domingo, 29 de enero de 2017

Cuaderno de notas (CXII) Manolete. Dos orillas del Guadalquivir

Por Álvaro R. del Moral




Nota de LRI: Ayer sábado Álvaro R. del Moral publicó en el Correo de Andalucía un acertado resumen de la Charla que habíamos dado el día anterior, viernes 27, sobre "Manolete y Sevilla" en el Círculo de Labradores de la capital hispalense dentro del Curso de Temas Sevillanos dirigidos por Antonio Bustos. Como el texto de Álvaro mejora con creces nuestra charla, hemos considerado oportuno traer su artículo a nuestro blog, agradeciéndole su atinado y magnífico texto (atinado, eso sí, salvo en sus excesivos elogios hacia nosotros).


La conferencia convocada ayer en el Real Círculo de Labradores había despertado una gran expectación en los aficionados que quieren profundizar en las fuentes del toreo (...) El acto, enmarcado dentro de las actividades del Curso de Temas Sevillanos que dirige Antonio Bustos, no podía ser más oportuno. En 2017 se va a cumplir un siglo del nacimiento del monstruo cordobés, un matador que -más allá de su hierática y solemne  fachada- trenzó muchos nexos comunes con el toreo sevillano partiendo de un hilo invisible que cose, uno a uno, el legado de toreros tan aparentemente dispares como Guerrita, Joselito, Chicuelo y el propio Manolete.

Ésa fue una de las líneas argumentales de la intervención de Morente, apoyado en la proyección de unas imágenes que permitían sumar teoría y práctica. No es casual que el propio Chicuelo, el genial torero de la Alameda de Hércules, fuera el encargado de entregar los trastos del oficio a Manolete. Y fue en Sevilla. Pero Chicuelo, superando el valor simbólico de la ceremonia, estaba transmitiendo un legado técnico y taurino que serviría a Manolete para colocar la piedra angular del toreo moderno.

(...) Ese hilo invisible estuvo muchos años oculto, eclipsado por la poderosa aura de Juan Belmonte, revolucionario oficial del lenguaje taurino moderno. Joselito y Manolete, prematura y trágicamente desaparecidos, compartieron el enterramiento interesado de su herencia taurina pero las cosas han cambiado mucho en los últimos años. El redescubrimiento y la reivindicación de la obra y el criterio de otro tratadista fundamental, José Alameda; los trabajos de otros investigadores como Francisco Aguado y el propio José Morente y, de una forma especial, la puesta en valor del papel fundamental jugado por Joselito El Gallo han permitido revocar ciertos dogmas que no eran tales. Morente recuerda que las películas de los años 30 han llevado a comprobar que la mayor parte de aquellos toreros ya estaban intentando torear en redondo, “ligando los muletazos y Belmonte seguía a su bola, encadenando naturales y pases de pecho, cambiando de pitón...”

Manolete forma parte de un tronco ancho que pasa por Guerrita y la escuela de los Gallo para reverdecer en Joselito, definitivo precursor del toreo ligado y circular, de línea natural, que abona el terreno por el que se moverán otros matadores en el futuro. Chicuelo, a pesar de su irregularidad y fragilidad es el transmisor definitivo de esa valija de conocimientos que Manolete envuelve en su impresionante fachada, en su personalidad inimitable. Frente a ese hilo natural se encuentra el toreo de hilo cambiado en el que se cita por el lado contrario al pitón que se torea. “Guerrita, Fernando El Gallo, Joselito, Chicuelo, Manolete… todos son hijos del cuerpo y comparten esa línea natural”, apunta Morente recordando que, frente a ellos, “nos encontramos a Espartero, Belmonte, Ortega u Ojeda, que se forman en el campo, la noche, las capeas, la marisma… son toreros de línea cambiada que han aprendido con un toro resabiado y a la defensiva”. De esta forma el toreo de escuela, se contrapone al intuido, al lidiador de generación espontánea.

“La clave es que la fuente viene de un torero sevillano que, estilísticamente, está en sus antípodas”, explica el analista recalcando que la relación de Manolete con Sevilla va más allá de su estética o de su sobriedad. “El referente lo busca en Sevilla y eso es muy curioso. El torero que más se acercaba a su concepto era Chicuelo que aparentemente -sólo aparentemente- era muy dispar”, recalca Morente recordando la estrecha vinculación taurina del Califa cordobés con la ciudad de la Giralda.

