planta en las arenas
y engallas, hecha bronce, tu figura;
cuando estrechas la muerte a tu cintura
y el toro se hace un río por tus venas;

cuando el raso y el oro reestrenas,
tocando el pulso de la sangre oscura
y el ángel de tu estirpe, allá en la altura,
te derrama su gracia a manos llenas;

ya no importan ni amores ni querellas,
ni el llanto del gitano vagabundo,
ni el gozo con que estallan las botellas;

ni torrente caudal, ni mar profundo,
ya no importan ni el sol ni las estrellas,
y ya puede venir el fin del mundo.

(Poesía de Patricio Pemán Medina 
Publicada en el Blog Poesía Taurina de Antonio Suárez Cabello)

sábado, 13 de febrero de 2016

Cuaderno de notas (LXX) La técnica frente al valor

Joselito y Belmonte. Dos leyendas del toreo. Dos conceptos diferentes. Es lógico preferir a uno de ellos pero no es de recibo desdeñar al otro. Todos los conceptos y todos los planteamientos tienen su sitio en el toreo. Otra cuestión bien diferente es que alguno de esos planteamientos a nosotros, personalmente, no nos gusten.
Joselito representa la sabiduría; Belmonte el clasicismo.

El primero será siempre el general táctico que planea las batallas; el O'Donell sapiente. El segundo será el que arrastra y enloquece a las multitudes con su valor indomable y su patriotismo legendario, el Prim de los Castillejos: el héroe del pueblo. 

De ahí el que las ovaciones belmontinas suenen más, sean más estruendosas y espontáneas que las que se le tributan al hijo menor de Fernando. Parece que en éstas entra por mucho el cálculo, la mesura, algo así como si los espectadores aplaudiesen con guantes. Es su público, razonador, frío, discreto, que se rinde ante la ciencia y el dominio de su torero predilecto. 

Los aplausos a Belmente son más clamorosos y más entusiastas; son los aplausos de la gradería de sol, el entusiasmo desbordante que pone en tensión los nervios y hace subir a la garganta la voz emocionada de sus adeptos, electrizados por el valor y el arte del ídolo, arte que asimismo recorre los ámbitos del circo haciendo llegar a todos los espectadores su grandeza extraordinaria.

José Antonio Caballero. "Juan Belmonte-Transformador del toreo" (Madrid, 1ª ed., 1918)

Torear para gustarse

Por Jose Morente

Contaba Curro que se inspiró en fotografías de Curro Puya para coger el capote "cortito". Eso de cogerlo recogío, con dos deditos y más cerca de la esclavina, decía Curro que lo había aprendido viendo las fotografías del trianero (Imagen del libro "Curro Romero-La esencia" de Antonio Burgos)

Para los grandes toreros que han basado su toreo en la estética, que han puesto en la postura (la compostura) todo su empeño, torear no es una cuestión de testículos (valor) ni de cerebro (técnica) sino de corazón o sea, de sentimiento y de inspiración.

En el toreo, el arte y la personalidad ni se enseñan ni se aprenden, sino que se tienen o no se tienen. Se nace con arte o se nace sin arte. Y punto.

Los toreros que nacen con arte no torean para el toro ni para el público, sino que torean para ellos mismos, para "gustarse". Lo que buscan en el ruedo los toreros de esta cuerda, está, en realidad, dentro de ellos mismos. Por eso, el arte en el toreo no es algo que aparezca"después de" una dura y trabajada pelea con un astado fiero y complicado. Al contrario, el arte en el toreo, es algo que se busca y desea constantemente pero que no siempre se encuentra.

Que surja el arte precisa un toro bravo y noble, un torero en estado de gracia y un ambiente propicio. Que surja el arte en el toreo viene a ser, entonces, como una cuestión de magia, de conjunción astral o de afortunada concatenación de circunstancias. Un cruce de causalidades y casualidades. Y es que, el arte no es recompensa a nuestros esfuerzos, afanes y desvelos ni premio por nuestros méritos o virtudes sino un don divino, un regalo de los dioses. Que surja el arte en el toreo es, realmente, un milagro. Por eso, se le valora y aprecia tanto.

