miércoles, 6 de julio de 2016

El toro Ratón se llamaba "Centella"

Por Antonio Luis Aguilera

 Madrid 7 de julio. Manolete torea a "Ratón" de Pinto Barreiros (el sobrero más famoso de la historia del toreo) mirando al tendido.(Dibujo de Antonio Casero publicado en el Ruedo el día 11)

En la temporada de 1942 fue desenjaulado en los corrales de la madrileña plaza de Las Ventas el novillo “Centella”, marcado con el número 242, de pelo negro, perteneciente al hierro portugués de Pinto Barreiros. Era hijo de la vaca del mismo nombre y del semental “Interrogado”, extremos que serian facilitados años más tarde por los propietarios de la ganadería, debido a que en aquellas fechas no existían documentos que registraran los datos de las reses, como hoy ocurre con los certificados de nacimiento, ni tampoco el Libro Genealógico.

Este ejemplar acabaría siendo inquilino de los corrales madrileños cerca de dos años, pues aunque era encerrado como sobrero en algunas corridas, la puerta de su chiquero volvía a abrirse para que retornara a los cobertizos de reses previstas para la lidia. Así, “Centella” se hizo toro y fue acostumbrándose al lugar, tomaba las puertas cuando era requerido para  cambiar de corraleta, y acudía tranquilo a los pesebres para consumir su pienso y el destinado para otros toros, motivo por el cual fue “bautizado” como “Ratón” por el mayoral de la plaza. 

El 6 de julio de 1944 se celebraba en Las Ventas la tradicional corrida de la Prensa y la plaza se llenó hasta el tejado para contemplar la actuación de Luis Gómez “El Estudiante”, Juanito Belmonte y Manuel Rodríguez “Manolete”, que habrían de vérselas con toros de Alipio Pérez Tabernero. A mediodía, tras la celebración del sorteo, fueron enchiqueraron, por orden de lidia, “Ratonero”, “Perdigón”, “Carbonero”, “Rabón”, “Costurero” y “Naviero”. También, una vez más, “Centella”, que en los documentos oficiales era reseñado con el calificativo que por glotón le había adjudicado el mayoral del coso. 

Con cinco años cumplidos y otro nombre, “Centella” iba a convertirse en el toro más célebre de la ganadería de Pinto Barreiros. El público protestó la presencia de “Naviero”, sexto de la tarde, y el presidente señor Cartier, a quien asesoraba el matador de toros Antonio Márquez, ordenó su devolución. Llegaba la hora de la verdad para el viejo inquilino de los corrales venteños, que a pesar del tiempo permanecido en ellos y contra toda lógica embistió con celo al capote de Manolete, que lo saludó con unas  magníficas verónicas a las que puso broche con media escultural que por majestuosa levantó el clamor de la plaza.

El de Córdoba, que estrenaba un traje violeta y oro, se dirigió al tercio para brindar al público la que luego sería considerada como una de las mejores faenas de su vida. Dueño y señor de la situación ligó en un palmo de terreno una serie de cinco naturales, que por su inmensa torería cautivaron el alma de la afición más exigente del mundo. “Ratón”, haciendo gala de su casta y encelado por el poderoso temple del “Monstruo”, tomó otras dos series de cuatro naturales cosido a la tela que le obligaba a rodear la esbelta figura del torero, mientras éste, erguido como una torre, parecía clavado en el ruedo.

El natural de Manolete. Economía de movimientos (Foto publicada en el Ruedo el día 11)
En un alarde de mando sin igual, Manolete agarró el estaquillador con la mano derecha y dejando llegar a “Ratón” lo toreó increíblemente despacio mientras dirigía la mirada al tendido. Era la primera vez que lo hacía en Madrid, que rendida a su proverbial toreo no daba crédito a lo que veía, una faena mágica, engarzada con indescriptible primor y elegancia, donde los pases fluían ceñidos con asombrosa lentitud. Tras unos molinetes el animal juntó las manos, el público enmudeció y el matador atacó despacio y en rectitud para enterrar la hoja del acero en el morrillo del noble toro.

Manolete sale de Madrid a hombros el día 6 de julio de 1944 (Foto publicada en el Ruedo el día 11)

Al caer la tarde, en la calle de Alcalá nadie hablaba de las tres orejas conseguidas por Manolete, sino de la asombrosa faena que hizo a “Ratón” el rey de los toreros. Curiosamente, con este toro utilizó por última vez Manuel Rodríguez la espada de acero para ayudarse en la faena de muleta, pues de Madrid viajó a Pamplona para actuar en las fiestas de San Fermín y tuvo un accidente de circulación en las proximidades de Buitrago, donde todos los ocupantes del vehículo resultaron ilesos excepto él, que sufrió fractura en el dedo pulgar de su mano derecha. Desde su reaparición en la Línea de la Concepción usaría el estoque simulado

¡Así no ha toreado nadie! (Titular de la crónica de Federico M. Alcazar en el dinamitado diario Madrid (7 de julio de 1944)
Nota de LRI: Paco Laguno en su colosal Tauromaquia del Monstruo de Córdoba, afirma que el verdadero nombre de "Ratón" era "Rabanito" y aporta algunas pruebas de ello. Sin embargo su tesis suscita algunas dudas (por ejemplo, no coinciden los números de los toros). Joaquín López del Ramo apuesta, al contrario, por "Centella" que es el nombre que le atribuye al toro uno de los descendientes de su ganadero. Quede constancia de esta pequeña duda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Vaya faena para el recuerdo! Toro y torero, o mejor dicho, 'toro y Manolete'. // Atte., Torotino.