miércoles, 23 de marzo de 2016

No hay arte sin técnica (Madrid 20 de marzo)

Por Fernando Cámara 
Fotos: Juan Pelegrín (Las Ventas)

Madrid. Comienzo de temporada

Madrid. 20 de marzo

La fantasía de los tres toreros del día 20 de marzo en la Ventas, se anteponía a la imperceptible técnica, y es que cuando no se aprecia la técnica de forma tangible, aparece aquella sensación subjetiva a la que llamamos arte. El Arte en letras mayúsculas, la imaginación, la creatividad, la intuición y la chispa como entelequia de la perfecta burla realizada por un lidiador en una plaza de toros.

Lidiaban puñales de bravura en la figura del mítico Uro, tres artistas derrotados en el combate de los crueles juicios de vacuos ojos que no ven mas allá de la luz. Lidiaban corazones infranqueables cerrados con cerradura de siete vueltas y lidiaban con sabor, con gusto y con recelo el canguelo de la incomprensión y del olvido. Lidiaban hermosos toros astados de miedo y gloria y lidiaban  bravos cornúpetas en los que se encierra gran parte de la cultura del ser humano.



Hoy ya quedo atrás el derroche de virtudes de aquellos que pasearon sus capotes y muletas por el redondel venteño pero, quedarán en el recuerdo, sensaciones e imágenes que solo pueden ser borradas por otras mejores. Tres toreros con personalidad definida, de aspecto y tauromaquias poco convencionales, tocados con la varita mágica de los dioses, merecerían otra consideración entre los aficionados y espectadores. A sus agónicos lamentos, dio consuelo la mítica embestida con toda la carga de nobleza y bravura que solo puede emanar del grandioso toro. El toro que apareció en el ruedo, éste que por su nobleza no deja ver la violencia de su agresividad, para así convertirse en el mayor valedor del arte de la lidia.

Solo el talento puede crear sutiles movimientos cuyos estímulos embeben las embestidas de las reses, cosiéndolas unas con otras y abrochándolas con pintureros remates. Expresión sugestiva de la lidia que encierra la virtud de amansar los corazones de hambrientos leones, los de la jaula numero siete.              


No hay arte sin técnica (Curro Díaz)


Deleite colectivo por la interpretación del torero de los lidiadores que, el día 20 en las Ventas se convirtieron en toreros, en artistas capaces de recogerse en si mismos e interpretar el toreo desde lo mas profundo de sus entrañas. Protagonistas en plena expresión reivindicatoria de un sitio entre los hombres de luces, cuya nobleza conseguida con sublime virtud, llegó hasta las almas de los mayores eruditos taurómacos de la Catedral del Toreo.


No hay arte sin técnica pero no olvidemos que también se necesita valor (David Galván)

Los toreros artistas, reúnen un sinfín de esencias extraídas del mas profundo origen de la lidia. Gráciles pasitos para provocar los estímulos necesarios a los toros, empujando así embestidas que llenan de mariposas los estómagos de los  artistas, movimientos, composturas, colocación, formas y gestos con el único fin de agarrarse al sueño de interpretar el toreo al estilo del gran Cagancho y del Divino Calvo. Representando en todo momento el componer de la simétrica escultura de una obra viva. Toro y torero se entienden y se entregan a sus principios mas íntimos para alcanzar el pellizco de los corazones en el eterno juicio que aposentan los tendidos.

Curro Diaz, David Galván y Juan Ortega son tres toreos definidos que se salen de lo cotidiano, que los definen, en mayor proporción, sus condiciones y principios que los resultados del juicio tajante de aquella tarde clave.


No hay arte sin técnica (Juan Ortega)


El toro, la corrida de Gavira, hizo honor a su estirpe para regalar nobles embestidas vestidas de miedo y emoción, para dejar expresar a los toreros la esencia del pueblo, la genuina denominación de origen popular.

Engrandezcamos el talento por encima del triunfalismo y dejemos expresar la voz de nuestro pueblo en las cinturas y muñecas de juglares danzantes disfrazados en cuerpos de torero.

Viva el toreo y vivan las tierras y los pueblos donde habita el toreo.

El triunfo del arte y el talento. ¡Viva el toreo!

Por Fernando Cámara

1 comentario:

Anónimo dijo...

Provocar la emoción con la escritura -más cuando también lo hacía toreando- merece un gran aplauso... ¡¡Gracias maestro!!

José Luis Bautista.