Cuando los grandes toreros de arte (Rafael el Gallo, Cagancho, Pepe Luís Vázquez, Curro Romero, Rafael de Paula, Morante de la Puebla,..) hablan de sus sensaciones delante del toro, dicen "me he sentido" o "me he gustado". Su toreo discurre con "suavidad" y "sin brusquedades" pues torear es, como decía Rafael el Gallo, autoridad máxima en esta materia, "acariciar suavemente".

Consecuentemente, en el toreo de arte predomina la "naturalidad", el "desmayo", la "elegancia" pues todo debe fluir "sin esfuerzo aparente", "sin brusquedades", "sin crispaciones". Pero es la suya una elegancia no impostada sino auténtica. El torero que ha nacido "con gracia" es, como decía Gerardo Diego hablando de Antonio Fuentes, la "elegancia ignorándose de la naturaleza".

Tanta belleza no puede aparecer de forma prefabricada y continua pues sería contraproducente y contradictorio. Por eso, en el toreo de arte predominan el instante, el detalle, el pellizco o el momento sobre la obra completa, soñada y rara vez lograda. Los toreros de arte nos regalan muchas más "pinceladas" que faenas "redondas"; abundan más en ellos los "quites del perdón" que las "tardes de gloria". Pues el "tarro de las esencias" se destapa sólo de cuando en cuando (muy de cuando en cuando). Es más,lo corriente en este corte de toreros que no tienen nada de corrientes, es que se pase del éxito al fracaso (o viceversa) de un toro a otro o, incluso, dentro de un mismo toro, de una misma faena.

Lo frecuente es que tras el lance luminoso y mágico aparezca la negra espantá. Tras la verónica de alhelí, el muletazo deslavazado y huyendo. Puro contraste (el sol y la sombra) que aquilata aún más si cabe los momentos felices.

Pero son momentos brillantes como ese lance de Curro Romero a la verónica que encabeza esta entrada, con su capotillo cogido con dos deditos, muy cerca de la esclavina, al estilo de Curro Puya, Un capotazo perfecto se mire por donde se mire. Con esa pierna adelantada que se adivina llevará al torero hasta los medios para que allí se produzca el feliz remate.

Un lance, uno solo, pero por el que, para verlo, iríamos al fin del mundo si preciso fuera.


Pepe Luis Vazquez. Un detalle, una pincelada. Un sólo muletazo que no parece nada pero que encierra todo un mundo. Por verlo, merece la pena pagar la entrada

jueves, 11 de febrero de 2016

Torear para el toro

Por Jose Morente


Paco Camino en la Macarena de Medellín con un toro de Achury Viejo (Foto de la página de facebook "El toreo y su sombra")
Me gustan muchas formas diferentes de torear pero esa que se ve en la foto de Paco Camino, al natural, con un toro de Achury Viejo, en Medellín, allá por los 70, me encandila especialmente.

Para empezar hagamos alguna precisión. No estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que existe un único modo de torear, una única técnica y que lo que varía es el acento personal, o sea el estilo, que, en la interpretación de esa única técnica, pone cada torero. 

Es cierto que el acento personal, el estilo, es primordial en el toreo (como lo es en el cante y en cualquier otra actividad artística), pero no es menos cierto que, además de estilo, el toreo es, sobre todo, cuestión de concepto, de planteamiento.

Y no es lo mismo torear poniendo el valor  por encima de todo que poner el acento en las formas (la estética) o que ponerlo en la técnica. Son tres planteamientos legítimos, pero muy diferentes que dan lugar a tres modos de torear también muy diferentes.

Me gusta y mucho, el toreo de arte, que es el toreo de quien torea por su propio goce y para disfrute de los espectadores. Pero también me emociona el toreo de valor, el toreo de quien torea para demostrarse a sí mismo y a los demás su capacidad de forzar los límites. Tanto como me impacta el toreo de conocimiento, el de aquellos toreros que torean en función del toro, que torean por y para el toro.

