jueves, 25 de febrero de 2016

Bienvenida a dos toreros

Por el Divino Calvo (Fotografías: L.M. Sierra)



Domingo, 21 de febrero de 2016. La madrileña Vistalegre vuelve a abrir sus puertas. Los carteles anuncian la Feria de Invierno, pero hoy es primavera. Primavera para dos hombres. Primavera para dos toreros. Vuelve a lucir el sol en sus vidas, después de tantos días oscuros, de dolor, de dudas, de miedos, de sacrificios, de incertidumbres, de sufrimientos… Heridas que se cierran a la par que se abre el portón de cuadrillas. Hoy quedan atrás como cicatrices del alma Vuelven dos héroes. DAVID MORA y SAÚL JIMÉNEZ FORTES. Han vuelto a la vida, para libremente, volver a jugársela. Para ellos, vivir sin torear, no es vivir. La grandeza del toreo. 

Jamás asistí a festejo alguno que el mismo momento de romper el paseíllo supusiera un triunfo. Triunfo grande. Triunfo de ley. Plaza en pie. Paseíllo ansiado. Paseíllo tantas veces puesto en dudas, como veces fue soñado. Corazones que se estremecen y emociones que afloran. MORA Y FORTES vuelven a sentir esa ovación atronadora, que les arropa, les anima, les empuja y ayuda a espantar sus miedos. A medida que avanzan, sus pasos cada vez más firmes, y la ovación más grande. Y se sienten TOREROS. Ovación que sólo cesa en el momento de cambiar la seda por el percal, para volver a rugir en el momento en el que, montera en mano, ambos saludan desde el tercio.  Todos, absolutamente todos, incluidas las cuadrillas que desmonteradas también aplauden. Imagen imborrable. De público a toreros. De toreros a toreros. Emociones a flor de piel ¡BIENVENIDOS DE NUEVO! ¡TRIUNFO CONSUMADO!

Corrida de Parladé, correctamente presentada y con muchos matices. Sobresaliendo el quinto. EXTRAORDINARIO

No sé podía haber elegido David Mora, mejor toro para reaparecer. Serio por delante, vareado y un poquito alto. Buen recibo a la verónica, ganando pasos, para rematar en los medios con chicuelina, media y revolera. Gran comienzo capotero que le sirvió para soltar nervios y muñecas. Galleo para poner en suerte en varas y quite por verónicas. Brindis al cielo y al público. Inicio por estatuarios. Su cuerpo, ciprés que espanta dudas pasadas. Dos series por el pitón derecho. La inactividad reflejada en brusquedad en el toque, pasa factura. Pero en el remate de la segunda tanta, cambio de mano por el lado izquierdo que se convierte circular, lento, eterno. El toro se desliza tras su muleta, y descubre su secreto al torero. Muleta a la mano izquierda para ahora sí, que los naturales surjan largos y profundos. Embestida fija y clara, con el único defecto de no ser muy humilladora. Toro ideal para su vuelta. Faena que rompe. Dos series que llegan al público y al torero. Encendida la mecha, vuelta al pitón derecho. Esta vez la serie redonda y profunda. Por  momentos se abandona, figura desmayada y mirada al tendido. Cierre a pies juntos. Espadazo y pañuelos al viento, para descerrajar la puerta grande en la primera intentona. Torero y público en feliz reencuentro.

Primer toro y dos orejas ¡Benditas orejas!


No tuvo la misma suerte en el sorteo, Saúl Jiménez Fortes con el colorado enlotado para su reaparición. Bastito y acapachado de cuerna. Su debilidad en los cuartos traseros y un quite por chicuelinas tras el cambio de tercio, lo condenó a volver a los corrales. Corrió turno el malagueño. Salió por chiqueros el que debía hacer tercero. Bajo y acorde con la categoría de la plaza y de la ocasión. Ajustadísimo quite por chicuelinas para entrar la tarde. Al igual que Mora, brindis al público, que tanto cariño le mostró. Inicio por alto a pies juntos. El mismo valor, el mismo concepto, la misma pureza, el mismo compromiso con el toreo del Fortes de siempre. 