“De aquí salió lanzado como figura; vino de novillero, tomó la alternativa, cortó un rabo al villamarta en 1941”, recuerda el investigador apuntando un dato interesante: “Llegó a torear las cinco corridas de la misma feria y no encontró rival a pesar de tener delante a toreros de la talla de Pepe Luis Vázquez”. La última vez que se anunció fue en el 45. No volvió a torear en la Maestranza. Después de tomarse un año sabático en el 46, comenzó muy tarde la temporada del 47. 

Tenía una cita en Linares.


Álvaro R. del Moral
El Correo de Andalucía, nº 48.742 del sábado 28 de enero de 2017. Página 22




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Addenda: Dado que, por exigencias de la organización tuvimos que reducir el tiempo de nuestra exposición, dejamos sin poder abordar algunos temas también interesantes de la relación de Manolete con la ciudad del Betis, como su incipiente competencia con Pepe Luis Vázquez y también un par de las películas preparadas para la charla, lo que ocasionó la simpática protesta de algunos de nuestros amigos. En desagravio, y para que nos lo perdonen, hemos considerado oportuno rematar el magnífico artículo de Álvaro con esta película dedicada a los epígonos del torero cordobés, donde incluimos también escenas de otros diestros teóricamente de diferente cuerda (tales Pepe Luis Vázquez, Rafael Ortega o Antonio Bienvenida) cuyo toreo también estuvo muy influido en algunos momentos por los modos toreros del Monstruo, Algo que, en nuestra opinión, resultaba casi inevitable puesto que tras Manolete todos los toreros tuvieron que torear como él, tal y como, una veintena de años antes, había ocurrido con Joselito el Gallo.



lunes, 16 de enero de 2017

Tercio de banderillas (III) Una propuesta de clasificación

Por Jose Morente
Joselito el Gallo en banderillas. Cite de dentro afuera, citando a una cuarta de los pitones (Dibujo de Antonio Casero publicado en El Ruedo)

Por lo que respecta a las distintas formas de banderillear, las primeras Tauromaquias se limitaban a listar las diferentes variantes conocidas en cada época. Cossío gran sistematizador, clasifica los diferentes modos de banderillear según si existe o no permuta de terrenos, pero -en mi opinión- erraba y confundía conceptos. José Luis Ramón, más recientemente, recuperaba el viejo sistema del listado.

Creo que lo que diferencia a un par de otro, lo que importa es -en esencia- el mecanismo o ardid que se utiliza para engañar o burlar al toro. Mecanismo o ardid que, en banderillas y en mi opinión, se reducen a dos modos: el cuarteo y el quiebro.

Lagartijo quebrando y, pese a la teoría, sacando el pie a un lado para marcar el quiebro (Lámina de La Lidia de 30 de julio de 1883)
Luego segun los terrenos en los que se verifica la suerte o según los tiempos o las distancias surgen las diferentes variantes, algunas con nombre propio. Pero en lo sustancial, o se cuartea o se quiebra.


El cuarteo

Pepe-Hillo definía el cuarteo como la suerte que se hace cuando saliendo el diestro hacia el toro, forma en su trayectoria un semicírculo a cuyo remate se reúne con el toro en un mismo centro donde le da un quiebro de cuerpo, saliendo cada cual con distinto viaje.

Joselito el Gallo cuarteando.

Si se hace a cuerpo limpio o con la capa recogida en el brazo se le llama recorte. Si la capa se lleva suelta por detrás se llama galleo.

Derivados del cuarteo son el par de dentro afuera, el par de frente, el par de poder a poder, el par al sesgo  y el par por los adentros.

Como lo habitual es citar con el toro dando la espalda a los tableros y el torero en los medios, cuando la situación se invierte (torero en tablas o en el estribo y toro en el tercio o los medios) se llama par de dentro afuera.


Embroque en un par de dentro afuera de Gallito

El par al sesgo es el realizado al hilo de las tablas. Un par adecuado en los toros mansos aquerenciados en tablas, con todo el peligro que ello entraña.


El par al sesgo explicado gracias a sendas láminas de La Lidia (1890 y 1888) .
Cuando el torero pasa entre entre el toro y la barrera. se le llama par por los adentros.