Ese último, ese torear para el toro, en función del toro, es el modo de torear de Paco Camino y el de todos los toreros de su cuerda, desde Guerrita y Joselito el Gallo, hasta el Juli, pasando por Luis Miguel Dominguín, Manolo Martínez Paco Camino.

Ese es el toreo que mejor ejemplifica ese aforismo que dice que "una cosa es torear y otra pegar pases" pues, para estos toreros, torear no es acompañar de forma bella y elegante las embestidas de los toros ni enfrentarse a estos en una lucha tensa, dura y sin cuartel. Para Paco Camino y para todos los toreros de su cuerda, torear no es una cuestión de estética (aunque, a veces no desdeñan componer la figura como los toreros de arte) ni de épica (que para ellos es un medio y no un fin aunque a veces nos asombren con sus proezas) sino de dominio. Un dominio basada en la inteligencia del hombre, en el conocimiento de las reses, lo que se traduce, en la plaza, en llevar a los toros toreados.

Eso de llevar a los toros toreados, que es la clave del planteamiento de estos toreros, se aprecia muy bien en la foto de Camino que encabeza esta entrada. Se ve claramente, de forma meridiana y prístina, como Camino tuerce la figura, la rompe y la descompone, para mejor señalar su camino al toro. También se aprecia claramente como concentra la mirada en los pitones y como concentra toda la tensión de su figura (nada relajada, ni desmayada sino todo lo contrario) en esa muleta (esta sí relajada y suelta en su caída natural) que se alza levemente para ayudar al toro en el final de su trayecto, en el final de ese muletazo.

Torear -para Camino como para todos los diestros citados- no es, en resumen, una cuestión de ánimo (épica) ni de sentimiento (estética), sino un ejercicio de inteligencia. Lo que a mí, personalmente me subyuga y emociona.

El problema de esos grandes toreros, el único y verdadero problema de todos los toreros de esa cuerda, la cuerda del conocimiento de las reses, es que el que torea para el toro no torea al público

Y eso es algo que los público -por desgracia- no suelen agradecer.

Más bien, al contrario.

El toreo de dominio e inteligencia. Torear por y para el toro es algo que los públicos no suelen agradecer lo suficiente (Fotografía de la web de la Peña los de José y Juan)




sábado, 6 de febrero de 2016

Ya se acabó el Cante Grande

Por José Morente

Antonio Mairena. Un cantaor único en la historia del cante gitano-andaluz

En junio de 1984, Fernanda y Bernarda de Utrera dieron sendos conciertos de Cante Flamenco, en París que fueron grabados por Radio France y editados posteriormente en 1987.

Como hacía muy pocos meses (septiembre de 1983) que había fallecido en Sevilla Antonio Mairena, no tiene nada de extraño que las cantaoras de Utrera homenajearan al maestro de los Alcores. Y, en efecto, Bernarda, que cantaba acompañada a la guitarra por Pedro Bacán, deslizó al final de una tanda de bulerías de las suyas tres sentidas coplas dedicadas a la memoria del gran cantaor recientemente fallecido.


Callarse por un momento
ya se acabó el Cante Grande
que ha muerto Antonio Mairena
que cantaba como nadie

Entre lágrimas y penas
el silencio es un crespón
a los gitanos de Utrera
le han partío el corazón

Ya está la luna en la playa
diciendo de madrugá
Antonio que pena, Antonio
ya no los escuchamos más.



Bernarda le cantó en París, con todo el sentimiento del mundo, a quien tantos recuerdos había dejado entre los gitanos de Utrera
Hoy no es nueve de septiembre

Hoy no es nueve de septiembre y, por tanto, hoy no es el día del aniversario de la muerte de Antonio Mairena pero no sé porqué hay que homenajear a los grandes artistas sólo en determinadas fechas de cada año.

A mí, el cuerpo me pide hoy recordar al maestro de los Alcores pues pienso que recordar es una forma -puede que de las más ajustadas- de rendir homenaje a la memoria de nuestros maestros.