Buenos primeros muletazos de las series. Pero en ese intento de Saúl por buscar el toreo que apague el fuego de lleva su alma, alarga en exceso las series. Somete al burel a una exigencia que su bravura no aguanta. Protestas del toro a partir del tercero, que restan rotundidad a los finales. Acorta distancias para encontrar esos terrenos tan comprometidos, donde el malagueño, tan cómodo se encuentra. Remata de su primera obra con manoletinas. El fallo a espadas y con el descabello deja el premio a una ovación.

Colorado el tercero, segundo de Mora. Destaca quite por chicuelinas, con gracia y garbo. Grandioso segundo tercio. Ángel Otero y José María Tejero con los palos. Iván García en la brega. Capotazos medidos, uno extraordinario que arranca ese “bieeeenn” de los aficionados. Vistalegre se viste de Maestranza. Iván, sabemos que tu plata, es oro. ¡Suerte en tu nueva andadura! Público en pie y los tres montera en mano. Brindis a todos los médicos que han hecho posible este milagro y que hoy, casi veintiún meses después, Mora vuelva a pisar un ruedo. Toro con muchas teclas que tocar, exigente y desagradecido. Aunque su labor no pudo llegar con fuerza al tendido, si le sirvió para comprobar que está preparado para resolver problemas y retos mayores. Llenar el depósito de su confianza. Estocada desprendida y ovación desde el tercio.

Toda la belleza del tercio de banderillas
Bizco de pitones el cuarto. Brindis sin palabras de Fortes a su padre. Sólo con una mirada que se cruza, hijo y padre, torero y familia, saben lo que han pasado y todo lo que se quieren decir. La condición del toro y dos desarmes impiden que la faena coja vuelo. Nuevo cierre por manoletinas con los pitones sacando hilos de los alamares. Estocada defectuosa y saludos en el tercio para recibir la ovación.



Lo de no hay quinto malo, una vez más, se volvió a cumplir. Y en esta ocasión, fue bueno, muy bueno... EXTRAORDINARIO. Precioso de hechuras, con cuello y descolgado. Hizo honor a su nombre “Cantaclaro”. Lo “cantó” pronto. Embistió “claro”. Lo recibió por verónicas Mora, en un capote que si ya era uno de sus fuertes ha adquirido un nuevo poso, una cadencia y una torería superior. Buen puyazo en todo lo alto de Israel de Pedro, y el toro empujando como los bravos. Con fijeza, colocada su cabeza muy abajo en el caballo. Generosidad para invitar en quites al sobresaliente Chapurra, que correspondió a la invitación con uno por verónicas con mucho sabor. Tan jaleado por el público, que Mora decidió dar réplica… por el mismo palo. Un ramillete de seis o siete verónicas, recreándose en la embestida y buscando en cada una, la excelencia. Y para rematar la media que abrocha una tarde cumbre con el capote. Todos pensamos que esas embestidas, podrían pasar factura al “Cantaclaro”, que no andaba sobrado de boyantía.

Brindis a Tejero, su apoderado, aquel que en todo este tiempo de incertidumbre jamás le abandonó. También Compartido Casas que se incorpora en esta nueva etapa. 