Un impresionante par por los adentros de Joselito el Gallo

Se llama par de frente,, a aquel en el que se cita a corta distancia de la cabeza de la res.

Cite para un par de frente. Rafael el Gallo 

Par de poder a poder es aquel cuarteo en el que el torero arranca después de que se haya arrancado el toro, concediendo a este todas las ventajas.

Joselito el Gallo en un par de poder a poder

El quiebro

Es suerte mas moderna que el cuarteo, pues la inventó el Gordito en 1858, primero en Sevilla a cuerpo limpio y luego en Jerez con las banderillas. 

Según la Tauromaquia de Guerrita, consiste en citar al toro a pie firme y cuando llega a jurisdicción se inclinan cuerpo y brazos a un lado, marcando a la res el sitio del bulto. Cuando el toro humilla, el lidiador recobra la posición primitiva y clava las banderillas.

Citando para un quiebro. La montera a los pies de un toro de arrancada remisa. Joselito el Gallo.

Banderillas al quiebro con los pies dentro de un sombrero de chistera (Pablo Herráiz en una lámina publicada en la Lidia el 17 de noviembre de 1884)
Cuando el quiebro se marca a la carrera y sin engaño. se le llama regate. El regate y el recorte se utilizan en los jugueteos propios de este tercio especialmente cuando la suerte la practican los matadores

Un antecedente del quiebro son las banderillas a topa carnero. Variante del quiebro, el quiebro en silla.


El quiebro en silla. Del Gordito a Morante. 150 años de toreo.


Un intento de clasificación de los pares de banderillas

En el siguiente Esquema, he intentado sistematizar los distintos tipos de formas de parear. En el Cuadro, no incluyo aquellas variantes como son las banderillas cortas o la suerte al violín que se podrían encajar en casi todos los modos propuestos. Ni tampoco las banderillas al quiebro en silla pues no son sino una particular forma de preparar y adornar el quiebro que no afecta a la esencia de esa suerte

Como he dicho antes, creo que la diferencia más importante la marca el ardid utilizado (quiebro o cuarteo). Lo demás viene por añadidura.



viernes, 13 de enero de 2017

Torear a toro parado

Por "Los Vázquez"

Pepín Martín Vazquez (Coloreado de fotografía publicada en El Ruedo)

Nota de la razón Incorpórea.
Hoy se incorpora a este blog un aficionado de campanillas. De esos que conocen y, sin embargo, sueñan el toreo. De los que no alardean de nada y que, por no presumir, prefiere mantener el anonimato que nosotros vamos a respetar escrupulosamente. Un aficionado cabal, enamorado de Pepe Luís, de Pepín y del encaste vazqueño. Un aficionado que sabe lo que dice y por qué lo dice.

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El otro día, conversando con un amigo, me recordó una frase del gran Pepe Alameda: "el toreo empieza cuando se para el toro". Parece mentira, pero así es, tanto para el toro como para el torero.

Para el toro; porque considero mucho más difícil que, desde parado, arranque con los riñones, eche el morro al suelo y empuje el engaño hasta el final. En vez de pasar por pura inercia.

Para el torero; porque meterle el engaño en el morro, tirar de la embestida, mandarlo y soltarlo es más complejo que aprovechar la inercia del toro y acompañarlo en una sucesión ininterrumpida de lances.

Por ello, estoy buscando vídeos de Pepín Martín Vázquez. Porque está en la línea de los toreros que enganchan, tiran y sueltan. Porque en todo este proceso, además, juega con el pecho, como si tuviera un medallón colgando del cuello el cual le va ofreciendo al toro en todo momento. Porque la cintura es el eje a través del cual construye la faena. Porque no necesita encorvar la figura y estirar el brazo para soltar y alargar la embestida, sino que manda con las muñecas. Y porque juega con los codos, dándole esa gracia especial a sus obras.

Para mí, hoy en día sólo tres toreros permiten o prefieren que se les paren los toros: Morante, Urdiales y José Tomás.

Por supuesto, no le quito mérito al resto de toreros, sólo expreso lo que siento y las razones por las que busco a los toreros de esa línea.


jueves, 12 de enero de 2017

Cuaderno de notas (CXI) Las normas objetivas del toreo


El toreo de muleta a principios del s. XIX (Detalle de lámina preparatoria para la Tauromaquia de Pepe-Hillo-Biblioteca Nacional de España)
La regla, la norma, tiene que ser objetiva, es decir, susceptible de aplicación por todos. Esto es elemental.