Por tanto y como dirían los flamencos:

¡Vamos a acordarnos de don Antonio Mairena!


jueves, 4 de febrero de 2016

Belmonte, joselista

Por José Morente

El partidario número uno de Joselito fue Juan Belmonte (Fotografía de portada de Arte Taurino-1915)

Belmonte, joselista

La amistad entre Joselito y Belmonte, entre José y Juan, fue proverbial.

Dentro de la plaza no se concedían cuartel pero fuera era distinto. Y los comentarios elogiosos del uno sobre el otro, abundan. Algo que con la retranca de Belmonte y el orgullo de Gallito no puede dejar de sorprendernos.

Repasando estos días las crónicas de la temporada de los mano a mano de los dos colosos (la del año 15) me encuentro con unas declaraciones de Belmonte que me parece interesante recuperar. Pero antes conviene que nos pongamos en situación.

José y Juan habían toreado juntos en Valencia el día 22 de junio, con toros de Campos Varela, bien presentados pero escasos de bravura. Aunque sin problemas pues con esos dos torerazos, lo que no ponían los toros, lo ponían ellos (que dicho sea de paso, es lo mismo que ha ocurrido en todas las épocas con todos los buenos toreros).

Belmonte estuvo muy bien y si -en algún toro- no estuvo mejor fue porque, realmente, no tuvo material para más lucimiento. El caso es que gustó mucho a los valencianos, saliendo a hombros. 

Pero si Belmonte estuvo muy bien, Joselito estuvo realmente superior. Su faena al tercero fue -según todos los revisteros- un derroche de torería y buen hacer. Leamos lo que decía de esa faena el corresponsal de Arte Taurino:
"Joselito. Al tercer toro lo capoteó muy ceñido y valiente (ovación) En quites, colosal (Ovaciones). Y con la muleta llevó a efecto una faena MONUMENTAL, COLOSAL, ASOMBROSA, Cuanto se diga es poco lector amigo. Por "acá" no recordamos cosa parecida ni creo que ningún torero la pueda mejorar. Fue una faena torera, artística, de valiente, de maestrazo. MARAVILLOSA. El nene templó, mandó y dominó a la res con una sabiduría y un lucimiento tal que volvió al público loco de entusiasmo, el cual no cesaba de aplaudir, olear y aclamar al grandioso Joselito. ¡Extraordinario! ¡Extraordinario! Atacando con coraje arreó cuatro buenos pinchazos que valieron por otras tantas estocadas (Ruidosa ovación al final)"
Confieso que al leerlo me pareció la crónica un pelín exagerada sobre todo, sabiendo como las gastaba -salvo honrosas excepciones- los "chicos" de la prensa. Eso, o que el revistero era más gallista que Menchero, lo que ya es decir.

Pero sigo leyendo y un par de números después me encuentro, en la misma revista, un titular cuando menos sorprendente: "Belmonte, Joselista"..

Titular del artículo publicado en Arte Taurino el 12 de julio de 1915

Al principio me quedé perplejo. ¿Como se mastica eso de un Belmonte partidario de Joselito el Gallo, su máximo rival y competidor?

Luego, me acordé de lo que nos dijo Rafaelito Chicuelo en la Alameda debajo de la estatua de su padre a Salomé Pavón, a un servidor y a todo el grupo de gallistas allí reunidos. Chicuelo decía que todos los toreros de aquella época -su padre incluido, por supuesto- eran partidarios de Joselito y que el más gallista de todos ellos era Juan Belmonte.

Con Salomé Pavón y Rafael Chicuelo en la Alameda

Algo más predispuesto pero todavía cierta suspicacia, empiezo a leer, lo que supongo divagaciones de un revistero partidista del menor de los Gallos y me encuentro con la sorpresa.

En realidad, el artículo lo que hace es una magnífica defensa de ambos toreros contra esos partidarios estériles y cerriles que tanto han abundado siempre en el toreo. Lo mejor de todo, es que el artículo recoge la opinión del propio Juan Belmonte sobre la faena de Gallito al tercer toro de la corrida de Valencia del día 22 de junio. Aquella cuya reseña acabamos de copiar.