Los bravos, se vienen arriba, y las fuerzas brotan de su depósito de bravura. Inicio por abajo precioso, rodilla flexionada, y esa embestida que busca el infinito, pero a ras de suelo. Tanto se siente el torero, que en un muletazo deja de conducir la embestida, parón aguantado y remate. Huele a faena grande. Toro y torero a los medios. Distancia. Esa distancia de Antoñete y Rincón que tanto gusta en Madrid, que por eso estamos a sus puertas. Y en toro deseando embestir. Dos series con la derecha rotundas. Se rompe el torero. Sólo quedaba una duda, el pitón izquierdo. Y en el primer natural, se despeja la incógnita. El toro embestiste todavía mejor si cabe. Más largo, más humillado, más profundo…, ¡qué forma de embestir!, ¡qué forma de colocar la cara! Lo que vino después es difícil describir, porque no pertenece a este mundo, sólo al mundo de los sueños de David. Olvidarse del cuerpo. Ese cuerpo, que tanto le hizo sufrir. Y torear. Todos los momentos de amargura merecieron la pena, sólo por vivir este instante. Borracho de toreo, se marchó por la espada. Tan absorto, que quizás se olvidó del animal que le estaba haciendo feliz. Haberlo sacado nuevamente a los medios, seguramente hubiera resultado definitivo para un viaje de retorno a la vida, al campo. Pero cerrado en tablas, tan confiado, vino la voltereta. Por fortuna el pitón no caló. Cierre por manoletinas y escasas voces en el tendido solicitando el indulto. Tres pinchazos acabaron con un triunfo que hubiera sido de clamor. Una pena que un mensaje de vida no pudiera haber trascendido fuera de los muros del Palacio Vistalegre. Porque el toreo también es vida. Del hombre y en ocasiones del toro. La vuelta al ruedo, esta vez  solicitada por el público para “Cantaclaro” como mal menor, no fue atendida por el presidente. Y me mente se pregunta ¿qué le faltó a este toro para no merecer tal honor? Al final para las frías reseñas, todo quedará en vuelta al ruedo del Mora y ovación en el arrastre, pasto de olvido del que no estuvo allí.

Extraordinario muletazo a un toro extraordinario
Cerraba la tarde Saúl, con el sobrero que debió sustituir al primero. Del hierro de Juan Pedro, marcado con la V ducal de Veragua. El de peores hechuras. Alto, cuesta arriba, estrecho de sienes. Pronto mostró su escasez de fuerzas.  Definitivamente, Fortes no tuvo suerte en el sorteo. Capote a la espalda en los medios para un quite por gaoneras, firmes las plantas. Brindis a David Mora, que viene a enlazar con aquel brindis de San Isidro, en el que Fortes a través de la cámaras quiso homenajear a David. Yéndose a mismo lugar donde éste cayó. La misma tarde que al final resultaría también trágica para el malagueño. Todos y cada uno de los brindis de la tarde tuvieron su particular historia. Brindis que cierran páginas para abrir otras nuevas.

El valor. Capote a la espalda en los medios

A los medios y cartucho de “pescao” homenaje a Pepe Luis. Rebrincado y sin calidad el toro, sólo permitió al torero demostrar su firmeza. No se aburrió,  volvió a pisar el terreno y el sitio de siempre. Bernadinas de cierre y nuevo fallo a espadas. Suerte en la que Saúl debe mejorar. 

Se intuye en Fortes una lucha interior, una búsqueda de caminos para que brote ese concepto tan puro que lleva dentro. Porque Saúl es tan sincero, tan honesto, con el toro que tan duro le pegó, con el toreo, con la vida y consigo mismo, que ha emprendido un camino que no conoce atajos. Pero más pronto que tarde llegará. Las piezas encajarán y lo que hoy es desasosiego, mañana será armonía. Y emergerá ese torero grande que esconde su alma. Saúl ha vuelto. Sául ya está aquí.

Así termina una gran tarde que empezó con triunfo. Dos toreros, uno en hombros camino de la puerta grande y otro a pie, sobre su propio destino. DAVID MORA y SAÚL JIMÉNEZ FORTES, están de vuelta ¡BIENVENIDOS TOREROS!

El abrazo de dos toreros que nos puso un nudo en la garganta ¡Bienvenidos!



Texto: Divino Calvo
Fotografías: L.M. Sierra





1 comentario:

Paco Carmona dijo...

Sin duda alguna, lo mejor que he leído sobre esta emocionante tarde. Este "Divino Calvo", es un regalo de aficionado para quienes con tanta admiración le leemos. Gran crónica, muy sincera y muy sentida. Y con muchos matices y adjetivos que sólo ven muy poquitos aficionados. Enhorabuena, y larga vida al Toreo!