Por mucho que [Domingo] Ortega explique como se le anda al toro metido en su terreno, para dominarlo y cogerle el pitón al cuarto pase, no habrá quien pueda realizarlo como él. Dígame usted donde están los discípulos de Ortega, dónde sus seguidores, donde su escuela. Ni tampoco Paquiro podría explicar como saltarse a un toro desde el ras de la arena y a medio metro. Ni Belmonte su media verónica.

En cambio Cúchares, en un dos por tres, pasa de la muleta como medio a la muleta como fin. Y todos de inmediato lo comprenden y lo aprenden, y. lo que es mejor, lo practican y surgen los pases cambiados y los ayudados, y queda ya de uso común el toreo con la derecha, válido como el de la izquierda.

Y llega Cúchares y enseña que la muleta puede ser un medio y no sólo un fin (Foto: Laurent)
Y no digamos Guerrita. Rafael Guerra pone a la verónica de costado , para que pueda ceñirse y articularse e intensificarse en sus diversos tiempos, como nunca hubiera sido posible con la verónica de frente... Y todos lo pueden hacer, y lo hacen mejor que él, afinando y depurando el lance, generación tras generación...

Y con la muleta carga la suerte hacia un lado y aún en ocasiones ligeramente hacia atrás, para que pueda mantenerse la continuidad del toreo en redondo... Y aprenden los toreros a graduarlo y sensibilizarlo hasta conseguir en ocasiones la ligazón perfecta... Y otras cosas más que en este libro están y que Guerrita descubre y establece, no para sí, para todos.

Y aprenden los toreros del Guerra, hasta conseguir en ocasiones la ligazón perfecta (Fotografía de Morante en la México, el pasado diciembre)
Y cuando el toreo en redondo se ha perdido desde Pastor a Belmonte y desde Machaquito al Gallo, llega Joselito y lo redescubre, lo recrea, lo restablece y se lo pasa a Chicuelo y a Armillita... y a Manolete que todos en esa fuente bebieron.

Y cuando el toreo en redondo se ha perdido , llega Joselito -fuente de la que todos bebieron- y lo recrea (Pase natural de Joselito el Gallo en Madrid
PEPE ALAMEDA. "El hilo del toreo" 
(1ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1988. Páginas 302-303)


lunes, 9 de enero de 2017

Tercio de banderillas (II) Gaona. El torero que le andaba a los toros

Por Jose Morente


Gaona en el -ya mítico- "par de Pamplona" (Fotografía publicada en Toros y Toreros, el 16 de marzo de 1921)
Andarle a los toros

Como venía a decir Corrochano de Antonio Fuentes, sólo el matador que conoce y domina las querencias es el que puede banderillear realmente bien.

Ese era el caso de Rodolfo Gaona para quien torear y banderillear sólo tenían sentido si se hacían despacio, muy despacio para lo que hay que dominar terrenos y querencias. Frente al estilo genial aunque eléctrico de Joselito contrastaba el estilo pausado y parsimonioso de Rodolfo.

Según Gaona "para banderillear, hay que andarle a los toros". Y así lo hacía. Rodolfo, salía andando, andando, hasta la cara y ahí cuadraba y le metía los brazos al toro.

Añadía Gaona, en sus Memorias, que lo difícil, lo peligroso es llegarle andando a un toro, a un toro que está viendo venir al banderillero, que se está preparando para quedarse con él y que, cuando lo tiene cerca, empuja con todas sus fuerzas y, entonces, tiene uno que mejorarse rápidamente casi en el momento de clavar, y que a poco descuido se queda uno ensartado en las astas.

Así clavó Rodolfo Gaona el "par de Pamplona" y tantos y tantos pares a lo largo de su vida profesional.

¡Gaona!

jueves, 5 de enero de 2017

Tercio de banderillas (I) ¡Matadores, maestros!

Por Jose Morente

Antonio Fuentes citando para un par de banderillas al quiebro

El tercio de banderillas

Entre los partidarios del toreo de muleta (hoy, la inmensa mayoría) y los partidarios de la suerte de varas (una minoría muy activa), el tercio de banderillas se encuentra hoy relativamente ninguneado.

