lunes, 18 de julio de 2016

El codilleo (y III) La terza maniera

Por Jose Morente

El codilleo en un detalle de un cuadro manierista: Susana y los viejos de Martín de Vos. Sólo le faltaría una muleta en esa mano izquierda para servir de referente al toreo de nuestros días.
Leonardo da Vinci..., dando comienzo a esa terza maniera que nosotros queremos llamar la moderna , además de la gallardía y valentía del diseño, y además de imitar sutilmente todos los matices de la naturaleza , [ ... ] dotaba efectivamente a sus figuras de movimiento y espíritu"
(Vasari-"Vida de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos")
El manierismo

En Historia del Arte se llama terza maniera o manierismo a la última fase del Renacimiento. En ella lo que, en los grandes maestros renacentistas, había sido clasicismo, proporción y equilibrio se convertirá en alarde formal, exageración y exceso

El cuerpo humano, tanto vestido como desnudo se va a representar en toda clase de complicadas posturas, difíciles y artificiosas, posturas de una extraña gracia y elegancia, y donde las articulaciones -el movimiento de las articulaciones- va a jugar un papel primordial.



En la escultura manierista, al igual que en la pintura de ese periodo, los cuerpos se contorsionan y retuercen. Muy llamativo es el "codilleo" de los codos.

El codilleo. Convertir un defecto en una virtud.

Veíamos en dos entradas anteriores, como lo que se había considerado defecto en el torero, el pegar los codos al cuerpo, había pasado a ser visto como una virtud o mérito, pues permitía pasar al toro más cerca del cuerpo del torero. En cualquier caso, llamábamos codilleo a esa acción de pegar el codo al cuerpo ya fuese por torpeza o por valentía.

El Juli en Huelva, codilleando pero sin pegar el codo al cuerpo para ajustar la altura y distancia de su muleta a lo exigido en cada momento por los movimientos del toro (Foto de Manolo Ortega publicada en el blog de Agustín Hervás)
En nuestros días se viene utilizando una nueva definición del término codillear. Por extensión, se habla también de codilleo cuando el torero al torear dobla el codo con objeto de ajustar la colocación de la muleta (altura y distancia al cuerpo) para controlar con mayor precisión el trazo de la embestida del toro. Incluso aunque no pegue los brazos al cuerpo. Es la tercera acepción ("terza maniera") del término codillear y realmente, tiene mucho que ver con el manierismo pues la postura del torero aparece necesariamente forzada al ejecutar ese movimiento. Una estética que, como hemos visto, era deseada y buscada a finales del Renacimiento igual que ocurre en nuestros días en el toreo.

Es muy probable que ese modo de colocar el brazo se deba a Santiago Martín el Viti. Sin duda, uno de los mejores muleteros de la posguerra acá.

El gran torero salmantino fue gente en el toreo al natural. Lo curioso es que tenía un defecto físico que le impedía doblar correctamente el brazo izquierdo. El Viti supo convertir ese defecto en virtud y en distintivo de su toreo de muleta con la mano izquierda.

Otros toreros han seguido luego ese modo de doblar el brazo por el codo, lo que les ha permitido un mejor y variado control de la muleta durante el muletazo. En realidad, no deberíamos emplear, para ese doblez del codo, el termino codilleo, reservado en puridad para cuando el codo se pega al cuerpo pero, a falta de otro término más preciso se viene llamando también codilleo a ese posición del brazo doblado por el codo incluso cuando el codo está despegado del cuerpo.

Esta forma de codillear es un recurso técnico muy habitual en nuestros días y resulta imprescindible para practicar ese toreo de alta precisión que hoy se estila pues permite ajustar, al mismo tiempo, la altura de la muleta y su distancia al cuerpo del torero.