Dice Juan de esa faena:
"Yo no he visto a José hacer una faena tan grande y tan sublime como la que hizo ¡Qué dos pases dió de rodillas, chipén! Rozándole los pitones en el cuerpo; un asombro de valentía y de arte; cuanto se diga es poco. A mí me dejó asombrado, hasta el punto de que el toro siguiente el mío, yo no acerté a torearlo, y salí del paso únicamente; me encontraba sugestionado por lo que acababa de ver hacer a Joselito..."
Recorte del artículo "Belmonte, joselista" publicado en Arte Taurino el 12 de julio de 1915.

Resulta que, al final, el revistero de Arte Taurino que había firmado la reseña de la corrida del día 22, se había quedado corto en los elogios.

Joselito en Valencia el 22 de junio de 1915, con las dos rodillas en tierra (Fotografía publicada en Sol y Sombra. Aunque el pie de foto dice que se trata del 5º toro, estoy convencido que la foto corresponde al 3º de la tarde, el de la crónica de Arte Taurino y el comentario de Belmonte. En cualquier caso, el muletazo es magnífico. El toro va metido en la muleta -pero no tapado por ella- y el aguante del torero -que sin embargo, no denota crispación- resulta evidente. Una "fotaza".

Admiración mutua 

Las opiniones de Belmonte sobre Joselito, me parecen muy reveladoras del clima de respeto y admiración mutua que existía entre esos dos toreros que se encuentran sin duda entre los más grandes de toda la historia. Por si fuera poco, se conocen muchas otras declaraciones de ambos en la misma línea elogiosa y admirativa hacia el competidor y compañero.

Creo que es importante destacar esas elegantes maneras, especialmente en nuestros días cuando son tantos los aficionados que achacan falta de torería a los toreros actuales por la forma educada, correcta y amable que tienen de relacionarse entre ellos. Lo cierto es que se nos pone como ejemplo y contrapartida a los toreros del pasado. Unos toreros del pasado que, nos dicen, andaban siempre a la greña, escupiéndose a la cara y lazándose miradas asesinas dentro y fuera de las plazas. Una actitud que, a la vista de la opinión de Juan sobre José y viceversa, cada vez me resulta más increíble.

Y es que una cosa es el comportamiento de los toreros (de ayer y hoy) dentro del ruedo donde nadie se deja (ni ayer ni hoy) ganar voluntariamente la partida y otra, muy distinta, su actitud fuera de la plaza donde la educación no está reñida con la torería, antes al contrario. Y eso, tanto ayer como hoy.

La competencia feroz no excluye las buenas formas (Tomás y Juli en Badajoz en 2012)

Defensa del toreo de rodillas

Otro detalle que me ha llamado bastante la atención es que lo que a Belmonte le llamó la atención, en la faena que hizo Joselito en Valencia, lo que en verdad más valoró de esa faena, fue la forma de Joselito de salir de rodillas al toro de Campos Varela.

Hoy, cuando un falso concepto del purismo ha casi desterrado el toreo de rodillas de las plazas, la opinión de Belmonte puede resultarnos bastante chocante

Sin embargo, el toreo de muleta de rodillas ha gozado de gran predicamento a lo largo de la historia del toreo. Sin ir más lejos, su practica era muy habitual y celebrado  en la Edad de Oro del toreo.

Por eso, leídas las declaraciones de Belmonte sobre el toreo de rodillas de Joselito, me hubiera gustado saber lo que hubiera pensado y dicho el Pasmo de Triana de la arrucina de rodillas que Alejandro Talavante le pegó en la plaza de las Ventas a un torazo de los de nuestra época.

Un alarde al que, sin embargo, nosotros no le hemos dado la importancia que realmente tiene.

Talavante en las Ventas. Arruizina de rodillas (Captura de pantalla de Canal+)
Personalmente estoy convencido que Belmonte se hubiese emocionado con ese alarde de valor verdadero del torero extremeño, tanto como se emocionó cuando se arrodilló Joselito en Valencia, jugándose de verdad el tipo.

Y es que Belmonte era una persona cabal y sensata. Toreando y opinando.

Juan Belmonte en Valencia el 22 de junio de 1915. Un torero cabal y sensato, toreando y opinando