Salvo alguna tarde excepcional, se ha convertido en un tercio de trámite, situado entre la emoción fuerte del toro que embiste fiero al caballo y la emoción fuerte del torero que, sólo en el ruedo, aguanta la embestida del astado.

Pero no siempre fue así. Hubo una época en que todos los matadores estaban obligados (cuando el toro se prestaba a ello, por supuesto) a banderillear. Luego, llegó Juan Belmonte y trastocó un poco todo ese esquema que había permanecido inalterado durante casi una centuria.

Pero en aquel entonces, cuando los matadores cogían los palos, el tercio de banderillas, brillaba con luz propia...

Lo mejor es que eso nos lo cuente Gregorio Corrochano.

¡Matadores, maestros!
"Cuando los matadores intervenían en la suerte de banderillas, tenía otra modalidad que acabamos de escribir con el plural: ¡los matadores!. Así era la voz del tendido: ¡matadores, maestros!. Y el espada de turno, cogía banderillas y se las ofrecía a los otros espadas que sabían banderillear, con la primicia y cortesía de que fueran por delante. Con lo que aumentaba el interés por contraste y competencia -la competencia ha sido siempre la salsa del toreo-, y se descartaba de antemano la vulgaridad. Porque ningún matador se aventuraba a poner un par corriente de cuarteo, sabiendo que venía detrás otro matador a enmendarle la plana, subirle puntos y llevarse al público. Recordamos de nuestros años mozos, el tercio de banderillas de Fuentes y Quinito.
Era uno de los momentos más interesantes de la corrida. Si el toro era de Fuentes, cogía banderillas -después de pedirlo el público: matadores, maestros- y se las ofrecía a Quinito. Si el toro era de Quinito se las ofrecía a Fuentes.
Y quedaban en una pareja de banderilleros excepcionales que ponían cuatro pares. Los dos banderilleaban al quiebro, y los dos tenían distinta personalidad. Antonio Fuentes era más elegante, más garboso, más adornado, más lucido, más banderillero que Quinito
Se preparaba el toro a cuerpo limpio de manera vistosísima. Para esta preparación aprovechaba las querencias, de las que sacaba efectos sorprendentes. Llamaba al toro, que no acudía porque tenía querencia contraria y ya lo sabía. Entonces se pasaba a favor de querencia y decía con la voz y con la mano: "Vamos", y el toro se le arrancaba, y él iba por delante jugueteando; cuando quería pararle, se metía contraquerencia y adelantando el brazo de las banderillas, le mandaba pararse y el toro se paraba. Toda esta preparación se acompañaba de ovaciones de sorpresa porque parecía que tenía al toro amaestrado, y que hacía cuanto el torero se proponía.
Y lo hacía; no porque el toro estuviese amaestrado, sino porque conjugaba los terrenos y las querencias, para lo que hace falta, ser lo que era Fuentes: un gran torero. Y cuando se hartaba de jugar con el toro. le colocaba en el tercio, salía hacia atrás, colocaba el pañuelo en los medios y pisando el pañuelo le quebraba".
 Gregorio Corrochano. "¿Qué es torear-Introducción a la Tauromaquia de Joselito?" (1ª ed., Madrid, Revista de Occidente, 1953. Páginas 184-185) 
Aunque hay viejas películas donde torean Fuentes y Quinito, no he encontrado ninguna que recoja a alguno de los dos banderilleando. Sin embargo, si tenemos la suerte de disponer de algunos tercios de banderillas de aquella época en los que alternan dos matadores.

En la primera película, veremos a Joselito el Gallo con su hermano Rafael en el tercio de banderillas del toro "Caballero" de Moreno Santamaría, el toro de de su alternativa en Sevilla en septiembre del año 12. 

En la segunda, un año después, el mismo Joselito ofrece los palos a Bombita. Y ello, contra el deseo del diestro de Tomares que le había pedido expresamente a Joselito que no lo sacara a banderillear en ese último toro de la tarde. Una petición que Joselito, rabioso contra Bombita, desoyó. No sabemos lo que José le pudo decir a Ricardo cuando le ofreció los palos pero si podemos ver lo que ambos hicieron en ese tercio.