Tengo que confesar que el Viti es una de mis debilidades,como torero y como persona. No me canso de ver sus faenas en video ni de leer sus declaraciones. También tengo que confesar que si me apetecía hablar del codilleo era, entre otras cosas y sobre todo, por tener un pretexto para poner en el blog alguna foto de este grandioso torero toreando y codilleando.
La tesis de la economía de movimientos

Y entrando de lleno en el tema de los movimientos de las articulaciones, nos surje al paso una teoría muy extendida, aunque no siempre bien explicitada, entre toreros y aficionados. Aquella que equipara el buen toreo con una cierta economía de movimientos y de la que también hablábamos hace días en este blog.

Para Raúl Galindo, que es quien mejor lo explica, el toreo ideal es un toreo basado en la sencillez. Sencillez que para él equivale a economía de movimientos. Un toreo donde él que se tiene que mover es el toro (como ya dijera, en su día y con cierta sorna, Juan Belmonte). Un toreo, según Galindo.
"donde jamás una articulación mayor realiza un movimiento posible con otra menor: lo que mueven las muñecas no deben moverlo los codos, y lo que mueven estos no pueden hacerlo los hombros, después va la cintura y así sucesivamente hasta llegar a las piernas que suponen digamos, el movimiento mayor porque es un desplazamiento de todo el cuerpo"
La fluidez y sencillez de ese modo de torear (hay otros modos, aunque Galindo no los considere "ideales") se basan en la sencillez de movimientos que se reducen a los estrictamente necesarios.

Este es el modo de torear de los toreros artistas y que basan su toreo en el conocimiento de las suertes. Es el toreo de los artistas más depurados y exquisitos. Toreros en los que prima la elegancia sobre cualquier otra consideración. El toreo de Gaona, Antonio Fuentes, Pepín Martín Vázquez, Enrique Ponce, Manzanares (padre e hijo),...




Pepín Martín Vazquez. Sencillez y economía de movimientos. Lo que puede hacer una articulación menor que no lo haga una mayor. Aquí torea al natural 

Torear para el toro

Frente a ese modo de torear basado en el contraste de un torero "quieto" y un toro en "movimiento", existe otra escuela menos preocupada u obsesionada por componer la figura, por la postura, y más interesada en dominar o controlar al máximo la embestida del burel.

Es la escuela de los grandes lidiadores, toreros de gran intuición para los que el toro no tiene secretos y que basan su toreo en adaptarse a las cambiantes condiciones de las reses. Son los toreros como Guerrita, Joselito el Gallo, Luís Miguel Dominguín, Paco Camino, El Viti o El Juli, Toreros generalmente poco preocupados por la estética a ultranza y que, en algunos casos (no en todos), han hecho precisamente de los movimientos del cuerpo, del movimiento de las articulaciones del cuerpo, un motivo de estética. Un toreo que, por muchas razones,  pudiéramos llamar manierista.

El manierismo en el toreo es una actitud tan legítima como la contraria. Lo que no se debería, bajo ningún pretexto, es convertir la economía de movimientos ni ningún otro concepto, en un nuevo dogma.

Ya tenemos demasiados.
10 de mayo de 1915. Joselito el Gallo en Madrid en un natural a un toro de Gamero Cívico. Con el codo y la rodilla izquierdas ligeramente dobladas.
Joselito en Valencia, el día de los 6 toros de Contreras, Torea de muleta con el cuerpo encorvado bajando mucho la muleta al toro. Lo que le reprochó la crítica de su época.Una crítica posiblemente poco acertada pues su concepto del toreo -legítimo- era el que le hacía dolvidarse de la postura del cuerpo para centrar toda su atención y su interés en el dominio del toro. Joselito toreaba para el toro despreocupado de la estética..

1 comentario:

Antonio Luis Aguilera dijo...

Interesante e ilustrativo texto. Esta página es un regalo para quienes amamos el toreo y su historia respetando todas las tendencias.
En cuanto a los dogmas, que tanto daño han hecho y siguen haciendo cuando son contrarios a la razón, siempre tengo presente una frase del maestro Pepe Alameda: "La historia no establece dogmas, los establecen quienes la escriben".

Enhorabuena, José.